Una madrileña que cambió la ciudad por una aldea de Piloña: «La Asturias de verdad la he conocido viviendo aquí»

Carmen Liedo REDACCIÓN

ASTURIAS

Simone, María y el hijo de ambos en la pastelería L'Ablana
Simone, María y el hijo de ambos en la pastelería L'Ablana

María Aparicio y su familia, que participan en el programa «Volver al Pueblo», llevan tres años en Cardes y han puesto en marcha una pastelería: «Las ciudades en algún momento van a ser insostenibles»

07 ago 2022 . Actualizado a las 05:00 h.

María Aparicio, Simone Colla y su hijo es una familia compuesta por una madrileña, un italiano y un barcelonés que decidieron, en un momento dado de sus vidas, volver al pueblo de facto y como participantes del programa del mismo nombre que ha impulsado por la Confederación de Centros de Desarrollo Rural (Coceder), colectivo que les ayudó a buscar ese lugar idóneo en el que echar nuevas raíces y que les aportó información para sacar adelante la idea de poner en marcha un negocio.

Con la perspectiva que le da conocer el ritmo vertiginoso de las ciudades tras haber residido en varias en distintos países del mundo, llevar tres años viviendo en Piloña y haber vivido la pandemia en una casa de pueblo, María no tiene duda de que fue un acierto venirse a vivir al Principado, una opción que recomienda «porque Asturias es maravillosa» y porque tiene claro que «las ciudades en algún momento van a ser insostenibles», por lo que tiene claro que «la gente va a acabar en zonas más apartadas». «A todos nos hace falta cambiar el chip», sentencia.

Esta madrileña de Alcalá de Henares relata su historia de cómo acabó en el pueblo de Cardes (Piloña) con la satisfacción de saber, hoy por hoy, que fue una buena decisión. Tras dejar su casa de Madrid muy joven, se fue a trabajar como educadora social a Barcelona, donde conoció a su pareja, Simone Colla, un pastelero formado en Italia que ha desarrollado toda su carrera en hoteles de 4 y 5 estrellas en países como Suiza, Japón, Inglaterra o México. Tras nacer su hijo, Simone tuvo una buena oportunidad laboral y toda la familia se trasladó a México, donde estuvieron dos años. A vuelta de este país, fue cuando María y Simone se replantearon dónde establecerse: si volver a Barcelona o buscar lugares alternativos porque «él quería irse de la ciudad», explica María. La idea inicial era «buscar un sitio intermedio entre Madrid e Italia y, aunque barajamos Francia, nos resultaba inviable».

«El norte de España siempre nos había gustado. Cuando yo era niña vine mucho a Asturias y también iba a Cantabria y fue en estas regiones donde empezamos a buscar casas de alquiler y opciones de trabajo», cuenta María, que añade que en una visita que habían realizado Simone y ella al Principado «él se enamoró de Oviedo y de los pueblos de aquí», por lo que «al final estimamos que Asturias era un sitio neutral» para vivir.

Reconoce que inicialmente se sintieron bastante perdidos a la hora de buscar dónde establecerse porque empezaron a hacerlo de forma independiente. «De la región conoces sólo lo turístico, pero la Asturias de verdad la he conocido ya viviendo aquí. Hay millones de sitios y muy desconocidos», comenta. De hecho, asegura que ella antes «la zona de Piloña ni la conocía», por lo que para esta familia fue todo un descubrimiento que David García Carbajosa, director del programa, les hablara de Volver al Pueblo: «Me puse en contacto con el Centro de Tapia de Casariego y con el Prial y a partir de ahí empezó a surgir todo».

Desde esta asociación les facilitaron el contacto de alguien que alquilaba casas y tras ver dos, «nos encantó una de ellas». Si bien al principio se instalaron en ella, ahora esta familia ha decidido comprarse una vivienda en Cardes, un pueblo del que valoraron que está «muy cerca de Infiesto, donde hay centro de salud, colegio, instituto y que está bien comunicado con ciudades como Oviedo o, incluso, con Madrid.

«Para nosotros la pandemia fue otro rollo»

A este pueblo llegaron en agosto de 2019 incorporándose plenamente a la vida del municipio. «Nuestro hijo empezó al cole en septiembre de ese año, pero en marzo del siguiente nos cerraron por la pandemia», señala María, que añade que durante unos meses Simone también trabajó aquí en Asturias.

