Una asturiana con escoliosis congénita: «No puedes dejar de vivir»

Esther Rodríguez
Esther Rodríguez REDACCIÓN

ASTURIAS

Clara Martínez Álvarez, de 53 años y de Ujo
Clara Martínez Álvarez, de 53 años y de Ujo

Clara Martínez, de 53 años y de Ujo, cuenta cómo es vivir con esta enfermedad crónica y qué mecanismos le han servido para hacer frente a las limitaciones

24 oct 2021 . Actualizado a las 05:00 h.

En el momento que nació, la columna vertebral de Clara Martínez ya presentaba una curvatura. Tras realizarle las correspondientes pruebas, fue diagnosticada con escoliosis congénita. Una enfermedad crónica que con el paso del tiempo ha ido limitando cada vez más su vida. Sin embargo, a pesar de los contratiempos derivados de esta patología, la ujense de 53 años ha aprendido a hacer frente a la adversidad en la salud. «Pese a las dificultades no puedes dejar de vivir. Si hay algo que no puedes realizar, debes de buscar otras alternativas que te gratifique y te llenen», resalta.

Para corregir la deformidad, con tres años, los médicos le mandaron llevar un corsé «desde la cintura hasta el cuello». Además, debía de dormir colgada de unos pesos «que tiraban de la columna y atada a la cama» para hacer frente a la rotación de la misma. «Fue muy duro porque te apetece jugar y hacer lo mismo que hacen los niños de tu edad y no puedes», rememora.  Pero, por si fuera poco, debido a la gravedad de la patología a los 13 años Martínez tuvo que pasar por quirófano. «El postoperatorio fue tremendo. Tuve que volver a aprender a caminar», señala.

Conocer las limitaciones y adaptarse a ellas

No obstante, el apoyo de sus seres queridos y ese tesón que tanto la caracteriza, Clara Martínez incluso logró encaramarse en unos tacones de 15 centímetros de alto y «volar con ellos». Además, con el paso de los años llegó a tener «una vida normal». «Al fin y al cabo se trata de conocer las limitaciones y adaptarte a ellas. Yo, por ejemplo, no puedo hacer grandes caminatas ni nadar bien por culpa de los movimientos que tengo que hacer, pero en cambio voy a balnearios que me gratifica mucho. También cantar y hacer teatro», confiesa.

De la misma manera dejar su puesto de trabajo le supuso un chute de energía. «Hubo unos años que estaba verdaderamente bien, pero con el paso del tiempo empecé a tener goteras hasta el punto de no poder levantarme de la cama. Era yo o me moría», reconoce Clara Martínez. Sin embargo, pese a las dolencias, «no me jubilaron porque ya tenía diagnosticada la enfermedad desde el principio». Además, «como no aparentaba estar enferma porque siempre me arreglaba y la procesión va por dentro, la empresa, Fusba (Fundación Laboral Santa Bárbara), no me ayudó mucho puesto que no me creía y después de 22 años acabó despidiéndome».

Establecer prioridades

Una «drástica» decisión que supuso un antes un después en su vida. «Tardé un par de años en recomponer piezas, pero ahora estoy feliz como una perdiz. Ahora tan solo hago lo que me beneficia. Prácticamente de esfuerzos ninguno, puesto que el día que me meto a hacer cosas porque me apetece pues luego estoy reventada. No solo conozco mis límites sino también mis dolores. Con una patología crónica este es de serie, y, por tanto, cuando no lo reconozco ya sí me pongo en alerta y acudo al médico», manifiesta.

En este punto, Clara Martínez aconseja no agobiarse. «A veces hay que tomar decisiones en la vida, aunque sean difíciles de tomar. Tienes establecidas unas prioridades y tú eres la prioridad. Lo que venga vendrá. En estos casos hay que mantener una actitud positiva. Si te metes en el círculo de que todo está mal no prosperarás. Hay que romper y buscar alternativas. Rodearte de gente optimista y tirar para adelante porque no queda de otra», recomienda.

Un auténtico testimonio de superación que forma parte de la asociación Kurere, palabras que curan. Un espacio donde las personas, ya sean pacientes, personas que cuidan y/o entorno cercano, pueden encontrar, contar y compartir historias de resiliencia. «Los conocí a través de una persona que está en la Consejería de Salud y tenemos muy buena relación. Me parece estupendo lo que hacen porque cuando vives lo tuyo piensas que nadie pasa lo mismo tú. Pero sí lees las historias vida, te das cuenta de que lo tuyo no es nada en comparación. Hay gente pasándolo mal realmente y que aún así tienen ánimo de superación», resalta antes de sentenciar con que «al final lo importante es estar aquí y poder contarlo».