La Pizarra: Derbi de más

Pablo Fernández OVIEDO

AZUL CARBAYÓN

Javi Rozada durante el Real Oviedo-Sporting
Javi Rozada durante el Real Oviedo-Sporting César Quian

Analizamos en cinco claves el empate del Real Oviedo ante el Sporting

20 nov 2019 . Actualizado a las 09:41 h.

Suele decirse que los derbis son partidos aguerridos, sin ocasiones claras y de poca fluidez en el juego. Y puede que sea verdad, pero lo del domingo en el Carlos Tartiere fue demasiado incluso para un encuentro de máxima rivalidad. Real Oviedo y Sporting jugaron mal, no consiguieron dominar a su rival en prácticamente ninguna fase del partido y exhibieron una cantidad de imprecisiones impropias del fútbol profesional. Y el derbi no es excusa.

Las cartas sobre la mesa

No siempre pasa, pero las alineaciones elegidas por Javi Rozada y José Alberto dejaban a las claras qué partido buscaba cada técnico. Luego, los movimientos de los futbolistas sobre el césped hicieron el resto. En el lado carbayón, la entrada de Riki completó una línea de tres cuyo objetivo era recibir a la espalda del doble pivote rojiblanco. Recibir en condiciones de dar continuidad al juego, claro, algo que no sucedió en ningún momento del encuentro.

Por su parte, los rojiblancos plantaron una defensa de cinco con tres centrales y dos laterales que, aunque parecía que podían ejercer de carrileros, no pisaron campo rival salvo en contadas excepciones. Disputa aérea, ganar la segunda jugada y buscar al espacio a un incansable Djurdjevic. Ese era el plan de José Alberto.

Lolo González y Pablo Pérez, protagonistas no tan inesperados

El Oviedo no conseguía implantar el encuentro que había diseñado y el partido se empezó a disputar en el aire. En ese contexto, los focos apuntaban a dos futbolistas: Lolo González y Pablo Pérez. El segundo, titular por delante de Aitor García, pichichi del Sporting, partía desde la izquierda, pero su radio de acción dependía de dónde ponía el balón Mariño o los tres centrales rojiblancos. 

Para competir ante la envergadura del gijonés (casi 1,90 de altura) estaba Lolo González. El gaditano, compañero de Tejera en el doble pivote azul, fue el encargado de disputar con Pablo Pérez un porcentaje altísimo de los balones aéreos que se dieron en el partido. Y fueron muchos. En la segunda jugada de dicha disputa anduvo el encuentro, pero ninguno de los dos equipos conseguía afianzarse en campo contrario. 

Juanjo Nieto, de nuevo el único argumento

El problema del Real Oviedo con balón no es cosa del derbi. Los de Javi Rozada tienen un debe en dicha faceta y, cuando Saúl Berjón no está en el césped, se acrecienta todavía más. El ovetense es capaz de, recibiendo de espaldas y con la marca muy cerca, aguantar el balón y asentar al equipo en campo rival. Cuando el capitán no está, el colectivo no es capaz de subsanar dicha carencia.

En salida de balón, cuando Arribas, Christian, Carlos Hernández o Lolo intentaban iniciar jugada se convertían en el arma más peligrosa del Sporting. La superioridad numérica no se aprovechaba y los errores en el pase, en los perfiles al recibir y en la toma de decisiones eran una constante. En este contexto, y con la línea de mediapuntas siempre de espaldas y encimada, Juanjo Nieto volvió a aparecer. El castellonense, desde el lateral, se está acostumbrando a generar ventajas por pura conducción y desequilibrio individual. Sus llegadas, unidas a los apoyos de Sangalli, fueron el recurso más fiable del Oviedo en campo contrario.

Las disputas se tiñen de rojiblanco

La primera parte se murió y en el contador de ocasiones estaban dos de Ortuño y una de Djurdjevic, mérito las tres de la calidad individual de ambos delanteros más que de sus respectivos equipos. Tras el paso por los vestuarios, el delantero serbio del Sporting ejerció de punto de apoyo y lanzó varias contras, pero ninguna acabó con Champagne exigido.

Djurdjevic castigaba el flanco izquierdo de la zaga local, con Christian y Arribas sudando sangre para salir victoriosos de las disputas. Por primera vez desde que el derbi asturiano volvió al Carlos Tartiere allá por febrero de 2018, el Sporting estaba un poco más cómodo que el Real Oviedo. Algo que, hay que decirlo, no se tradujo ni en sensación de acoso al área carbayona. 

Un tramo final desangelado 

Después de que, por primera vez en todo el partido, Borja Sánchez se lograra girar provocando la tarjeta amarilla a Javi Fuego, Carlos Hernández remató tímidamente una falta lanzada por Tejera. Ese acercamiento marcó el inicio de un tramo final para olvidar en ambos conjuntos. 

Las imprecisiones eran la norma y en varias jugadas era difícil dirimir qué equipo estaba tomando la peor decisión. Lolo, el futbolista más visible del cuadro azul, era incapaz de dar continuidad al juego y la luz se apagaba cuando entraba en contacto con el balón. Rozada lo intentó sacando a Ibra, bajando a Sangalli al lateral y juntando a Omar Ramos con Tejera, pero no resultó. 

El césped estaba de aquella manera y el Sporting propuso una batalla farragosa, pero el derbi asturiano volvió a poner en evidencia que el Real Oviedo necesita urgentemente mejorar su ataque posicional. La gravedad de las consecuencias de esta laguna en el entramado de Javi Rozada la marcará el tiempo de baja de Saúl Berjón, pero no hay que esperar a que el capitán vuelva para subsanarla. Cuando los espacios no aparecen y el rival no quiere asumir el balón, puede que la presión tras pérdida y las transiciones a campo abierto no sean suficientes. Queda trabajo.