«El Sudario de Oviedo y la Sábana Santa cubrieron a un varón con pelo largo, barba y bigote»

Esther Rodríguez
Esther Rodríguez REDACCIÓN

LA VOZ DE OVIEDO

El médico forense Alfonso Sánchez Hermosilla, junto con el Santo Sudario de Oviedo, del que es experto
El médico forense Alfonso Sánchez Hermosilla, junto con el Santo Sudario de Oviedo, del que es experto

El médico forense Alfonso Sánchez Hermosilla asegura que ambas telas envolvieron el cadáver «del mismo hombre» y, aunque todo apunta que se trata de Jesús de Nazaret, «científicamente no se puede afirmar». Analiza además los últimos descubrimientos sobre el histórico lienzo custodiado en la Catedral de San Salvador y señala sus coincidencias con la Sábana Santa de Turín

11 dic 2023 . Actualizado a las 09:37 h.

Aparte de llamar la atención por solo contar con una torre, la Catedral de San Salvador de Oviedo alberga en su interior reliquias milenarias de incalculable valor. Custodiadas en la Cámara Santa, entre estos tesoros se encuentra el Santo Sudario, un pañuelo de lino que, según recoge el Evangelio de San Juan, cubrió la cabeza de Jesús. Científicamente esta premisa «no se puede afirmar», pero las hipótesis sí que apuntan a ello. El médico forense Alfonso Sánchez Hermosilla, vicepresidente de Investigación en el Centro Español de Sindonología (Edices), analiza los últimos descubrimientos sobre el lienzo y señala sus coincidencias con la Sábana Santa de Turín.

—¿Cuándo decide centrar sus esfuerzos para investigar sobre el Santo Sudario de Oviedo? ¿Qué le ha llevado a ello?

—Es una larga historia que comienza cuando era adolescente, era algo me llamaba muchísimo la atención. Empecé con la Sábana Santa porque había muy poca información, prácticamente nada, eran años 70 del siglo pasado. A mí como adolescente lo que me encandiló de alguna manera fue la información científica que en aquel momento me deslumbró, me parecía abrumadora, pero luego con la perspectiva de la profesión vi que no era para tanto. Empecé a documentarme, a leer todo lo que se había publicado hasta el momento, y cuando empecé a estudiar medicina leía más todavía porque ya entendía el verdadero valor de la información que había allí. Justo cuando terminé la carrera, en el año 85, ya con el título, mi primer acto médico no fue trabajar como médico sino dar una conferencia sobre la Sábana Santa. Pocos años después se creó el Centro Español de Sindonología y me hice socio inmediatamente. En el año 89 fue cuando el Equipo de Investigación del CES empezó a investigar sobre el Sudario de Oviedo y yo, por supuesto, estaba al corriente de lo que se estaba haciendo. Por motivos profesionales no pude acudir a los congresos, pero los libros de actas los devoré y los sigo leyendo de forma reiterada. Cuando se jubiló el profesor José Villalaín, necesitaban un forense y me preguntaron si yo estaba dispuesto. Dije que sí y desde entonces hasta ahora.

—¿Qué es exactamente el Santo Sudario de Oviedo?¿Qué representa?

—El Sudario de Oviedo es una prenda textil hecha con lino que, según la tradición oral, había servido para cubrir la cabeza de Jesús de Nazaret cuando ya estaba muerto. Eso es lo único y poco que se sabía hasta que se empezó a investigar desde el punto de vista científico, con las correspondientes herramientas. Después de muchísimos años, desde el 89 hasta ahora de forma ininterrumpida, sin hacer ninguna contradicción a la información que hay en el sudario, se comprobó que lo que parecía sangre lo era. Luego se siguieron aplicando todos los métodos de investigación habituales en la medicina legal, forense y criminalista. Por supuesto también se analizó  la contaminación química, biológica y todo lo que contiene. Al principio se apuntaba que el sudario había sido utilizado como objeto funerario. Se cotejó toda la información disponible con los posibles equivalentes que podía haber en la Sábana Santa (en la Síndone de Turín) y se comprobó que toda la información que aparecía en la Sábana Santa tenía su concordancia en el Sudario de Oviedo y viceversa. Desde entonces, aportamos nuevos datos cada vez más concordantes.

