La Pizarra: Sin argumentos

Pablo Fernández OVIEDO

AZUL CARBAYÓN

José Ángel Ziganda en el Anxo Carro
José Ángel Ziganda en el Anxo Carro Real Oviedo

Analizamos en cinco claves la derrota del Real Oviedo en Lugo

25 feb 2020 . Actualizado a las 12:35 h.

José Ángel Ziganda no tuvo en Lugo el debut soñado como técnico del Real Oviedo. En un duelo directo, los azules entraron al partido sin saber muy bien qué hacer sobre el césped. Y esa, la de jugar un encuentro sin tener claro cómo hacer daño a tu rival, es una sensación matadora. Como pasó ante el Alcorcón, los azules merecieron puntuar tras el descanso, pero los equipos que cierran la clasificación se caracterizan por, entre otras cosas, no tener suerte en los momentos claves. Mazazo en el Anxo Carro.

De la nada al 1-0

A nadie le sorprendió el primer tramo del encuentro. Se enfrentaban dos equipos que van justitos en cuanto a juego y empatados a puntos. El fantasma del descenso hacía el resto. Que no pasase nada, como así ocurrió, era lo normal. Nadie arriesgaba en el pase, nadie regalaba un metro de más en la presión y nadie quería que el balón estuviese cerca de su propia área. El resultado: quince minutos inclasificables. 

Cosas del fútbol, el partido se desniveló con un gol que no entraba en los planes de nadie. Vale que el balón parado suele desatascar encuentros de esta índole, pero no una falta frontal desde casi el centro del campo. Lo que suele ser un caramelo para el 90% de equipos de la categoría, fue un puñal en el corazón del Real Oviedo. Otro más.

Un Oviedo sin plan

El gol de Hacen obligó al Oviedo a asumir responsabilidades y, por tanto, las costuras azules salieron a relucir más que nunca. Los del Cuco Ziganda demostraron ser un equipo sin argumentos para hacer daño a su rival. El Lugo estaba cómodo porque, simplemente, los azules no los ponían a prueba. Ya en el minuto 25, y a balón parado, llegó el primer acercamiento del cuadro carbayón en el primer tiempo. Jugada que, por cierto, no acabó en tiro.

La línea defensiva, inoperante en salida de balón, no encontraba pase y el recurso habitual era buscar en largo a alguien, no se sabía muy bien a quién. Ortuño perdía la disputa y Rodri, siempre con buenas intenciones, no encontraba un socio para dar continuidad. El equipo no se juntaba y las segundas jugadas se teñían siempre de rojiblanco. Tejera y Luismi no aparecían en el mapa, aunque el gaditano intentaba paliar de vez en cuando las carencias cayendo a un costado en busca de una línea de pase. El perfil izquierdo, ese que tantas veces salvó la papeleta al Oviedo, se encontró con la versión más floja de Saúl Berjón en las últimas dos temporadas. Sin exagerar.

El Lugo, con lo básico

Mientras que el Oviedo se buscaba a sí mismo, el gol de Hacen permitió al Lugo pasar desapercibido. Los minutos pasaban y, aunque Lunin no sudaba, Ánder Cantero tampoco. A los de Curro Torres les valía con llevar una marcha más que los azules en las disputas y estar bien colocados cuando su rival tenía el balón.

Yanis en izquierda y, sobre todo, Valentín en derecha, se convirtieron en las armas preferidas del Lugo para agitar al Oviedo y por los costados llegaron los acercamientos más peligrosos. Ya en los minutos finales del primer tiempo el conjunto local vivió su mejor momento, teniendo paciencia con balón y merodeando tímidamente el área azul.

Nieto y Sangalli reaniman al Oviedo

Ziganda movió el banquillo y Sangalli entró por un inoperante Sebas Coris. En cinco minutos del segundo tiempo, los azules crearon más peligro que en todo el segundo tiempo. Literal. La primera jugada tras el descanso, en la que el Oviedo ganaba una disputa aérea y después se llevaba la segunda jugada, reflejaba a la perfección todo lo que no se había hecho antes. Dos llegadas claras y un gol anulado eran el bagaje cuando todavía no se había llegado al 49'. Sangalli leyó a la perfección el partido y, eléctrico en todos sus movimientos, se situó por dentro para ofrecer una línea de pase clara a Luismi y Tejera y dejar el carril libre a Nieto.

El lateral castellonense, el único que se había revelado en el primer tiempo ante la apatía azul, lideró los ataques del Oviedo y machacó una y otra vez el costado zurdo del Lugo. Luismi, por su parte, aprovechaba los movimientos del flanco diestro y las ayudas de Rodri para, gracias a su precisión en el envío largo, ensanchar el campo y desordenar al Lugo. Simple, pero el Oviedo tenía un plan y con eso bastaba para merecer el empate.

Un desenlace insulso

Que el primer acercamiento del Lugo en todo el segundo tiempo fuese en el minuto 77 habla a las claras del dominio azul. Los de Curro Torres desaparecieron del mapa, pero les dio tiempo a volver para que el reloj corriera y el juego no tanto. Pada la efervescencia de los primeros minutos, el Oviedo perdió chispa y ya no llegaba con tanta facilidad al área rival. Sí las tuvo a balón parado, pero como casi siempre en la presente temporada, nadie conseguía conectar el remate definitivo.

En todo este torbellino ofensivo del segundo tiempo, por cierto, Berjón solo consiguió sacar un saque de esquina. Prueba de que el capitán vivió en el Anxo Carro uno de sus días más grises como jugador carbayón. La banda derecha siguió siendo la vía principal del ataque azul, pero el gol no llegaba. Los últimos diez minutos, curiosamente, fueron tranquilos para el Lugo y el partido se fue muriendo poco a poco, tanto anulado a Barreiro incluido.

13 partidos son muchos, ya lo dice Ziganda, pero no son una pretemporada. En situaciones límite como la actual, las órdenes deben ser directas y el plan, aunque sea sencillo, eficaz. No hay mucho más. El Real Oviedo no se puede permitir otra vez un primer tiempo como el del Anxo Carro. Ya no. Explotar las virtudes, facilitar un contexto adecuado para los jugadores más desequilibrantes e, innegociable, ir más fuerte que tu rival en los duelos individuales. Ahí está la salvación.