«Te diagnostican un problema de salud mental y es complicado digerirlo. Te preguntas si estás loco. Hasta que lo asumes»

ASTURIAS

Salvador López, presidente de SAMO / TOMÁS MUGUETA
Salvador López, presidente de SAMO / TOMÁS MUGUETA

Entrevista con Salvador López, presidente de la Asociación Salud Mental Oviedo

02 dic 2022 . Actualizado a las 05:00 h.

Salvador López es el presidente de la Asociación Salud Mental Oviedo (SAMO). Nacido en Madrid en 1968, vive en Asturias desde hace 18 años. Actualmente es vecino de La Fresneda. Hace unos años, tras lidiar con varias adicciones, le diagnosticaron un trastorno de la personalidad, y desde entonces lucha por librar a las enfermedades mentales del estigma que aún padecen en la sociedad.

-¿Hemos avanzado algo respecto a la imagen que tiene la salud mental en la sociedad?

-Queda mucho camino que recorrer. La salud mental sigue siendo un tema tabú. Las personas que padecemos problemas de salud mental tenemos miedo a decir que tenemos un trastorno por el rechazo o el estigma de la sociedad hacia nosotros. Creo que se deberían dedicar más recursos y, además, se debería atajar ya en el plano educativo. Desde el colegio, hablar de la salud mental como algo normalizado, como el resto de enfermedades.

-Además, es un campo muy amplio. Hay una gran diversidad de enfermedades.

-Claro, y cada persona es un mundo diferente. Lo primero que nos pasa es que no sabemos que nos pasa. Recientemente leí un artículo de Iniesta, el futbolista, que decía que cuando llegaba por la noche no sabía qué le pasaba. Era algo en su cabeza, pero no sabía el qué. Es un mundo muy complejo. Y hay diagnósticos muy diferentes: esquizofrenia, trastorno bipolar, depresión, ansiedad, trastornos de la alimentación, etcétera.

-Supongo que será muy importante diagnosticar la enfermedad cuanto antes.

-Claro, como cualquier otro tipo de enfermedad. Cuando antes te lo diagnostique un profesional, mucho mejor lo vas a llevar. El problema, muchas veces, es que no se le hace caso al problema. Los padres le pueden echar la culpa a la edad, a que están todo el día con el móvil, a los videojuegos, o a que no salen. Muchas veces el hijo sufre y no se comenta, no se dice. Por eso la labor del orientador en el colegio es muy importante. Que vean que los niños tienen algo y trasladen las cosas a padres y profesionales. Es muy importante, porque cuanto más se deje pasar es peor.

-Es entonces, un poco labor de todos.

-Sí. Las estadísticas dicen que una de cuatro personas en el mundo padece o padecerá un trastorno de salud mental. A lo mejor no me toca a mí, pero le toca a mi pareja, mi hijo o mi compañero de trabajo. Muchas veces, cuando no nos toca de lleno lo dejamos de lado. Siempre pensamos que a nosotros no nos va a pasar. Qué importante es saber que a nosotros nos puede pasar, o a un familiar o un amigo, y tenemos que estar ahí, pendientes.

-Háblenos de su caso.

-Lo mío viene derivado de la infancia. No me supe adaptar a la familia, era una persona muy distante. Tuve muchísimo cariño de mis padres y mi familia y no supe acogerlo. Y luego tuve un problema, trabajando en la hostelería, con el alcohol y las drogas. Tengo un trastorno de la personalidad unido a la depresión recurrente y las adicciones. El diagnóstico de enfermedad mental fue debido al abuso de sustancias tóxicas. Vi que tenía un problema aparte de las adicciones, porque algo me pasaba en la cabeza. Fue cuando di el paso y me puse en manos de profesionales.

-¿Cuándo lo vio como un problema peculiar?