«Todo apunta que los dos lienzos contuvieron el cadáver de la misma persona»

—¿Qué relación guarda con la Sábana Santa?

—Los investigadores estamos convencidos de que tanto la Sábana Santa como el Sudario Oviedo contuvieron el cadáver de la misma persona por muchísimo motivos. Las manchas se parecen y, de hecho, es lo que más nos choca porque no tienen por qué. Es tan sencillo como que si te haces una herida, te pones un pañuelo y cuando lo has manchado te pones otro, las manchas no tienen porqué ser parecidas. Lo que nos convenció también es que la distancia entre las heridas que ocasionaron esas manchas son las mismas, tanto en la Sabana Santo como en el Sudario de Oviedo. Además no solo están a la misma distancia entre sí sino que también están ocasionadas por el mismo tipo de lesión. Son una serie de concordancias que van sumándose unas a otras. Y por si fuese poco, este año se ha incorporado al equipo un matemático que se ha encargado de hacer todo el proceso estadístico de los datos y matemáticamente ha llegado a la misma conclusión. Todo apunta que los dos lienzos contuvieron el cadáver de la misma persona.

El arzobispo de Oviedo, Jesús Sanz Montes, exhibe a los fieles una de las reliquias más importantes de la cámara Santa de la Catedral: el Santo Sudario
El arzobispo de Oviedo, Jesús Sanz Montes, exhibe a los fieles una de las reliquias más importantes de la cámara Santa de la Catedral: el Santo Sudario Eloy Alonso | EFE

—¿Qué tipo de manchas aparecen en el Sudario de Oviedo y qué nos dicen esas señales?

—Hay ciento de manchas. Para el común de los mortales son todas iguales pero cada una tiene una historia diferente. Hay manchas que se han producido cuando la persona estaba viva, otras cuando estaba muerta porque realmente la sangre se comporta de forma diferente después de la muerte. Hay manchas que se han formado por líquido de edema pulmonar que se produce cuando una persona muere por asfixia, que es la causa de la muerte de la crucifixión. También hay manchas ocasionadas por líquido pleural y pericárdico que salen de una herida que pone en comunicación las cavidades torácicas con el exterior y la lanzada perfectamente lo podía haber hecho. El cúmulo de información es impresionante.

Luego, como pudimos reconstruir lo que pasó después de la muerte gracias al Sudario de Oviedo, sabemos que se colocó de forma muy rápida y además con mucho cuidado. Esas costuras con aguja e hilo hicieron que el sudario no se moviese y por tanto las manchas quedaron nítidas, no se han emborronado y nos han permitido reconstruir lo que pasó. Y lo sabemos porque el sudario lo tuvo puesto mientras estaba en posición vertical, lo conservó también durante el traslado. Además, hay una cosa que llama la atención y a la gente le sorprende y es cuando digo que los cadáveres sangran. En el imaginario popular está la idea de que los cadáveres no sangran y no es así. Pues cada vez que se movía el cuerpo salía una bocanada de sangre por boca y nariz, las personas que estaban allí no podían permitirlo simplemente por sus creencias. Los judíos, tanto en aquella época como ahora, creen que en la sangre está el alma y si una persona pierde casi toda su sangre y no se le entierra con esa sangre, no va a poder resucitar. Son sus creencias aunque a nosotros nos choquen. ¿Cómo lo intentaron evitar? Simplemente tapando la boca y la nariz con sus manos de ahí que estén las marcas de las manos de estas personas.

«Nunca podremos afirmar desde el punto de vista científico que fuese Jesús de Nazaret, pero cada vez se va cerrando más el círculo»

—¿Qué más conclusiones se pueden sacar después de tantos años de investigación?

