La Pizarra: El plan de Ziganda

Pablo Fernández OVIEDO

AZUL CARBAYÓN

Ziganda da instrucciones mientras se produce el cambio de Borja Sánchez por Berjón
Ziganda da instrucciones mientras se produce el cambio de Borja Sánchez por Berjón Real Oviedo

Analizamos en cinco claves la victoria del Real Oviedo ante el Tenerife

04 mar 2020 . Actualizado a las 11:35 h.

Dos partidos ya nos han dado una pista evidente de lo que busca José Ángel Ziganda. El técnico del Real Oviedo no quiere que pasen demasiadas cosas en los encuentros del conjunto azul y parece dispuesto a sacrificar, o al menos dejar en un segundo plano, la fluidez ofensiva con tal de poner un candado a la portería de Lunin. En Lugo no salió bien. Ante el Tenerife, el resultado dice que sí. Es un plan lógico viendo los problemas defensivos que tenía el Oviedo, pero habrá que ver si se queda corto ante la urgente necesidad de sumar tres puntos cada fin de semana. Primera final salvada.

Rodri y Ortuño, solos ante el peligro

Sin cometer ninguna locura, los primeros minutos del Real Oviedo ante el Tenerife fueron de lo más agresivo de la 'era Ziganda'. Los azules hicieron pequeño el campo, obligaron a su rival a golpear en largo y el juego de espaldas de Rodri y Ortuño permitía ensanchar el campo. Saúl, a diferencia del encuentro en Lugo, encaró y creó peligro en este primer tramo, pero fue un espejismo.

Con el paso de los minutos, la fluidez fue desapareciendo y el partido se convertía en una partida de ajedrez en la que nadie quería mover a la reina. La doble punta del Oviedo estaba con la luz encendida, ganaba los duelos a su par y encontraba la forma de hacerse con el balón, pero no había continuidad y las jugadas se esfumaban al mínimo intento. El conjunto carbayón, demasiado precavido, no supo aprovechar la lucidez con la que arrancaron el encuentro sus delanteros.

El factor Luis Milla

El lado precavido del conjunto azul fue ganando terreno y el Tenerife lo aprovechó para intentar gobernar el encuentro. Liderados por Luis Milla, futbolista que volvió a demostrar que tiene nivel para foguearse en una categoría superior, los blanquiazules encontraban la manera de superar la primera línea de presión. Solo la timidez entre líneas y las pocas subidas de los laterales impedían al conjunto de Baraja instalarse en campo del Oviedo.

El mediocentro madrileño reculaba para recibir el balón y se situaba por detrás de Aitor Sanz y Javi Muñoz. A base de conducciones, Milla ganaba metros, atraía rivales y generaba espacios que sus compañeros no aprovechaban. El partido avanzaba y daba la sensación de que, si arriesgaban un poco, Lunin tendría que sudar. No fue así.

Mossa, Nieto y el poco colmillo en zona de remate

La posición de los laterales del Real Oviedo fue la prueba más evidente de la clase de equipo que pretende diseñar el Cuco Ziganda. Mossa y, sobre todo, Nieto estaban siendo una de las armas más constantes del ataque azul, pero ante el Tenerife su radio de acción disminuyó radicalmente. Los dos zagueros estuvieron más tiempo en su campo que en el del rival, y las ayudas a Berjón y Sangalli, respectivamente, llegaron a cuentagotas.

Cuando el conjunto carbayón alcanzaba posiciones de centro, la ocupación de los espacios en zona de remate era deficiente. Rodri o Ortuño eran claves para que el balón llegara al costado, uno de ellos se iba al corazón del área y Sangalli acompañaba. En tres o cuatro centros desde la izquierda, los dos futbolistas azules no atacaron bien la zona de peligro, yendo al mismo espacio y facilitándole el trabajo a los centrales rivales. Desde segunda línea, además, no llegaba nadie. 

La cobardía del Tenerife y la petición del Tartiere

Como es habitual en este tipo de enfrentamientos, el paso del tiempo le vino mejor al equipo que menos se jugaba. El Tenerife salió de vestuarios con la intención de controlar el partido en campo rival, mientras que para al Oviedo, según avanzaba el reloj, las acciones más sencillas cada vez costaban un poco más. Los azules no llegaban al área rival, los pases no salían y el ambiente comenzaba a ser complicado.

El Tenerife no supo jugar con ello salvo en contadas excepciones y, en vez de tener paciencia, arriesgar en el primer pase y encerrar al Oviedo, prefirió quedarse como estaba. En ciertos momentos del partido, los jugadores carbayones dudaban entre seguir con el plan de Ziganda y esperar a su rival en campo propio, o hacer caso a la petición del Tartiere e ir a presionar a Ortolá. Dicho runrún, en más de una ocasión, originó algún desajuste debido a los saltos de Ortuño, Rodri o Tejera. 

 Borja Sánchez

Cuando el Real Oviedo peor estaba, futbolística y anímicamente, Ziganda movió el banquillo y realizó la sustitución que cambió el partido. Borja Sánchez entró por Saúl Berjón y los balones comenzaron a encontrar al '19'. Mossa, Tejera, Luismi y los centrales. Lo primero que hacían todos ellos cuando les llegaba el esférico era mirar a Borja. Y el ovetense encantado.

El centrocampista comenzó a recibir el balón casi en campo propio y, a base de conducciones, atraer rivales y alguna que otra pared, inclinaba el campo hacia el área de Ortolá. El Tartiere, por primera vez, veía posible la victoria. Tras varios centros peligrosos desde la izquierda, una llegada desde segunda línea originaba el penalti. Rodri Ríos, en uno de los lanzamientos más tensos de la historia del municipal ovetense, ponía el 1-0.

Si siete minutos de descuento siempre son una barbaridad, imaginen cuando un equipo, prácticamente, se juega la temporada en un partido. A pesar de la tensión, el Real Oviedo cumplió a la perfección: los centrales mantuvieron la calma y redondearon su gran encuentro, Lolo ayudó al doble pivote e, incluso, Ibra y Borja arrebataron algún que otro minuto al reloj. El equipo de Ziganda se dio un paseo por el precipicio, pero sigue vivo.