De las aulas de Oviedo a la selva de Camboya: así es la brillante labor que realiza en el país asiático

Esther Rodríguez
Esther Rodríguez REDACCIÓN

LA VOZ DE OVIEDO

Pablo liberando un cocodrilo con transmisor satelital
Pablo liberando un cocodrilo con transmisor satelital Anton Delgado

Amante de los animales, el vallisoletano de nacimiento centra sus esfuerzos en salvarguardar la flora y la fauna del estado camboyano. Con la ayuda de un equipo multidisciplinar ha conseguido resucitar una especie que se había dado por extinta

12 ago 2024 . Actualizado a las 09:30 h.

La situación de biodiversidad en Camboya es bastante preocupante. El país, situado en el sudeste asiático, alberga una rica variedad de ecosistemas que son hogar de muchas especies únicas como puede ser la tortuga de Cantor, el tigre de Indochina o el delfín del Mekong. Sin embargo, gran parte de esta vida silvestre está, por desgracia, en peligro de extinción. Son numerosos los animales y las plantas que forman ya parte de la afamada Lista Roja, una catalogación que no deja de crecer.

Para frenar esta situación expertos en la materia centran todos sus esfuerzos en salvaguardar la flora y la fauna del país. Entre estos profesionales se encuentra el biólogo Pablo Sinovas. Licenciado por la Universidad de Oviedo, el vallisoletano contribuye significativamente a la preservación y la protección de los valiosos recursos naturales de Camboya. Desde hace cinco años dirige el proyecto de conservación de la ONG Fauna y Flora y los resultados que están obteniendo hasta la fecha son del todo «esperanzadores».

Un claro ejemplo de ello lo encontramos en la resurrección del cocodrilo siamés. A principios de siglo se creía que esta especie de reptil se había extinguido, pero gracias a la labor de la citada organización no solo se ha recuperado la raza sino que además se ha aumentado la población de la misma. «Hace un par de décadas se descubrió que todavía quedaban algunos ejemplares en los Montes Cardamomo —en el suroeste del país— y por tanto se decidió proteger la zona», cuenta el también explorador de National Geographic.

Con el objeto de preservar el hábitat de esta especie «súper rara» los expertos establecieron un acuerdo de colaboración con las comunidades indígenas «que todavía viven por allí». «Estas consideran al cocodrilo siamés como una especie sagrada y, de manera tradicional, la veneran y la respetan, por lo que no hubo ningún tipo de problema», asegura Sinovas. El inconveniente estaba en la escasa población de cocodrilo siamés. «Al haber tan pocos individuos prácticamente no llegaban a reproducirse», afirma antes de explicar que este reptil tarda «aproximadamente ocho años» en alcanzar la madurez sexual.

Pablo liberando un cocodrilo con transmisor satelital
Pablo liberando un cocodrilo con transmisor satelital Anton Delgado

Ante esta situación miembros de ONG Fauna y Flora comenzaron a realizar una búsqueda exhaustiva de nidos de cocodrilo siamés para así saber también cómo se reproducían. «Encontramos tan pocos que nos dimos cuenta que la especie estaba prácticamente camino de la extinción», confiesa. Decidieron por tanto criar a este reptil en cautividad para después liberar sus crías —«cuando tienen aproximadamente tres años y miden un metro»—y así «fortalecer» la población.

«Queremos llegar a un número donde puedan empezar a reproducirse de manera un poco más sostenible y la población pueda regenerarse por sí misma», precisa el biólogo español, quien ya ha comenzado a ver los resultados de este arduo trabajo. Pablo Sinovas y su equipo han encontrado recientemente cinco nidos y sesenta crías de cocodrilo siamés. Un hallazgo que es todo un triunfo ya que genera esperanza de conservación de este animal que llegó a ser dado por extinto. «Este año ha sido el de mayor éxito reproductivo que se ha registrado para la especie en lo que llevamos de siglo», aplaude.

