Así es como «Kooza» del Circo del Sol te va a dejar sin aliento

E. G. B. GIJON

GIJÓN

Arriesgadas acrobacias en altura, 3.500 piezas de vestuario hechas a medida y una vuelta a los orígenes de Cirque du Soleil son algunas claves del electrizante espectáculo de carpa que celebrará, tras 12 años de gira por el mundo, su función 4.000 en Gijón

31 jul 2019 . Actualizado a las 05:00 h.

Seguro que buena parte de los más de 7,5 millones de espectadores que han visto Kooza, el show de carpa del Circo del Sol que lleva 12 años de gira por el mundo, se quedaron sin aliento bajo la icónica gran carpa azul y amarilla. La misma que, desde el pasado 20 de julio, está desplegada en los muelles de la Osa de Gijón y la misma en la que volverán a vivirse, a partir de mañana y hasta el 1 de septiembre, las emociones fuertes que provocan números acrobáticos del más alto nivel. Acrobacias escalofriantes, eso sí, combinadas con juegos clásicos y payasos «cañeros» con el público. El mundo del circo en su estado más puro.

Cirque du Soleil abre los bastidores del Grand Chapiteau, la gran carpa en su francés original, para mostrar cómo todo está ya preparado para que Kooza, que significa caja o cofre en sánscrito, emocione durante las dos horas y media que dura cada función. Los bastidores se localizan en una carpa en la que los artistas ensayan, descansan, se visten y se maquillan o se concentran antes y durante el espectáculo. Uno de los espacios es precisamente una zona de descanso, con sofás y alfombras colocados enfrente de un televisor que siempre muestra el escenario en tiempo real.

Uno de los túneles de la gran carpa comunica esta zona con el escenario, en donde justo se está colocando una red de seguridad bajo el alambre para uno de los ensayos. En realidad es un doble alambre que cruza el escenario a dos alturas: 4,5 y 7,2 metros. El ensayo, siempre diario yendo más allá de la perfección, lo realizan cinco funambulistas, aunque solo cuatro participan en el espectáculo con uno de los números más arriesgados de Kooza.

Primero calientan unos minutos y enseguida están allá arriba saltando a la comba como si estuvieran en el suelo. El movimiento es tan rápido que da la sensación de que apenas dejan espacio bajo los pies para que pase la cuerda. Al poco uno de los funambulistas corre por el fino alambre mientras, en el de arriba, a siete metros de altura, otros dos ensayan el número en el que simulan un combate de esgrima. 

El escenario de Kooza, el cuarto espectáculo del Circo del Sol que se realiza únicamente bajo la gran carpa, es una gran plaza redonda que se convierte en una pista de circo a medida que el protagonista, el Inocente, se sumerge en el electrizante y mágico mundo del circo tras abrir una caja roja. 

Alrededor de la pista circular, en donde nada está oculto para que el público no pierda detalle de los números acrobáticos, se despliegan miles de asientos en varias filas que permiten visionar el espectáculo desde cualquier ángulo. Al fondo del escenario, a la derecha, se levanta una torre de inspiración hindú que cobrará vida a lo largo del espectáculo. La parte alta de la torre es donde se ubica la orquesta, a modo de kiosco de música con todos los instrumentos preparados y un trompetista ensayando.

Los orígenes del Circo del Sol

El escenario, el más alto de un espectáculo del Circo del Sol y con el diámetro real de una pista de circo estándar, está rodeado de focos empotrados que emiten una luz cálida que evoca las candilejas del siglo XIX.

Kooza lleva al público a los orígenes del Cirque du Soleil que surgió en Quebec en 1984, cuando Guy Laliberté reunió a un grupo de artistas callejeros reiventando el concepto del circo tradicional al mezclar artes circenses, un vestuario extravagante, juegos de luces, música en directo y todo lo que ha ido sumándose con los años, espectáculo tras espectáculo y siempre sin animales de por medio.

En Kooza, que se estrenó en Montreal en 2007, se recuperan dos tradiciones circenses: las acrobacias imposibles que dejan al público con la boca abierta y el arte de los payasos, que imprime humor y desenfado tras la posible angustia que se siente al ver a un acróbata o alambrista en acción.

