El espectacular incremento de viviendas turísticas en Asturias que los hoteleros achacan a una legislación «laxa»

ASTURIAS

María Pedreda

El sector se ve en desventaja frente a las viviendas de alquiler vacacional, cuyo número de plazas pasa en 10 años de unas 1.600 a más de 11.000

21 ago 2023 . Actualizado a las 05:00 h.

Las viviendas de alquiler vacacional han experimentado en Asturias un crecimiento extraordinario. Según datos oficiales, el número de plazas en este tipo de residencias estaba en 2012 en 1.678, distribuidas en 294 viviendas. Tan solo diez años después, en 2022, la cantidad ha ascendido a 11.616 plazas y 1.917 viviendas. Son 9.938 plazas más y un aumento del 592 por ciento.

Es una nueva forma de atraer al turismo con unas reglas diferentes, que ha encontrado reticencias en el sector hotelero, que considera que el trato hacia uno y otro tipo de alojamientos es desigual. El vicepresidente de Hostelería y Turismo de Asturias (Otea), Fernando Corral, ha asegurado que hay «una gran proliferación de viviendas que existen y no están dadas de alta, que no son legales» y, en cualquier caso, las que sí tienen todos los permisos en regla, han obtenido una legalización por parte del Principado «con una legislación muy laxa, en la que las exigencias son mínimas en relación con los establecimientos reglados de uso hotelero».

Corral explica que cualquiera puede explotar estas viviendas: «siendo una persona física, no hace falta ser una empresa ni estar dado de alta en la Seguridad Social o en autónomos, y a partir de ahí, se juega con rentabilidades muy diferentes». Es decir, que los hoteles están en franca desventaja porque tienen que cumplir muchos más requisitos y hacer frente a mayores costes.

Otra cuestión es la contribución desde el punto de vista fiscal que hace el empleo turístico. Fernando Corral subrayó que «en un estudio que se ha hecho a nivel nacional, se ha demostrado que por cada 100 plazas hoteleras se generan 50 puestos de trabajo, mientras que por cada 100 de viviendas turísticas se generan 9. Y la mayoría de las viviendas turísticas no generan ningún tipo de empleo. El propietario es el que, como actividad complementaria, hace las camas camas y las reservas y ese tipo de cosas». Al tratarse de una persona que se dedica a otra cosa y alquila la vivienda como un extra, «su contribución desde el punto fiscal es mínimo, cuando el turista está consumiendo los mismos recursos que en otros establecimientos que contribuyen más».

Los propios hoteleros habían potenciado el desarrollo del reglamento de viviendas de uso turístico, que se llevó a cabo en 2016, porque querían que dejase de ser ilegal y hubiese inspecciones y controles. Sin embargo, se encontraron con que la norma, a su juicio, es demasiado permisiva. «Simplemente con una declaración responsable se puede alquilar una vivienda de uso turístico», sostiene Corral. Por contra, el hotel está muchísimo más controlado y tiene que cumplir más requisitos y exigencias, como las inspecciones de los Organismos de Control Autorizado (OCA), que corren siempre a su cargo mientras que en la vivienda las pasa la comunidad de vecinos.

Pero, a su juicio, esta laxitud en la normativa que ayuda a la proliferación de las viviendas vacacionales no solo afecta al sector hotelero sino a las condiciones de vida de las localidades. «Cuando hay un negocio que es muy lucrativo y que interesa a las personas que alquilan pisos en zonas turísticas, y es más rentable hacerlo de otra manera, se produce una deslocalización de la actividad tradicional para personas que vienen a alojarse a esa zona», asegura el vicepresidente de Otea, que pone el ejemplo de Baleares, donde «no hay alquileres disponibles para profesionales desplazados allí, como pueden ser médicos o policías». Además, está la seguridad: «hay mucho mayor control sobre las personas que se alojan en hoteles».

En su opinión, esta es una cuestión que, «o se le pone freno o generará un problema importante de convivencia de todo tipo». No se opone a que exista este tipo de alquiler, «pero tiene que estar regulado de manera seria, desde un punto de vista empresarial y de actividad económica, que es lo que es».

Por el momento, el peso del alquiler vacacional en las ciudades más importantes, al menos el que consta en los registros oficiales, no es muy acusado. Gijón tiene registradas 487 plazas, mientras que Oviedo cuenta tan solo con 178. Estos datos contrastan  de forma muy llamativa con los pueblos del oriente de Asturias, que a pesar de que tienen un tamaño muy inferior cuentan con una oferta muy alta de viviendas de alquiler vacacional. La cifra más alta la ostenta Llanes, con mucha diferencia respecto al resto de municipios: 3.145 plazas. Le siguen Villaviciosa, con 897 plazas; Cangas de Onís, con 745 plazas, y Ribadesella, con 660.