Seguro que más de uno te suena... ¿hay algún bulo más que escuches a menudo y no esté en la lista?

Existen muchas leyendas urbanas en torno a la fruta y su consumo. Muchas de ellas las habremos escuchado más de una vez pero, ¿nos hemos parado a pensar si son ciertas? Hoy sacamos a relucir algunas de ellas para entender (o más bien desmentir) a qué se deben. Solo un pequeño spoiler: la fruta se disfruta.

Tomar fruta por la noche engorda

Por suerte o por desgracia, el ganar o perder peso es mucho más complejo que el simple hecho de consumir determinados alimentos a ciertas horas del día. De hecho, en este caso, ocurre lo contrario de lo que se predica ya que consumir varias piezas de fruta a lo largo de todo el día es una de las prácticas más recomendadas para mantener una alimentación saludable. Puede que no haga falta decirlo, pero aportan vitaminas, minerales, altas dosis de fibra, antioxidantes, agua y, en general, son bajas en calorías. ¿Cuáles serían los momentos ideales para consumirla? Como tentempié o aperitivo antes de la comida o cena pero también como parte de una ensalada, como por ejemplo esta clásica ensalada de frutas tropicales como son la piña, la papaya o el mango o esta más exótica de cuscús con fresas, mango y salsa romesco.

El melón es indigesto

Esta creencia se remonta a generaciones anteriores ya que es algo que ya predicaban padres y abuelas. Lo curioso es que no se sabe de dónde proviene el dicho de que «un melón por la mañana es oro, un melón por la tarde es plata y un melón por la noche te mata». Lo que está claro es que tanto el melón como la sandía -a la cual meten también en el saco de la indigestión y más en periodos nocturnos- están compuestas en su mayoría por agua, por lo que el único problema que acarrea un consumo excesivo es que tengamos que ir al baño con mayor frecuencia. ¿A qué ahora te apetece refrescarte con una buena reación de melón? Pruébalo en esta receta salada de bonito del norte marinado con dados de melón y tomate corazón de buey.

El limón limpia por dentro

Ni por dentro ni por fuera. Entonces, ¿de dónde salió esa moda de exprimir un limón en un vaso de agua y hacernos creer que estamos ante una bebida detox? No hay evidencia científica que lo respalde, por lo que ¿lo que nos querrán limpiar es el cerebro? Definitivamente, el limón no depura. Para ello tenemos órganos como el hígado o los riñones, que ya vienen de serie en nuestro organismo.

El plátano no tiene cabida en una dieta

Un plátano de tamaño medio aporta unas 100 calorías. Además, por todos es sabido que tiene alto contenido en fibra, cuya ingesta adecuada ayuda a mantener un peso corporal reducido. Entonces… ¿por qué tiene fama el plátano de engordar? Lo que sí aporta un plátano son muchos nutrientes beneficiosos para la salud: carbohidratos, vitaminas, minerales… también tiene aporte en la salud digestiva y es una fruta considerada saciante.

Por aportar una diferenciación: un plátano maduro tiene más contenidos en azúcares: sacarosa, glucosa y fructosa, mientras que los plátanos verdes tienen menos azúcares y más fibra.

Si pelas la fruta estás perdiéndote sus propiedades

La piel de la fruta puede aportar fibra y una parte de sus nutrientes, pero también fitoquímicos. ¿Qué queremos decir con esto? Que si la piel es un impedimento para cierta gente a la hora de comer fruta por alegar motivos «nocivos», es mejor pelarla antes que no comerla. Además, si comes la fruta ya pelada evitas tener que lavarla primero. Lo importante de todo esto es saber que algunas sustancias altamente presentes en la piel de la fruta como son los polifenoles también se encuentran presentes en la matriz de la fruta.

Ahora bien, hay frutas que por gusto -y por sentido común- comemos peladas, véase el kiwi, la piña, el melón o la sandía. Lo que está claro es que, antes que trituradas o licuarlas, lo mejor es comer la fruta entera.

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