—Sabemos que los dos lienzos cubrieron a un hombre de mediana edad, que tenía el cabello largo, barba y bigote. Hasta hace no mucho se pensaba que tenía el pelo recogido en la espalda y que había sido por algún tipo de cuidado capilar post mortem, pero nosotros estamos convencidos de que el tener el pelo recogido es consecuencia directa de haber tenido puesto el Sudario de Oviedo de forma previa. Aunque lo hicieron para que no se moviera y mantuviera las posiciones, lo cosieron cuidadosamente con aguja e hilo al pelo y a la barba, y lógicamente cuando tú recoges todo ese pelo empapado en sangre, lo que haces es recogerlo más o menos como si fuese una coleta. Por tanto, nosotros no creemos que haya sido una cosa premeditada sino consecuencia de la utilización del Sudario y, como también convenía que tuviese el pelo recogido, lo dejaron así.

—Dice que ambas envolvieron a la misma persona, ¿de quién se trata? ¿Podemos afirmar que cubrieron el cadáver de cristo?

—Científicamente no podemos confirmarlo. Sí que sabemos que hubo un personaje histórico al que le produjeron esas heridas, que están en el sitio en que yo como forense esperaba encontrarlas, que tienen la morfología que cabría esperar y que no tenemos noticias de otras personas de una época concordante al que se le hayan hecho todas esas cosas que nos cuentan en los Evangelios. Nunca podremos afirmar desde el punto de vista científico que fuese Jesús de Nazaret, pero cada vez se va cerrando más el círculo. Cada vez hay más datos a favor y prácticamente ninguna discordancia reseñable.

«El Sudario de Oviedo solo cubrió la cabeza, la cara, el cuello y la parte de arriba de los hombros y el pecho»

—¿Qué diferencias presenta el Santo Sudario de Oviedo con la Síndone de Turín?

—Las diferencias son básicamente dos. Una es el tamaño. El Sudario de Oviedo mide aproximadamente 85x55 centímetros, mientras que la Sábana Santa es mucho más grande: tiene 4,40 metros de largo por 1,10 metros de ancho. Otra diferencia significativa es que en la Sábana Santa aparece una imagen de una persona para la que no tenemos explicación científica, ni tampoco tenemos tecnología que nos reproduzca una imagen de una persona con todas las características. Hay que tener en cuenta también que el Sudario de Oviedo solo cubrió la cabeza, la cara, el cuello y la parte de arriba de los hombros y el pecho, lógicamente con un tamaño tan reducido no podía cubrir más. El resto es todo o prácticamente concordante.

El papa Francisco toca la Sábana Santa en Turín.
El papa Francisco toca la Sábana Santa en Turín. ALESSANDRO DI MARCO | EFE

—Sorprende que en un lienzo tan antiguo haya tanta información. ¿Cómo es posible?

—A pesar de que no siempre ha estado en las mejores condiciones porque la humedad es un enemigo para este tipo de materiales y cualquier microorganismo estaría encantado de alimentarse de lo que hay en este material textil de fibras naturales, cubierto de sangre, gracias a Dios las condiciones de conservación no han sido tan malas y, además, el cuidado que tuvieron de aplicarle aloe vera también contribuye a la conservación. Y en cuanto a la información, no debe sorprender. La sangre una vez empapada se queda en el tejido y, salvo que se lave o se haga algo muy agresivo, va a estar ahí siempre. Para un profano no dejan de ser manchas de sangre y es difícil que una persona sin experiencia, sin formación científica, pueda extraer toda la información que contiene. Pero para un criminalista o un forense, que estamos acostumbrados a trabajar con material textil manchado, no nos sorprende, es algo que hacemos cotidianamente. A la gente le sorprende que de un trapo manchado de sangre se pueda sacar tanta información, pero es así. Y ahora con los medios que tenemos más todavía.