El tiempo de pandemia, explica, les dio perspectiva y conciencia de lo acertado de la decisión. «Estábamos en una casa con jardín y huerta, con unos vecinos maravillosos que te traen una lechuga, unos tomates o lo que tengan… Fue otro rollo», comenta comparando que su familia y amigos tuvieron que pasar las semanas de confinamiento en pisos. «Yo no he vivido la pandemia igual que ellos. Me pilla en Barcelona y me tiro por la ventana», dice irónicamente, pero teniendo en cuenta que el piso que tenían en la ciudad condal «tenía un balcón en el que apenas entrabas de lado y que daba a un patio interior».

María añade que la pandemia, con todo lo dura que fue en general, les dio oportunidad para estar con el crío y el tiempo necesario para pensar y perfilar todos los aspectos del negocio que querían montar: una pastelería. «Pensamos en una pastelería porque en el municipio no había muchas y comparamos con las que había en otros sitios con una población similar», cuenta. Si bien reconoce que en un momento se les complicó el desarrollo del negocio por los cierres perimetrales, también tuvieron mucha ayuda de entidades como el Centro de Empresas de Valnalón. Aunque en Infiesto hay dos pastelerías tradicionales, se decidieron a montar L’Ablana, como se llama su negocio, porque los productos que querían ofrecer son diferentes a los que se ofrecen en las otras pastelerías. «Simone es un pastelero muy moderno, con una formación muy moderna y vanguardista, con mucha innovación en las técnicas y eso es algo muy positivo para ofrecer algo diferente», precisa.

La apertura del negocio la hicieron en enero de 2021 y María considera que fue un paso más en la integración en la sociedad piloñesa, donde, afirma, se han adaptado bien tanto ellos como su hijo. De hecho, ella estuvo trabajando para Coceder durante algunos meses como educadora social y desde que han puesto en marcha el negocio han tenido siempre a una persona contratada para ayudarles con la pastelería. «Queríamos tener unas raíces y un entorno estable. Eso de momento lo hemos encontrado en Piloña y, por eso, hasta nos hemos comprado una casa y hemos puesto en marcha un negocio», argumenta María Aparicio, que añade que la idea que ellos tienen es que el negocio «nos permita desarrollarnos como profesionales de la pastelería y que, además, tenga un impacto positivo sobre el territorio», impacto que generan, por ejemplo, con la contratación de personal para ayudar en la pastelería, ya que al menos siempre tienen a una persona en plantilla. «Y si pudiéramos contratar más gente, lo haríamos», apostilla.

«Asturias, un lugar maravilloso»

Pero María reconoce que también tienen contrapartida por parte de sus nuevos vecinos y clientes: «yo no me lo esperaba con la apertura del negocio, pero la gente fue increíble. Casi sin conocerte, está dispuesta a echarte una mano». Estima que en buena medida puede ser porque «perciben que estás dispuesta a quedarte en la zona», a lo que también añade que «es gente que está abierta a que venga gente nueva al pueblo».

A quienes están barajando la idea de cambiar la ciudad por el medio rural, María les explica que el programa Volver al Pueblo es una base de recursos que ayuda mucho, «una base que no tienes de otra manera cuando llegas a un lugar nuevo. Hay profesionales que te apoyan, y eso es de agradecer», comenta. «La vida rural, además de los beneficios obvios de vivir en la naturaleza y fuera de la contaminación y el ruido, es cambiar el chip», considera esta madrileña afincada en Cardes, que ahora ve que «la cultura de la ciudad es la sobreexplotación de todo y una inmediatez que no te hace falta». «Aquí la mentalidad es mucho más tranquila, hay sostenibilidad porque se gasta muchísimo menos y la vida es más real. Tomas conciencia de cosas que no ves en la ciudad, como que la leche sale de la vaca», argumenta. Así, opina que «las ciudades en algún momento van a ser insostenibles y la gente va a acabar en las zonas más apartadas». Y para los que se animen a hacer ese cambio, la recomendación de María Aparicio es, sin duda, «Asturias, porque es un lugar maravilloso».