El viaje en el tiempo de la ciudad de vacaciones de Perlora: de acoger a miles de veraneantes al abandono más absoluto
ASTURIAS
El complejo vacacional, que vivió su esplendor en las décadas de 1960 y 1970, afronta su renacer para convertirse de nuevo un referente del turismo en Asturias
20 ago 2025 . Actualizado a las 05:00 h.La decadencia de la ciudad de vacaciones de Perlora podría tener los días contados. El Plan Especial de Protección y Reforma Interior (PEPRI), ya registrado en el Ayuntamiento de Carreño, aspira a devolver el esplendor a un espacio que durante décadas fue destino vacacional de referencia para miles de familias asturianas y de toda España. Lo que fue un espacio que vio crecer generaciones enteras de veraneantes se prepara ahora para una nueva etapa tras casi dos décadas de puro abandono. La Administración ya trabaja en el giro de 180 grados que se llevará a cabo para recuperar el complejo y reactivarlo como un enclave turístico sostenible
La ciudad residencial de Perlora se inauguró en 1954, en plena dictadura franquista, como parte de la Obra Sindical de Educación y Descanso. El objetivo era claro: ofrecer a los trabajadores y a sus familias un lugar donde disfrutar de unas vacaciones dignas y asequibles, en un entorno natural privilegiado a orillas del Cantábrico. Se trataba de materializar la idea de un «hotel horizontal», una ciudad jardín que reuniera servicios comunitarios y una oferta de alojamiento amplia y variada. El proyecto urbanístico ocupó más de 30 hectáreas en la costa de Carreño y se plasmó en 274 viviendas de hasta 35 tipologías diferentes, diseñadas por distintos arquitectos que, siguiendo las pautas del Movimiento Moderno, combinaron racionalismo con guiños a la tradición asturiana. Muchos chalés incorporaban elementos inspirados en el hórreo o en las construcciones rurales locales, lo que confería al conjunto una estética singular y armónica.
Perlora contaba, además, con todos los equipamientos necesarios para funcionar como una verdadera ciudad: comedores colectivos, iglesia, instalaciones deportivas, zonas verdes, espacios de recreo y hasta servicios de guardería. El complejo estaba concebido para que las familias pudieran vivir en comunidad durante su estancia vacacional, fomentando la convivencia y el descanso.
Época dorada e inicio del declive
Durante los años 60 y 70, la ciudad vivió su época dorada. Cada verano albergaba turnos de hasta 2.000 personas, que llegaban principalmente desde Asturias pero también de otras regiones de España. Para muchas familias obreras, pasar unos días en Perlora era la oportunidad de acceder a unas vacaciones junto al mar que de otro modo habrían resultado inalcanzables. En las fotografías de la época se aprecia la vitalidad de un complejo que bullía de vida, con niños correteando por las avenidas, actividades deportivas y una animada vida social.
Sin embargo, el comienzo de la democracia marcó un punto de inflexión en la historia de Perlora. En la década de los 80, aunque el recinto siguió funcionando como ciudad vacacional durante varias décadas, el modelo comenzó a mostrar signos de agotamiento. El mantenimiento se fue deteriorando y las instalaciones empezaron a quedarse obsoletas frente a las nuevas formas de turismo que emergían en España. En 2005, parte del edificio central —la residencia y el comedor— fue demolido, y apenas un año después, en 2006, la ciudad residencial cerró definitivamente sus puertas como destino de vacaciones. Lo que había sido un referente del turismo social quedó de la noche a la mañana sumido en el silencio. Desde entonces, Perlora entró en una larga etapa de semiabandono, convertida en un espacio fantasma donde el tiempo parecía haberse detenido.
Durante estos casi veinte años, los vecinos y visitantes han asistido con impotencia a un proceso de deterioro constante. Los chalés fueron tapiados o cerrados, la maleza fue ganando terreno, las papeleras y muros se llenaron de basura y pintadas, y muchos edificios sufrieron un acusado desgaste estructural. La ciudad, que en su día simbolizó el ocio colectivo y la modernidad, pasó a ser un paisaje de ruinas y decadencia. Tanto es así que quienes paseaban por allí ya se referían al espacio como «un pueblo fantasma» en pleno litoral asturiano.
Intentos fallidos de recuperación y planes de futuro
A lo largo de estos años no faltaron proyectos para recuperar el complejo, la mayoría de ellos ligados a iniciativas de privatización. Ya en los primeros años 2000 se barajó una adjudicación a empresas privadas que se comprometieran a rehabilitarlo y explotarlo. Sin embargo, ninguna de esas tentativas llegó a buen puerto a pesar de que se seguían reclamando soluciones. En los últimos años, incluso vídeos virales en redes sociales mostraron el estado ruinoso de la ciudad residencial avivando así el debate sobre su futuro. Muchos se preguntaban por qué un lugar con tanto potencial turístico y patrimonial permanecía cerrado y deteriorado mientras Asturias luchaba por atraer visitantes.
El punto de inflexión llegó en 2025, cuando el Principado de Asturias y el Ayuntamiento de Carreño lograron consensuar un plan urbanístico específico: el Plan Especial de Protección y Reforma Interior (PEPRI), conocido como «Nueva Perlora». El documento, registrado oficialmente en el consistorio en agosto de ese año, estableció las bases para una recuperación integral del complejo vacacional y su reactivación turística.
El plan se apoya en dos grandes pilares. Por un lado, la protección patrimonial: se conservarán 31 edificios singulares, entre ellos varios chalés de especial valor, la iglesia, el edificio de recepción y el popular bar «La Cabaña». También se limitará la edificabilidad, reduciéndola en un 20% respecto a lo inicialmente previsto, con el objetivo de mantener la escala humana y evitar la masificación. Por otro lado, se impulsará una reforma sostenible y funcional. El recinto será prioritariamente peatonal, con accesos mejorados hacia las playas y el entorno natural. Se habilitarán unas 230 plazas de aparcamiento, lo que permitirá ordenar el tránsito y facilitar la llegada de visitantes sin saturar la zona. La idea es que Perlora empiece a recuperar a lo largo de 2026 su papel como espacio de ocio colectivo, pero adaptado a las necesidades y demandas del turismo del siglo XXI.