La rueda de la muerte 

Sobre el escenario, casi a los 20 metros de altura que alcanza la gran carpa, cuelga la diabólica estructura de más de 700 kilos de peso del número llamado la rueda de la muerte, en la que dos acróbatas desafían las leyes de la física cada noche de espectáculo haciéndola girar en uno y otro sentido a velocidades que meten miedo a los de abajo. Y como se coloca en diagonal para favorecer la visión desde cualquier asiento, quienes sufran de vértigo ajeno solo podrán cerrar los ojos.

Hacía 10 años que el Circo del Sol no instalaba una carpa de estas características en Gijón, pero entonces había sido blanca para albergar el espectáculo Varekai. La actual llega desde Valencia, pero antes ha estado en otras 65 ciudades de 22 países. Todo se traslada allá donde vayan los 122 empleados de 25 nacionalidades, entre ellos los 50 artistas del espectáculo, de Kooza. La función 3.500 la celebraron en Hong Kong. Y la número 4.000 será el próximo 15 de agosto, en Gijón.

1.200 piezas de vestuario en cada función

Tras las bambalinas, el equipo de costura prepara los trajes para la primera función. Una de las costureras trabaja sobre la capa de rata que, en el escenario, es utilizada por uno de los artistas para crear la sensación de que las ratas le recorren el cuerpo. Y hasta aquí el spoiler.

El vestuario de Kooza fue diseñado por Marie-Chantale Vaillancourt, que se inspiró en el circo tradicional como reflejan las rayas horizontales o verticales de los trajes del personaje principal, de los payasos o del Trickster, o el burlón en castellano. Pero también se inspiró en las pinturas de Klimt, en las películas de Mad Max o en los precisos movimientos de un reloj. Algunos trajes incluso se transforman sobre la marcha durante el espectáculo y todos evocan a mundos maravillosos como el de Alicia o el Mago de Oz. El esplendor de la extravagancia sobre una pista de circo.

«Todos los artistas tienen que ir primero siempre a Montreal para que les tomen medidas exactas», explica Frédéric Lapierre, del equipo de comunicación del Cirque du Soleil. Allí, en la sede central del Circo del Sol, incluso se utilizan las nuevas tecnologías para que vestuario, postizos y accesorios estén personalizados al milímetro.

Y hay 3.500 piezas diferentes: trajes, zapatos, pelucas y todo tipo de accesorios. Todos colgados de perchas de forma también muy precisa para que no haya ningún error. Todos tienen que estar perfectos, sin el más mínimo hilo colgando, para cuando los artistas salen al escenario. Es algo fundamental para su seguridad.

«En el espectáculo se utilizan 1.200 piezas de vestuario», añade Lapierre. «Cada atuendo es diferente y algunos hay que arreglarlos todos los días». Por ejemplo, los de los acróbatas de la rueda de la muerte, que siempre acaban con alguna costura rota.

Al vestuario se dedican tres personas a tiempo completo y, en Gijón como en otros destinos de Kooza, se ha contratado a ayudantes para reparar los zapatos, planchar o encargarse de la lavandería. Este espectáculo emplea a 150 trabajadores locales, a los que se les llama los cirquadors, en todas las ciudades en las que recala. 

Los artistas no duermen en caravanas o carpas alrededor del Grand Chapiteau, sino en hoteles, pero aún así hay un área de cocina en la que se preparan cada día de espectáculo entre 250 y 300 comidas. La nevera de esta cocina ambulante se llena a diario también con proveedores locales.

No todos los días de espectáculo se ensayan todos los números, pero sí en los días previos a que se levante el telón de Kooza, en los que se ajustan los horarios para que, tras el descanso que toca entre ciudad y ciudad, todo vuelva a coger forma bajo la gran carpa y se abra la caja que encierra este mágico y espectacular mundo del circo.

Cuándo: Del 1 de agosto al 1 de septiembre de 2019 en los muelles de la Osa de Gijón

Cómo llegar: El Ayuntamiento de Gijón ha habilitado una línea de bus especial hasta el Musel con salida del Humedal los martes, miércoles y jueves a las 19.30 horas (salvo el 15 de agosto) y los viernes, sábados y el jueves 15 de agosto a las 17 y a las 20.30 horas. Los domingos el horario de salida es a las 16 y a las 19.30 horas. A la salida de cada función se hará el mismo servicio con destino a la Gota de Leche. El precio es el mismo que el billete ordinario y se aceptan los bonos de transporte como en cualquier línea de autobús.