Existe la falsa creencia de que los síntomas unidos al reflujo gastroesofágico se asocian únicamente a alimentos o a comidas abundantes. ¿Sabías que un estilo de vida saludable también ayuda a prevenirlo?

El ardor es esa horrible sensación de quemazón en la boca del estómago cuando el contenido sube hacia el esógafo. Si ese ardor queda concentrado, se manifiesta en forma de hiperacidez del jugo gástrico y resulta molesto. Esta sensación suele aparecer después de comer, pero también por la noche. Sufrirla de manera habitual o tener dificultades para controlarla supone la denominada enfermedad por reflujo gastroesofágico.

Aproximadamente, un 10% de la población tiene la enfermedad por reflujo gastroesofágico. Los casos suelen ser leves, pero existe la posibilidad de que la mucosa esofágica termine por inflamarse o ulcerarse, requiriendo medicamentos más fuertes o incluso cirugía. Aunque la mayoría de la población tenga la falsa creencia de que los síntomas asociados al reflujo gastroesofágico, y su consecuente ardor de estómago, solo se deben a comidas picantes o copiosas, lo cierto es que no tienen en cuenta factores relacionados con el estilo de vida para tratar de prevenir estas molestias. Otro dato que sorprende y que se concluye de la encuesta «Mitos sobre la protección esofágica y reflujo» realizada por el Instituto #SaludsinBulos a 1.200 personas, con el aval de la Sociedad Española de Médicos de Atención Primaria, es que un 14% no hace nada por remediarlo.

Si bien es cierto que la alimentación juega un papel fundamental en las enfermedades estomacales o relacionadas con el esófago, circula mucha información confusa sobre qué se debe comer y qué no y, lo que es peor, no acuden a un especialista para que les diga qué alimentos evitar y, por supuesto, detectar el origen del problema que puede variar desde la ingesta de ciertos fármacos a un cuadro de estrés, entre otros.

Aunque lo correcto sea dejarse valorar por un médico especialista en aparato digestivo, lo que es obvio es que son necesarios ciertos cambios en los hábitos de vida tales como sustituir las ingestas copiosas por comidas ligeras, evitar el sobrepeso y reducir -preferiblemente, eliminar- el consumo de tabaco y alcohol, así como las grasas y los alimentos excesivamente picantes o especiados. Trucos extendidos como comer almendras o tomarse un vaso de leche fría para aliviar el ardor, no hacen más que camuflar unos síntomas que van a seguir ahí si no se les pone freno.

Los hábitos alimenticios incluyen también costumbres como comer de forma pausada, sin prisas, detenerse a masticar bien los alimentos y evitar comerlos a temperaturas muy extremas. Además, son importantes -aunque no seamos conscientes de ello- aspectos como no llevar ropa demasiado ajustada en la cintura o esperar al menos dos horas después de comer o cenar para tumbarse, algo complicado de cumplir.

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