El diseñador de interiores asturiano que ha dejado Milán por Bimenes: «Es mi raíz verdadera»

Cristina Centeno
Cristina Centeno REDACCIÓN

ASTURIAS

A la izquierda, Miguel Reguero en un rincón de «La Nave». A la derecha, uno de los espacios donde guarda diseños y muestrarios para que todo sea personalizable.
A la izquierda, Miguel Reguero en un rincón de «La Nave». A la derecha, uno de los espacios donde guarda diseños y muestrarios para que todo sea personalizable.

Miguel Reguero, de origen ovetense, acaba de abrir en el concejo de sus abuelos La Nave, un estudio diáfano y completamente adaptable a cada cliente desde el que traza sus proyectos. La pandemia le cambió la vida pero regresó de Italia con la maleta «cargada» de ideas con las que asentarse en el medio rural en un momento en el que «no hay fronteras»

17 feb 2024 . Actualizado a las 09:11 h.

Miguel Reguero estuvo siete años en una de las grandes mecas del diseño: Milán. El ovetense estudió arquitectura, pero pronto descubrió que la parte técnica no era lo suyo, mientras el diseño de producto y de interiores empezó a despertar su interés. Centró su formación en ello y consiguió una beca para estudiar en la ciudad italiana, donde ha podido trabajar con reconocidos maestros y descubrir desde dentro las marcas más aclamadas. Se sumergió de lleno en el mundo del diseño hasta que en 2020 la pandemia le cambió la vida y se planteó volver a Asturias, donde acaba de abrir un estudio nada convencional. 

«El motivo fundamental del regreso fue el coronavirus, supuso un cambio de esquemas y de prioridades y decidí volver a casa. Llegué con la maleta cargada de Italia y nada más aterrizar empecé a replantear mi trayectoria e intentar introducir mi proyecto aquí», cuenta. Se puso como objetivo emprender y lo hizo, además, en el medio rural. Concretamente en Bimenes, donde se fue a vivir y a trabajar. Para él el concejo es su «raíz verdadera», puesto que de allí eran sus abuelos, que ya no están. «Utilicé una propiedad familiar, que teníamos allí medio abandonada y posiblemente hubiésemos vendido, para organizar mi vida y mi trabajo», explica.

A priori el diseño de interiores se puede relacionar con grandes urbes, pero Miguel Reguero vio infinidad de ventajas en el medio rural para asentar su proyecto. Así puso en marcha La Nave, su estudio. Un espacio diáfano y de paredes blancas que nada tiene que ver con una tienda física al uso. «Ofrezco un lugar tranquilo en medio de la naturaleza para reunirme con clientes que verdaderamente tienen unas necesidades, y en esta naturaleza surge el proyecto», afirma. Además, admite que continúa trabajando desde Bimenes con grandes diseñadores en Milán: «Ahora mismo no hay fronteras».

Tiene mobiliario de diseñadores nacionales e internacionales y artículos de diseño propio, con colores vivos que se equilibran a la perfección.
Tiene mobiliario de diseñadores nacionales e internacionales y artículos de diseño propio, con colores vivos que se equilibran a la perfección.

Para poner en marcha su idea ha contado con una ayuda Leader con la que ha adecuado el espacio de la antigua casa de sus abuelos. Un punto «muy bien posicionado, en el centro de Asturias y al que el cliente viene para encontrarse algo totalmente personalizado», explica Miguel Reguero. Otra de las grandes ventajas que vio a instalarse en Bimenes y volver a sus orígenes.

¿Qué es La Nave?

La Nave, como ha denominado a su proyecto físico, es un espacio diáfano y de paredes blancas en el que hay mobiliario tanto de marcas nacionales como internacionales, además de decoración y otros utensilios que en algunos casos diseña él mismo. La clave está en lo personalizable. «Es una muestra de todo lo que se puede conseguir y personalizar. Desde decoración y menaje de cocina a amueblar la casa de manera integral, un servicio de principio a fin que va desde la distribución de la vivienda a la ropa de cama, o sea, todo», detalla. En definitiva, una especie de muestrario en tres dimensiones que Miguel Reguero adapta para cada cliente en función de sus necesidades e ideas. 

Además, en La Nave recibe a cada cliente con «intimidad» y sin interrupciones, puesto que no es una tienda al uso en la que quien pasea por la calle entra y compra sin tener una necesidad específica. A esta atmósfera tranquila también contribuye el hecho de estar asentado en el medio rural. El espacio está pensado, al final, para que el cliente visualice su proyecto y decida los detalles.