Pablo en la selva con una especie de agama edémica de las montañas del sur de Camboya
Pablo en la selva con una especie de agama edémica de las montañas del sur de Camboya Anton Delgado

De la misma manera que centran sus esfuerzos para proteger al cocodrilo siamés, desde la ONG Flora y Fauna trabajan para aumentar la población de otras especies y que estas no se extingan como puede ser el elefante asiático, la pantera nebulosa o el mono gibón. «Preservamos además espacios marinos en los que viven caballitos de mar, delfines, etc.», apunta el experto, quien considera fundamental cuidar todos los ecosistemas para conservar la biodiversidad de Camboya. «El proteger el hábitat de una especie permite proteger otras muchas que viven en el mismo. Por ejemplo, los ríos donde viven los cocodrilos son también el hogar de nutrias, de diferentes especies de gatos silvestres...», señala.

Para poder conservar las áreas protegidas y explorar la biodiversidad que hay en los bosques tropicales y selvas del estado camboyano Pablo y su equipo llevan a cabo rigurosos métodos de actuación que implican trabajar día y noche. Desde la colocación de fototrampas y detectores de sonidos hasta la recolección de muestras de ADN que conllevan recoger excrementos o adentrarse en las aguas más turbias. Deben además pasarse horas observando el entorno o realizando largas caminatas para poder encontrar alguna que otra especie.

Elefante capturado por foto trampeo en una selva de Camboya
Elefante capturado por foto trampeo en una selva de Camboya Fauna and Flora

«Cuando no tienes información de las especies que existen, cómo de abundantes son y dónde viven es difícil protegerlas», asegura el biólogo. El saber qué y cuántas plantas o animales hay exactamente en Camboya permite demostrar al gobierno central y a sus ciudadanos «la importancia que tiene proteger esas áreas», para que así estas no pasen a tener un uso económico. Y es que «uno de los grandes problemas» para conservar la biodiversidad en el país es que se están destruyendo, «a un ritmo bastante preocupante», hábitats para construir en ellos infraestructuras, destinar el suelo a agricultura o expandir zonas rurales.

Aún así, «la principal amenaza para la vida silvestre es el trampeo». «Se utilizan bastante los lazos para cazar y, lógicamente, estos son indiscriminados. Aunque se coloquen en el bosque para cazar una especie común como puede ser un ciervo, acaban atrapando todo animal que pase por ahí», asegura el biólogo, quien centra también sus esfuerzos en tratar de concienciar a la sociedad en este aspecto.

Pablo y un compañero local liberando un cocodrilo
Pablo y un compañero local liberando un cocodrilo Jeremy Holden

Demostrar la riqueza natural que tienen estas áreas, en términos de biodiversidad, es por tanto otro de los objetivos que persigue la organización no gubernamental Flora y Fauna. «Muchas veces el gobierno piensa que un bosque no aporta nada cuando realmente tiene mucho valor, tanto por las especies que hay en él como desde el punto de vista de la mitigación del cambio climático, ya que son realmente importantes para la captura del carbono atmosférico», dice el director del proyecto medioambiental.

Hasta la fecha, Pablo y su equipo ya han dado muchos pasos para salvaguardar la flora y la fauna del país. Pero aún les falta terreno por andar. «Todavía quedan por hacer bastantes cosas», asegura. En este sentido el biólogo pone por ejemplo las áreas protegidas. «Estamos lejos de conseguir que estas estén bien gestionados y hay además zonas que son muy importantes para la biodiversidad que no están todavía reconocidas como tal», dice con la esperanza de que los propios camboyanos tengan «la capacidad y el interés suficiente» para en un futuro llevar a cabo esta labor de conservación de la vida silvestre.

El biólogo vallisoletano en el interior de una cueva en busca de nuevas especies
El biólogo vallisoletano en el interior de una cueva en busca de nuevas especies

Aunque confía en que Camboya siga siendo un país rico en biodiversidad, «siendo realista», no cree que todas las especies consigan sobrevivir. «La degradación, por desgracia, va a continuar en algunas áreas», lamenta, no sin antes reconocer que la situación sería «mucho peor» si no se llevase a cabo el trabajo que está haciendo su equipo.

«Cuando estás metido en ello, trabajando de forma tan directa y tan personal, siempre parece que cualquier pérdida es una tragedia y lo es, pero si damos un paso atrás y vemos un poco todo con perspectiva también conviene darse cuenta de que sí estamos consiguiendo, como mínimo, ralentizar la degradación que se está produciendo y, en algunos casos, posiblemente darle la vuelta. El cocodrilo siamés es un ejemplo de ello», asegura orgulloso, mientras que organiza el plan de actuación para explorar una área «prácticamente» desconocida del norte de Camboya.