Grito a grito: así vivió el Oviedo la victoria fundamental ante el Lugo

Pablo Fernández OVIEDO

AZUL CARBAYÓN

Los jugadores del Oviedo celebran uno de los goles al Lugo
Los jugadores del Oviedo celebran uno de los goles al Lugo Real Oviedo

El revés del tanto lucense, la tensión a balón parado, el liderazgo de Grippo y el respaldo a Femenías. La contracrónica desde el Tartiere

16 feb 2021 . Actualizado a las 09:51 h.

No es habitual que los entrenadores presencien el calentamiento de su equipo. Mehdi Nafti, técnico del Lugo, no solo hace eso, sino que se mete en los ejercicios tanto o más que sus jugadores. Así comenzaba la noche en el Carlos Tartiere. Cuando el himno del Oviedo ya retumbaba en el municipal ovetense y ni carbayones, lucenes y trío arbitral habían saltado al césped, Nafti estaba en la zona técnica, dando paseos de tres metros. El Cuco Ziganda, que volvía a un banquillo tras dos semanas de bajas, era el último de todos los protagonistas en pisar el verde. Medio minuto de saludo entre ambos y al lío.

Minuto 8 de partido y primera acción a balón parado a favor del Lugo. Con los diez goles encajados por el Oviedo en esta faceta en el recuerdo, los jugadores azules esperaban con recelo el lanzamiento de la falta. Gritos, correcciones posicionales y mucha, mucha tensión. El golpeo del futbolista lucense se fue por la línea de fondo y todo el mundo respiró en el Carlos Tartiere. No pasó lo mismo cuando, cinco minutos después, el Puma Rodríguez anotó el 0-1. Cuando estás inmerso en una mala dinámica, cada gol pesa el triple. 

En la siguiente jugada, falta frontal a favor del Lugo, peinada de Manu Barreiro y susto a pocos metros de Femenías. El pánico había llegado para quedarse al municipal ovetense. «Vamos Oviedo, vamos», gritaba Simone Grippo después de que Borja Sánchez y Mossa provocaran un córner. El central suizo, líder indiscutible del equipo carbayón, se reafirmaba como el altavoz de la esperanza oviedista. 

Iriome sacó una mano inexplicable y, por primera vez tras muchas semanas, el Oviedo tuvo un golpe de suerte. Penalti. Tejera, en una pena máxima muy similar en cuanto a significado a la que lanzó ante el Sporting, volvió a no fallar. ¿Quién fue el compañero que le abrazó con más pasión? Grippo, cómo no. El juego estaba siendo muy deficiente, como en anteriores jornadas, pero el equipo de José Ángel Ziganda estaba más metido que nunca en el partido. Y eso ya era bastante. Poco antes del descanso, Ais Reig le mostró la tarjeta amarilla a Christian Fernández por un pisotón totalmente involuntario a Barreiro. «Madre mía, qué ganas tenía», gritó el cántabro. 

El partido ya estaba inmerso en la segunda parte cuando Joan Femenías realizó su primera salida en un córner del Lugo. El portero carbayón, con un despeje de puños, alejaba el peligro de los rojiblancos. Fue la primera de varias. Christian, a sabiendas de que había fallado en el gol del Puma Rodríguez, celebró con rabia el cabezazo que supuso el 2-1 y, tras recibir los abrazos de sus compañeros, aprovechó para señalar el nombre y el dorsal de su camiseta. No era un día más para él.

El Lugo no estaba jugando su mejor encuentro, ni mucho menos, pero el Oviedo tampoco era capaz de controlar el escenario a través del balón. Ese empuje natural que suele aflorar cuando un equipo pierde le valía al conjunto de Nafti para disponer de unas cuantas ocasiones a balón parado. Fue en ese momento cuando Femenías dio un paso adelante y sus compañeros se lo reconocieron. El balear, en tres jugadas totalmente consecutivas, decidió salir para atajar el peligro desde lo alto. Y lo consiguió. Nieto, Grippo, Christian y Mossa le rodearon todas esas veces al grito de «buenísima, Joan». Sin duda alguna, y más tras la complicada semana que había pasado el portero carbayón, uno de los sonidos del partido. 

«Al córner, al córner». Esa frase retumbó varias veces en el Carlos Tartiere en el tramo final del encuentro, justo en el momento en el que cualquiera de los atacantes azules cazaba un balón en campo del Lugo. En uno de esos saques de esquina forzados, llegó el tanto de Nieto. Tres goles partiendo del balón parado, quién se lo iba a decir al Oviedo. La celebración del 3-1, con todo el equipo azul rabioso y gritando, mostraba a las claras cuánto necesitaba ese grupo la victoria. Triunfos que pueden marcar temporadas.