En los elementos que Miguel Reguero tiene expuestos mandan los colores vivos, que destacan más si cabe sobre las paredes blancas. «Para mí no hay ningún color que a priori sea descatalogable y que no se pueda usar. Todo se puede usar, pero hay que equilibrarlo. En mis proyectos es el cliente el que lleva la batuta y da las directrices. Te explica cómo vive el espacio y qué importancia tiene para él el color. Si prefiere sentirse tranquilo o tener un sitio en el que invitar a amigos y que sea un espectáculo», confirma. Eso sí, da un consejo: «El color es importantísimo y no debemos de caer en usar todo neutro por miedo. Pero ojo, hay que tener en cuenta que cuantas más piezas en color, más difícil será equilibrar la balanza».

«La Nave» es un espacio diáfano y de paredes blancas que el diseñador asturiano ha convertido en una especie de muestrario en tres dimensiones.
«La Nave» es un espacio diáfano y de paredes blancas que el diseñador asturiano ha convertido en una especie de muestrario en tres dimensiones.

En cuanto a su inspiración, asegura que es el propio cliente el que «aporta luz», lo que unido a su trayectoria desemboca en el resultado final. Además, «el diseño de interiores supone formación constante, no termina nunca», asegura el asturiano. Por eso no para de actualizarse y confiesa que se «sumerge» y se adapta a cada proyecto. «Si es de restauración y el tipo de comida es asturiana, lógicamente vamos a ir a la raíz y a partir de ahí aportamos el toque que sea necesario», admite. 

Quizá su implicación impide que elija de entre todos sus proyectos el más especial. «Con todos ellos he sumado muchísimo», confiesa. Aunque le llena especialmente lo relacionado con el diseño de producto: «Cuando he podido diseñar una pieza que no existe en ningún sitio más que allí, marca mucho», asegura. Y pone como ejemplo un piso de Avilés en el que él mismo diseñó el suelo de la cocina, fabricado después por la empresa local Hidráulicos L'Ordaliegu, unos artesanos de Laviana. También tiene su propia colección de copas, que realizó para la Real Fábrica de Cristales de la Granja. «Todo lo que es diseño de producto deja todavía mejor sabor de boca, pero para mí todos los proyectos de diseño de interiores han sido una aventura fantástica», subraya.

¿El diseño de interiores es apto para cualquier bolsillo?

Miguel Reguero asegura que la clave para una decoración adecuada está en el «buen gusto», que también tienen personas no relacionadas con el mundo. Eso sí, los profesionales de esta disciplina tienen las herramientas necesarias «para saber cómo actuar en determinados momentos y cómo equilibrar una balanza que se desequilibra constantemente». «Durante la obra, mismamente, hay decisiones para las que una persona sin formación tendría más problemas, aunque hay cosas fantásticas hechas de manera individual», reconoce.

Para Miguel Reguero no hay ningún color prohibido, todos los elementos tienen que buscar el equilibrio.
Para Miguel Reguero no hay ningún color prohibido, todos los elementos tienen que buscar el equilibrio.

La importancia de contar con la figura de un diseñador de interiores tiene que ver con generar un hilo conductor que recorra todos los espacios «de principio a fin, con una coherencia y sin desvíos». Ese es el secreto de un espacio bien decorado a su juicio, aunque dentro de eso «hay millones de estilos e ideas». En su caso, domina la decoración mediterránea o los ambientes neutros, así como la estética wabisabi, de origen japonés.

Miguel Reguero es rotundo al hablar del desembolso económico. Cree que contar con un diseñador de interiores es apto para cualquier bolsillo. «En cualquier proyecto hay que renunciar a cosas, porque no puedes tenerlo todo. Pero se puede hacer con todos los presupuestos», garantiza. Eso sí, admite que ciertas piezas que «tienen una industrialización o una mano de obra muy ardua» el precio se incrementa. Mientras que hay elementos «asequibles y muy bien hechos» que permiten decoraciones más modestas «pero no por ello peores». «Se pueden hacer cosas bonitas, importantes y que tengan un porqué con todos los presupuestos», concluye.

La Nave va dándose a conocer poco a poco entre el vecindario, que se sorprende al conocer el proyecto de Miguel Reguero, si bien no es su público mayoritario. En Bimenes ha asentado las bases de su plan de vida, con el que espera seguir creciendo fuera de las fronteras del Principado. Unas raíces que, confía, sean solo el germen desde el que se extienda el trabajo de este diseñador asturiano.