«Tenemos claro que el siguiente paso del Gobierno será cerrar la hostelería»

Marcos Gutiérrez GIJÓN

GIJÓN

Una terraza del Paseo de Begoña, en Gijón
Una terraza del Paseo de Begoña, en Gijón Juan González

Dueños de bares y cafeterías de Gijón creen que la actitud de la administración con el sector se resume en «obedece, paga y calla» y denuncian que se les señale como «los malos de la película» ante el avance de la COVID 19

20 oct 2020 . Actualizado a las 09:25 h.

Hosteleros de Gijón se han organizado y van a realizar una protesta el miércoles 28 de octubre a mediodía ante el ayuntamiento. Ese día está previsto el cierre de la Hostelería de la ciudad, como medida de protesta por la situación que está viviendo el sector.

Bajo el hashtag #SalvemosLaHosteleria, la plataforma, promovida por Roberto López de la Cafetería Sella, aglutina a los dueños de negocios de La Calzada, Natahoyo, Cerillero, Jove, Tremañes, Veriña, La Arena, El Bibio, Las Mestas, Viesques, El Coto, Ceares, El Llano, Centro, Cimavilla, Laviada, Pumarín, Montevil, Polígono, Perchera, Nuevo Gijón, Roces y Santa Bárbara.

Eduardo González, dueño del café Gales de Gijón, es uno de los integrantes de este colectivo. En su caso representa a los hosteleros de la zona de La Arena. Considera que «las restricciones cada vez limitan más al sector. En mi caso, ahora mismo es insostenible e inviable mantener los empleos que tengo con lo que abarca mi negocio».

«He aprovechado para dar vacaciones a la plantilla. Ahora tengo demasiado personal para el volumen de trabajo que hay. Lo más probable es que tenga que dejar en la calle a gente. Es personal de mucho tiempo y son parte de mi familia. Desprenderme de ellos sería un drama mayor que el económico», lamenta.

Destaca que, con la situación actual, «aparte de la hostelería, todo el pequeño comercio que nos rodea y empresas de distribución se ven afectadas». Indica que la protesta del próximo miércoles en Gijón «es también para empleados, familiares, pequeño comercio…». Entre los profesionales de este segmento de actividad, tanto en la ciudad como en la región, sobrevuela la cada vez mayor certeza de que un cierre de la hostelería es inminente y difícilmente evitable. «Tenemos claro que es el paso siguiente que va a dar el Gobierno», resalta Eduardo González.

En su opinión, «las restricciones de la alerta naranja y la fase 2 no han servido para nada». «Llegamos a un punto en que no sabe uno si tal vez no será mejor un nuevo confinamiento», añade este hostelero. Desde su punto de vista, la desescalada fue, en cierto modo, precipitada. «Nos sacaron antes a la calle. Pensábamos que seríamos los últimos y reanudamos a la vez que el resto», expone y lamenta el hecho de que los hosteleros, a su juicio, tuvieron que «ser policías de sus propios clientes. Nos abrasaron a inspecciones, con la policía pasando cada dos minutos por muchos bares».

Considera que en Asturias, más pronto que tarde «van a cerrar la hostelería con vistas a volver a abrirnos en Navidad, ya que entonces volveremos a ser necesarios». Desde la plataforma piden que «no se nos ponga como los malos de la película». «No somos policías y nos hacen enfrentarnos incluso con los clientes», insiste y pide a las administraciones «que se pongan en nuestra situación y que sean conscientes de todo el daño que nos están haciendo».

Los hosteleros temen, asimismo, futuras «subidas de impuestos que afectarán a todo el mundo. En hostelería nos veremos abocados a subir precios y reducir márgenes».

El malo de la película

David Barroso es el dueño del bar y cervecería La Mina de Gijón. Pese a que no forma parte de la plataforma convocante de las protestas del 28 de octubre, no puede evitar sentir inquietud ante el futuro del sector. Explica que el pasado sábado «la Policía Local estuvo tirando de metro para verificar la distancia entre mesas en el barrio de la Ruta de los vinos. Parece ser que desde mayo, fecha en la que se pudo volver a abrir, no tuvieron tiempo, y anda que no había irregularidades que saltaban a la vista».

«Pues cinco meses después la policía saca la cinta métrica a pasear, en plena hora punta, criminalizando al sector. Así no; no son las formas adecuadas. Después de cinco meses que no nos vengan con estas», lamenta.

Resalta que los hosteleros ya tienen bastante «con seguir pagando todo, como si no hubiera restricciones, para que encima se señale al sector como el malo de la película, cuando la gran mayoría tratamos de hacer las cosas lo mejor posible». Cree que la actitud de la administración con el sector se resume en «obedece, paga y calla».

Comenta que «empieza a haber rumores de que se va a cerrar la hostelería» en Asturias. «Es muy fácil cerrarnos, pero ¿de qué vivimos, de 600 euros que nos den, cuando de gastos fijos a lo mejor tenemos más del doble?», plantea.