Así cuenta un funcionario asturiano más de 100 horas (y varios años) de colapso de la justicia

Susana D. Machargo REDACCIÓN

ASTURIAS

Juzgados de Gijón
Juzgados de Gijón

Los juzgados asturianos viven momentos de gran tensión en plena travesía del papel al mundo digital

12 abr 2018 . Actualizado a las 18:35 h.

«1, 2 3,... Probando». Con esta frase resume un funcionario asturiano el modo con el que se está haciendo la transición del papel al mundo digital en los juzgados del Principado. Están en plena travesía -«en el peor momento», según sus palabras- cuando todavía conviven el antiguo sello de caucho con la firma digital. Ahora todo tiene que imprimirse y el condenado papel es la única tabla de salvación cuando todo lo demás falla. El nombre del funcionario es lo de menos. Su experiencia es la de decenas de compañeros que han sufrido durante más de 100 horas el colapso del Lexnet, el sistema que ya utilizan todos los órganos judiciales asturianos para sus comunicaciones. Porque los juzgados no cierran y los que estuvieron de guardia durante todo el fin de semana tuvieron que echar mano de la experiencia y el ingenio para salvar situaciones muy controvertidas. A los trabajadores de Penal o a los de Civil no les importa de quién sea la responsabilidad. Pero sí exigen una mejor planificación y mejores medios para poder hacer su trabajo.

Qué es el Lexnet

El Lexnet es una aplicación, un sistema de comunicación del sistema judicial con todas las partes implicadas, por lo que lo usan tanto los funcionarios como los abogados y procuradores habilitados. En un método de envío telemático de los escritos. Unos adjuntan archivos informáticos. Otros todavía los escriben a máquina y los escanean para poder mandarlos. No es un programa cualquiera. Es algo muy delicado por los altos niveles de seguridad que exige, para evitar cualquier filtración de información y porque todo tiene que quedar debidamente registrado. De ello dependen desde plazos de recursos a todo tipo de tramitaciones.

Una de las principales quejas de los trabajadores radica en el método de aplicación. Mientras que administraciones como la de Hacienda impusieron una política de papeles cero, contrató la tecnología, formó a los trabajadores, se marcó plazos e hizo comprobaciones previas antes de empezar, en Justicia se están dando palos de ciego. Esto supone que el Lexnet sirve para las comunicaciones telemáticas con todos los operadores implicados y que se utiliza la electrónica para comunicarse pero, como todavía no se ha implantado el expediente digital, los funcionarios tienen que imprimir cada documento que les envían para continuar con los trámites. Los jueces y magistrados y los letrados de la administración de Justicia (LAJ) -los antiguos secretarios judiciales- tienen que seguir firmando a mano. Esto se traduce en un incremento disparatado del gasto en papel y en impresoras trabajando a pleno rendimiento. Lo que antes llevaban en manos abogados y procuradores, y era un gasto compartido, ahora lo imprimen los trabajadores y lo pagan los juzgados. El papel cero en la justicia es, por el momento, una utopía. Los últimos en sumarse han sido las fuerzas del estado, Policía Local y Nacional y la Guardia Civil. Ellos tampoco pueden llevar ya nada por escrito.

Que pasó el viernes

El viernes se asomaron al abismo. Los funcionarios entraron con sus claves a Lexnet, apareció la ruleta que mostraba que estaba cargando y ... Nada más. Ni los más pacientes tuvieron éxito. El sistema no cargó. No se veía nada en pantalla. Inmediatamente, los trabajadores de los juzgados dieron aviso de manera inmediata. Todas las comunicaciones oficiales quedaban cortadas. Durante meses habían recibido órdenes estrictas de no coger nada en papel. Esto fue especialmente problemático con la última incorporación, la de las fuerzas de seguridad: Policía Local y Nacional y la Guardia Civil. Ya sea por la inexperiencia o por los fallos informáticos, pero hubo muchas diligencias que no se veían en pantalla, que no quedaban registradas y los agentes querían llevarlas en mano. Se les presionó para que dijeran siempre que no, salvo que fuese el último recurso. El viernes, sin embargo, el papel se convirtió en la única manera de seguir a flote.

Porque el auténtico problema resultó que las comunicaciones quedaron cortadas sólo en uno de los dos extremos. Procuradores, abogados y fuerzas de seguridad accedían al Lexnet con sus claves y completaban la tramitación sin problema. No había ningún mensaje de error. Pero eso no llegaba a los juzgados. Los funcionarios no veían absolutamente nada, al margen de esa ruleta que simulaba que cargaba, y al otro lado no lo sabían.