«En la parte del Sudario que estuvo sobre la nariz hay contaminación de polvo que tiene la misma composición química que la roca caliza que hay en Jerusalén»

—¿Qué más se puede investigar sobre el Santo Sudario? Después de tantos años, ¿qué queda por saber?

—Pues sorprendentemente casi todo. Después de los años que llevamos investigando todavía hay mucha información. Hay cientos de manchas. No las hemos estudiado todas porque no nos ha dado tiempo, tan sencillo como eso. Cada mancha da dos informaciones, una de la cara de delante y otra de la de atrás, que casi siempre coinciden, pero no nos conformamos con la información que hay solo en una cara. La que estuvo en contacto con el cuerpo es la que más información tiene, pero la que tiene contaminación es la que tiene más importancia para nosotros. En el momento que creíamos que lo sabíamos todo sobre una mancha, cuando la ponemos en contexto con las otras manchas, resulta que la información conjunta no es que difiera mucho, pero es complementaria. Y esto solo hablando del tema de las manchas, si hablamos de contaminación es un mundo aparte.

Cada vez tenemos mejores medios y estamos encontrando cosas interesantísimas. Por ejemplo, la zona que estuvo sobre la nariz, en las zonas más prominentes del rostro, como era de esperar, hay contaminación de polvo que tiene la misma composición química que la roca caliza que hay en Jerusalén. También hemos encontrado contaminación añadida de roca caliza pulverizada exactamente con la misma composición que las piedras con las que se hizo la Catedral de Oviedo. Morfológicamente dos partículas de polvo, una de Jerusalén y otra de Oviedo, son prácticamente iguales, pero si las ponemos en un microscopio somos capaces de diferenciar esas rocas calizas.

—Esos avances tecnológicos serán muy importantes para las nuevas líneas de investigación.

—Efectivamente. No solo por lo nuevo sino por lo que ya tenemos. Como científicos siempre lo tenemos en continua revisión porque podemos estar equivocados, al fin y al cabo somos humanos y la tecnología puede fallar. No damos por hecho todo lo que creemos o sabemos, lo estamos revisando continuamente por si acaso se nos ha escapado algo. Las nuevas tecnologías nos abren nuevas ventanas de oportunidades para no solo comprobar lo que creemos que ya sabemos sino para ampliar información. Esto va muy rápido, cada vez tenemos más medios.

—¿Cómo llegó realmente el Sudario a Oviedo?

—Como suele ocurrir en todos los objetos muy antiguos hay lagunas, hay cosas que aún no sabemos, periodos en los que no sabemos dónde pudo haber estado y en qué circunstancias, pero lo que sí sabemos es que partió del entorno de Jerusalén. En el siglo VI, durante la invasión persa, tuvo que salir de Jerusalén para evitar que fuese destruido. Viajó en un arca con otras reliquias por todo el norte de África, por vía marítima, hasta que llegó a la actual Cartagena. Como esta ciudad estaba en continua guerra entre los constantinos y los visigodos, no era el mejor sitio por los peligros que corría, pero aún así estuvo algo más de 20 años. Para evitar que fuera destruido, se trasladó a Écija, de ahí seguidamente se trasladó a Sevilla, luego a Toledo, donde estuvo un tiempo hasta que durante la invasión árabe, para ponerlo a salvo, se trasladó a Oviedo, donde está desde la fecha.

—Por último, ¿qué valor tiene el sudario desde el punto de vista científico?

—Estamos hablando de que todos los datos avalan que cubrió la cabeza de un varón de mediana edad, que sufrió las mismas torturas que nos cuentan los Evangelios sobre Jesús de Nazaret. Hay marcas compatibles con una corona de espinas, con el mismo tipo de flagelación que se usó. En el caso de la Síndone de Turín, hemos encontrado el orificio de salida de la lanzada, cosa que no nos debe sorprender porque el Evangelio de San Juan dice textualmente que un soldado le traspasó el costado. Todos los datos avalan esas posibilidades. Las partículas de la caliza del entorno de Jerusalén apuntan también a esa posibilidad, no hay ninguna discrepancia significativa.