La Pizarra: El principio de algo

Pablo Fernández OVIEDO

AZUL CARBAYÓN

Javi Rozada durante el Real Oviedo-Albacete
Javi Rozada durante el Real Oviedo-Albacete Real Oviedo

Analizamos en cinco claves la victoria del Real Oviedo ante el Albacete

04 feb 2020 . Actualizado a las 13:19 h.

La puesta de largo del nuevo Real Oviedo no defraudó. Después de un mercado de invierno claramente enfocado a lo visto sobre el terreno de juego ante el Albacete, el resultado fue positivo. Habrá que esperar unas semanas para saber a dónde lleva este camino, pero lo que parece seguro es que Javi Rozada ya sabe qué quiere y, sobre todo, cómo conseguirlo. Algo que, por cierto, no se podría llevar a cabo sin los tres puntos ante el conjunto manchego. Sí, era una final.

Un objetivo clarísimo

Era un partido de urgencias y los dos banquillos lo sabían. El objetivo de ambos era que el balón estuviese el mayor tiempo posible cerca del área rival, y ahí el Real Oviedo sacó ventaja rápido. Los azules mordían, se llevaban las segundas jugadas y rápidamente acumulaban gente en campo rival (clave Tejera) para tener más opciones de remate. Así se explica el 1-4-4-2, un esquema que, si algo te permite cuando lo interpretas bien, es generar peligro con muy poco. 

El Albacete solo respiraba cuando encontraba a sus puntas, pero eso casi le sirvió para adelantarse en el marcador. Zozulya sacaba de posición a Christian continuamente, mientras que Acuña corría al espacio siempre un segundo por delante de Carlos Hernández. 

Ibra asienta, Saúl dirige

La nueva idea de juego solucionó, en parte, uno de los grandes problemas del Real Oviedo durante toda la temporada: los inicios de juego. A los azules les cuesta un mundo ganar metros con balón e Ibrahima Baldé llegó para solucionarlo. Cuando los centrales no encontraban a Luismi escorado (única manera de tener una salida limpia), el pase largo al delantero senegalés pasaba a ser el plan A.

Ibra, muy superior durante todo el encuentro a Caro y Arroyo y gran beneficiado de la distracción que representaba Rodri, bajaba el balón, daba continuidad al juego y hacía de engranaje entre los dos flancos. Como en los viejos tiempos del Oviedo de Anquela, el campo se inclinaba a la izquierda y aparecían Mossa y Saúl, que aunque no estuvieron del todo precisos en el último pase, sí pusieron en muchos aprietos a la defensa manchega.

Minutos inexplicables

Cuesta entender que, cuando Gorostegui Fernández señaló el final de la primera parte, el resultado no diese una ventaja clara y evidente al Real Oviedo. Los azules sumaron a Nieto en la ecuación y atacan al Albacete por ambos flancos. Así llegó el primer gol anulado a Ibra y una ocasión clara para el lateral castellonense.

Tras quince minutos de dominio absoluto, Tejera, inmediatamente después de que Saúl fallase un penalti, puso el 1-0 a pase precisamente del capitán. Fue entonces cuando llegaron las dudas cerca del área de Lunin, tónica habitual del Real Oviedo en su feudo. Christian cayó en la trampa de Zozulya y el Albacete empató. La ovación del Tartiere al descanso evidenció que el camino no era el equivocado.

Comienzo abusivo y vuelta a las dudas

Hay que viajar hasta casi el minuto 60 para encontrar el primer acercamiento del Albacete en el segundo tiempo. El Real Oviedo salió en tromba del túnel de vestuarios y encadenó minutos de juego en el que todos sus futbolistas, salvo los dos centrales, estaban en campo rival. Robaban rápido, llegaban por ambos flancos y generaban acciones a balón parado, hasta cuatro saques de esquina en poco más de diez minutos. El 2-1 de Ibra era todo menos una sorpresa. 

Y como pasó con el 1-0, fue marcar el Oviedo y volver las dudas. Carlos y Christian, seguros en el juego aéreo, dudaban cuando el balón tocaba el césped y perdían casi siempre el duelo ante Zozulya y Acuña. Nieto sufría en la marca, Mossa permitía más espacio de la cuenta a los centradores y Lunin se convertía en pieza clave del encuentro.

Un desenlace más o menos tranquilo

El amago del Albacete fue contundente, pero no duró más de quince minutos. Los justos para que Luismi y Tejera recuperaran el centro del campo, Mossa y Saúl se volvieran a activar e Ibra entrase de nuevo en juego. Rodri, siempre atento a los movimientos del senegalés, que asentaba al Oviedo en campo rival o sacaba la falta, picoteaba las segundas jugadas y no daba respiro a la defensa manchega.

Rozada movió el banquillo y tanto Borja como Yoel aportaron frescura a un ataque cansado. El Oviedo se mostraba contundente en campo propio y respiraba cerca del área de Tomeu. El 3-1, otra vez, fue una consecuencia de varios minutos de acoso y derribo. Como ya pasó en los tres goles azules, el Albacete volvió a dar un susto a la siempre dubitativa zaga azul, pero Lunin volvió a aparecer. 

Tejera, Sangalli, Saúl Berjón, Yoel Bárcenas, Borja Sánchez, Sebas Coris, Alfredo Ortuño, Rodri Ríos e Ibra. Esta es la nómina con la que cuenta Javi Rozada en el apartado ofensivo. Cantidad y calidad suficiente para crear algo convincente. Ganar confianza en campo propio y facilitar las cosas cerca del área rival. El sendero está claro.