Salario mínimo, empleo y las recetas de los listos

OPINIÓN

María Pedreda

12 jun 2021 . Actualizado a las 05:00 h.

Los prisioneros de guerra de la Roma imperial tenían una magnífica tasa de inserción laboral. No llegaban al pleno empleo, pero andaban cerca. Ser derrotado y hecho prisionero por Roma tenía mucha más salida profesional que cualquiera de nuestras ingenierías. Este éxito era efecto de una estricta racionalidad económica: cuanto más bajo sea el salario de los que menos ganan, más empleo habrá para ellos. En el límite, si te hacen esclavo y el salario sencillamente es inexistente, tienes una altísima probabilidad de lograr empleo. Si imaginamos el pleno empleo como una circunferencia, el principio que hay que seguir es sencillo. Con el mismo perímetro, cuanto más pequeños sean los lados de un polígono, más lados tendrá y más redondeada será su figura (un octógono se acerca más a la redondez que un triángulo). Si haces los lados tan pequeños que cada uno sea solo un punto, tienes un polígono de infinitos lados, es decir, la circunferencia. El pleno empleo solo requiere hacer lo más pequeños posibles los salarios de los trabajadores y, en el límite, que los trabajadores sean puntos sin salario ni derechos. Así el pleno empleo es seguro.

Esto es coña, claro. Pero el Banco de España lo dice en serio. Dice que subir 150 euros a quienes ganaban poco más de 700 euros al mes se llevó por delante 100.000 empleos, y que los afectados son esos que andan rebotando en el mercado laboral alternando paro y trabajos de 700 euros al mes. El Banco de España parece entender que subirles el sueldo no fue compasivo y que habría que bajárselo otra vez por solidaridad. Porque, como en Roma, los más vulnerables tendrán más difícil trabajar si cobran por su trabajo. Es notable que, cuando el Gobierno estudia una posible subida del salario mínimo, en pleno crecimiento del empleo y con la expectativa de un crecimiento próximo mayor, el Banco de España, desde la imparcialidad que la ley le exige, nos endilgue cuánto castigó a los más débiles subir el salario de los más débiles.

El supuesto obvio para abordar un problema es que otro problema peor no cuenta entre las posibles soluciones. No sé si el Banco de España consideraría una buena medida para bajar el paro juvenil aquello de suprimir el casco para los motoristas. Antes dije que era coña, pero ahora no. Tenemos que recordarnos por qué para bajar el paro no es una medida aceptable matar a los parados o invadir Polonia. Y nos lo tenemos que recordar para que las obviedades no hagan ese efecto que se atribuía a los astros rozando con el éter, que de puro constante nadie podía oírlo. Igual que un tiro en la cabeza no es forma de acabar con un dolor de barriga, que una persona no pueda subsistir con el sueldo de su trabajo no es una buena manera de sacarla del paro. Cuando hablamos de empleos, de trabajar, se entiende que se recibe a cambio un salario que elimina los problemas de subsistencia que se tienen sin trabajo ni salario. No alcanzar la subsistencia, y encima estar trabajando, no es una solución. Como decía y diría Woody Allen, le puede apetecer a uno invadir Polonia.

El Banco de España, como la Troika en la época del austericidio, tiene las omisiones de costumbre. Las losas que asfixian la economía siempre son el salario mínimo, los servicios del Estado, las pensiones y la protección social. Las supuestas amenazas a la economía tienen algo en común: todo son gastos relacionados con los derechos de la población. No olviden que los derechos son antipáticos para los más ricos por las dos razones eternas: los derechos son una cesión obligada de la ventaja que tienen los que están en ventaja, es decir, la sustancia de la que está hecha la democracia; y los derechos cuestan dinero, no son gratis, y eso significa impuestos, es decir, civilización, sociedad, humanidad.