-Por entonces, viajaba por España impartiendo cursos de prevención de riesgos laborales. Yo veía que buscaba mucho la soledad. Me apetecía tomar cervezas en casa solo, cerraba las persianas y desconectaba el teléfono para que nadie me molestara. En 2008 me di cuenta de que a mí me pasaba algo aparte de los problemas de adicciones. Fue cuando la psiquiatra me dijo que además de la depresión recurrente y las adicciones, tenía un trastorno de la personalidad. Ingresé en una comunidad terapéutica para quitarme de las adicciones, que fue lo importante —llevo seis años abstinente—, y comencé con la medicación, que no es la panacea, pero ayuda bastante. Por supuesto, estoy muy agradecido con los profesionales de la salud mental, así como con la familia y los amigos.

-¿Cómo fue para usted el proceso de contarle a todo el mundo qué tenía?

-Fue un paso muy importante. Yo no lo quería reconocer. Pensé que por tomar cervezas y consumir drogas no pasaba nada. Y que el tema de estar metido en casa era porque estaba cansado de toda la semana viajando y no quería que me molestaran. Yo no lo veía como un problema. Y al no querer reconocerlo es muy difícil que la gente te ayude. Te dicen lo que tienes que hacer y por un oído te entra y por otro te sale. Hasta que llega un momento en el que ves que no vas por buen camino, y que esto va a más. Y cuando ya te diagnostican un problema de salud mental es muy complicado digerirlo. Te preguntas si estás loco. Hasta que lo asumes y lo llevas al día a día es muy difícil. No es tan fácil.

-¿Es por ese estigma del que hablaba? Si tienes un esguince, lo cuentas y ya está. Con la salud mental no ocurre lo mismo.

-Sí, pero también está que realmente no sabes lo que te pasa. Si voy al traumatólogo porque me duele la rodilla, me la miran y está. Para el tema de la cabeza no hay radiografías. No sabes realmente lo que hay.

-¿Una vez que da el paso hay una especie de liberación?

-Sí. Es como si te quitaras un peso de encima, como si te quitaras una mochila de 50 kilos. Ya lo he soltado, ya sé lo que realmente me pasa y ahora ya depende de mí si quiero ponerme en manos a la obra y empezar a hacer caso a lo que me dicen o pasar de todo y decir que no me pasa nada. Yo tomé el paso de decir: a mí me pasa algo y voy a poner solución. Con ayuda, evidentemente, pero sobre todo por mi parte. Dar un paso al frente e ir a por todas.

-Es lo que recomienda a personas con enfermedades mentales, ¿no? Decirlo cuanto antes.

-Claro. Cuanto antes se sepa el problema, mucho mejor. Por ejemplo, que los padres estén atentos de la evolución del día a día de los hijos. Las notas, las redes sociales, si salen o no salen. Si lo dejan con la novia o con el novio, esos pequeños bajones. Sobre todo, comunicación y hablar. Y a la persona que detecta que hay un cambio en su vida, que algo está pasando, que lo comente, que no pasa nada. Hay que hablarlo, decir que algo te pasa. Ir al médico y que te aconseje. Para eso están los profesionales. Puede ser un bajón temporal por circunstancias o puede ir a algo más. La prevención es muy importante.

-Hay enfermedades más estigmatizadas que otras, ¿no?

-Los diagnósticos todos son importantes, pero algunos son más livianos en comparación con un trastorno límite de la personalidad, una bipolaridad o sobre todo la esquizofrenia, porque viven en un mundo paralelo, en situaciones que no son normales, que oyen voces, etcétera. Entonces, decir abiertamente que alguien padece esquizofrenia es complicado. Es lo más fuerte, pero debe tratarse igual que un cuadro de ansiedad o depresión. Lo mismo.

-Usted es un ejemplo de cómo lidiar con la enfermedad mental. Su actitud viene a demostrar que el mundo no se acaba por padecerla.