El Banco de España y la tribu neoliberal nos narran siempre el runrún de la actualidad según los intereses de esos que no quieren ceder su posición de ventaja ni pagar impuestos, porque convivir en democracia y con humanidad les hace rozaduras. Por eso esta semana el Banco de España habló del salario mínimo. No hicieron ninguna estimación de los puestos de trabajo que se lleva por delante la evasión fiscal, las millonarias ganancias de actividades especulativas parásitas o los tráficos de influencias a los que se dedica tanto inútil improductivo.

Esperemos su estimación cuando sepamos cuánto defraudaron las empresas con los ERTEs. En breve, las instituciones europeas nos obligarán a medidas de ajuste por los fondos COVID. Pero ni ahora el Banco de España ni después esas instituciones mencionarán a la Iglesia, los impuestos que no paga, el intolerable mordisco al IRPF por esa privilegiada y anacrónica casilla en la declaración, las interminables partidas de dinero público que acaban en sus cepillos por los caminos más variopintos y la opacidad absoluta de sus cuentas. Es mejor enredar en los salarios de quienes menos cobran.

La verdad es que cansa tanto informe de tanto listo, tanta lección de tanta lumbrera, con tan poca autoridad moral, técnica o política para dar lecciones. No solo dan lecciones de patriotismo quienes aplauden la evasión fiscal, así sea de grandes empresas o youtubers ruidosos, y no solo dan lecciones de dignidad para con las víctimas del terrorismo quienes no tienen la menor compostura con las víctimas de la dictadura ni el menor decoro con el asesinato sistémico de más de 100 mujeres al año. Los mismos bancos cuyas malas prácticas llevaron nuestra deuda pública más allá del PIB, los mismos que fueron rescatados con cantidades desorbitadas de nuestro dinero, en plena depresión colectiva por su despiporre financiero seguían dando recetas de política económica sin sonrojarse.

El mismo Banco de España que, como órgano de supervisión y control no pilló ni una, también sin sonrojarse nos aclara las ideas sobre hasta dónde hay que hundir a los que menos cobran. Porque las trapisondas bancarias se les escapan, pero en asunto de salario mínimo no tienen lagunas. Hay demasiado listo queriendo colar como análisis técnico la ideología de los ricos y demasiado listo que no sabe no estorbar. (Se me viene a la cabeza por asociación de ideas, y perdón por la digresión, el estrambótico expediente abierto al profesor Yván Pozuelo por poner muchos sobresalientes. En la durísima situación de la enseñanza durante la pandemia, los equipos directivos, profesores y familias estuvieron más solos que la una, sin que pareciera haber nadie por encima. Ahora que se levanta la niebla, ya va apareciendo la inspección y los demás listos. Nunca vieron los 10 que se ponían en Religión y contaban para entrar en Medicina, ni les parece inspeccionable la mascarilla de Vox que luce algún profesor suelto en acto de servicio. No me interpreten mal. El cuerpo de inspección es muy necesario. Los docentes saben muy bien en cuántos documentos aparecerían confundidos los estándares de aprendizaje con los indicadores de impacto si no fuera por ese cuerpo).

En la Plaza de Colón se juntarán los que quieren distraer al país con sus patrias amenazadas y terroristas imaginarios. No debe pintar bien la cosa cuando Casado no sabe cómo ir sin que le vean, Núñez Feijoo solo saluda con desgana y Felipe González anda culebreando, con lo sobrado que se le veía en el Hormiguero. Les costará cargar con lo que se oirá allí, con la Fundación Francisco Franco, HazteOír y grupos neonazis rugiendo dizque por la patria. Dirán que son infiltrados, pero los convoca quien pedía que saliera el ejército aprovechando el confinamiento de la población. Lo que la van a aplaudir esos infiltrados. Será chistoso verlos encondiéndose de la foto y oír al día siguiente a Casado recitar lo de éntreme donde no supe y quédeme no sabiendo. Los alaridos de Colón no tendrán nada que ver con problemas reales. Sobre los problemas reales, ningún Gobierno, y menos de izquierdas, puede dejar de tener una prioridad clamorosa: en España mucha gente tiene que ganar mucho más de lo que gana y unos pocos tienen que ganar mucho menos de lo que ganan. Que le den el recado al Banco de España.