-Todas las personas que padecemos cualquier problema de salud mental llevamos una vida normal. Yo tengo mi familia, vivo en pareja, tengo mis hijos, hago una labor, deporte, cursos. Gente que está con nosotros en la asociación está trabajando, haciendo cursos, sale, etcétera. Hay muchos mitos. Que una persona con problemas de salud mental no puede trabajar es falso. Que no puede tener una familia es falso. Es cierto que tenemos el hándicap de tomar una medicación para toda la vida. Hay gente que está en contra de la medicación, yo estoy en contra de la sobremedicación. Pero una medicación controlada, en momentos puntuales, ayuda. Podemos llevar una vida totalmente normalizada. Mejoramos nuestra calidad de vida psíquica, física y social. Y no estamos limitados. Las personas con trastornos de salud mental tienen otro tipo de capacidades. Tenemos discapacidades, pero eso no nos limita hacer la actividad diaria de cualquier otra persona. Evidentemente, siempre estamos supeditados a un seguimiento por un facultativo, pero eso nos ayuda.

-Y tendrán que cuidarse.

-Sí. Tenemos que llevar hábitos de vida saludables. Pero como cualquier otra persona. En exceso todo es malo. Para nosotros, el deporte es un pilar fundamental en la mejora de la calidad de vida. La práctica asidua del deporte la mejora muchísimo. De hecho, siempre decimos que un euro invertido en deporte son tres euros ahorrados en sanidad. Con la práctica deportiva conseguimos que las personas que acudan a nuestra asociación reduzcan los psicofármacos y los ingresos hospitalarios; se están incentivando las relaciones sociales o la búsqueda de trabajo. Les inculcamos unos hábitos de vida saludable, unos compromisos y unas rutinas que son fundamentales para cualquier persona y más para personas con problemas de salud mental.

 -Habrá la otra cara de la moneda, quien se escude en la enfermedad para no hacer nada.

-Por desgracia, hay bastante gente que se escuda detrás de la enfermedad para no salir, no trabajar, no estudiar, no hacer deporte. Por eso son tan importantes la ayuda familiar, los centros psicosociales, los centros de salud mental y la sociedad en general para apoyarnos, para que nos den ese pequeño empujón para salir adelante. Por desgracia, hay gente que está sola, pero para eso existen las asociaciones. Para brindar ese apoyo. El problema de la salud mental no es una moda que se va a acabar. Creo que va a ir a peor. La salud mental va a ser la principal causa de discapacidad en el mundo. Tenemos que poner todos los medios.

-¿Ha notado algún cambio en los últimos años en el tipo de gente que acude a la asociación?

-Sí, sobre todo que cada vez viene gente más joven. Desde 2001 la media de edad estaba entre los 40 y los 45 años. Ahora ha bajado a 30 años. El año pasado dimos cobertura a unas 80 personas, este año daremos entre 90 y 100 personas.

-¿Puede ser también una buena señal, que la gente está más concienciada y por eso acude a pedir ayuda?

-Sí. En parte, gracias a los famosos. Andrés Iniesta, el cantante de El Canto del Loco o el humorista Ángel Martín. Qué importante es que la gente famosa reconozca que va a un profesional. La gente joven se está animando. Se pregunta, si este famoso va a un profesional, ¿por qué no voy a ir yo? Por eso, quizá que haya cada vez más gente joven pueda considerarse bueno y malo. Está el problema pero, al menos, quieren buscar una solución.

-¿Qué consejo les daría a los jóvenes para minimizar su riesgo de padecer trastornos mentales?

-Sobre todo, les diría que la vida es demasiado bonita para perderla, y no pasa nada porque te diagnostiquen un problema de salud mental. Son como otro tipo de enfermedades, que se tratan con un seguimiento y mejorando nuestros hábitos.  Y para evitarlas, hay que subrayar la importancia de los hábitos saludables. Evitar caer en esas adicciones: el alcohol, las drogas, las redes sociales, el juego on line pueden acabar en un problema de salud mental.  ¡Qué importante es tener buenos hábitos! Combinar buena alimentación con el deporte. Limitar las redes sociales a unas horas al día, no abusar del juego. El problema es que, incluso sin darte cuenta, te aíslan y puedes acabar teniendo muchos problemas. El alcohol, ni gota, y las drogas, nada de nada. En este caso, los tomas para desinhibirte y al final no lo controlas. Hay que tener mucho cuidado.