El viernes no hubo solución informática. Tampoco el sábado ni el domingo. Esto supuso un auténtico quebradero de cabeza para los juzgados de guardia. «La justicia no cierra nunca», explica este trabajador. Los principales casos en los juzgados asturianos durante los fines de semana son denuncias de violencia de género, alcoholemias y hurtos de poca monta. Los dos últimos se resuelven mediante juicios rápidos. El primero requiere de una intervención inmediata, en muchos casos con medidas cautelares. No cabe, por tanto, esperar nada. ¿Cómo lo resolvieron? «Tirando de imaginación, experiencia y también improvisando», responde este funcionario con una larga trayectoria. Tuvieron, por ejemplo, que llamar a todas las comisarías y cuarteles dependientes de cada juzgado de guardia para notificarles que tenían que presentar cada diligencia en persona o a través de un medio tan tecnológico como el fax. «Después de meses presionando para que usasen la tecnología, hubo que llamarles para que volvieran al papel. Muchos no tenían ni patrullas disponibles para ir al juzgado», explica. 

La situación se prolongó 48 horas más el lunes y el martes. Ayer, miércoles, a primera hora, cuando encendieron el ordenador, la ruleta dejó de girar y entonces un alud de comunicaciones pendientes afloró en el Lexnet. «Es difícil de entender pero lo que aparece en pantalla es un tropel de asuntos muy difícil de distinguir. La inmensa mayoría de los juzgados son mixtos, así que en esa pantalla está todo. Se supone que lo que es urgente, para el juzgado de guardia, aparece señalado con una especie de banderina, que tendría que ser más fácil de ver», explica este trabajador.

La solución del problema informático trajo otros quebraderos de cabeza extra. Había asuntos resueltos en papel durante todas las horas que estuvo colgado, que habían sido tramitados también a través del Lexnet, cuando el otro extremo del hilo no sabía que no funcionaba. Así que estaban por duplicado. ¿Cómo se resolvió? Nuevamente hubo que recurrir a la triple fórmula de la imaginación, la experiencia y la improvisación para recorrer el camino que menos distorsionaba. Muchos optaron por hacer que eran escritos que se incorporaban a procedimientos que ya estaban abiertos o incluso a algunos que estaban resueltos. Es decir, lo trataron como si fuera más documentación para el expediente que ya habían abierto.

Ahora toca ponerse al día. Ha habido juzgados que el sistema les ha escupido, de repente, casi 300 comunicaciones pendientes. Ahora toca la ardua labor de ver uno a uno y de clasificar por su urgencia. 

El problema viene de atrás

Este funcionario reconoce que a él y a sus compañeros les da igual quién sea el responsable. El rifirrafe entre el Ministerio de Justicia y el Principado para ver quién tiene la culpa les queda lejos. Lo que viven es un día a día sin todos los recursos necesarios. Y no es algo nuevo. Han visto la improvisación y los pasos adelante y a atrás durante décadas. En su caso, cuenta cómo hace muchos años estuvo en País Vasco, el primero en implantar una aplicación informática para las comunicaciones, que a día de hoy sigue siendo la mejor. Formaron a los funcionarios y la implantaron en tiempo y forma. «En mi siguiente destino no tenía ni ordenado ni siquiera una máquina de escribir eléctrica. Volví a la tradicional», con este brochazo de su trayectoria profesional las tremendas desigualdades existentes entre territorios. 

El modo en el que se hicieron las transferencias puede tener parte de la responsabilidad. Los jueces son un poder independiente, pero sin medios propios. Es el Estado el que tiene que prestarle esos medios. Los funcionarios de justicia, de hecho, son de la Administración general. Pero cuando en los años 90 se comenzaron a negociar los traspasos a las comunidades, como la Justicia en sí no se podía transferir, se concedió la gestión de los medios. Esto supone los medios materiales pero también la gestión del personal, sus horarios, salarios,.. En el caso de los profesionales el ministerio da a la autonomía el dinero necesario para las plantillas pero el pago de las nóminas lo hace el Principado. Esta complejidad se observa también en cada paso de la tan demanda modernización del sistema. Uno de los caballos de batalla es que todos los sistemas de comunicaciones sean compatibles entre sí, por ejemplo, y que no haya problemas entre Asturias, Extremadura o Andalucía. 

Los funcionarios no tienen ninguna seguridad de que esto no vuelva a ocurrir. Este es un temor añadido a la tensión que viven cada día con cada nueva innovación sin red. De hecho, hay rumores que hablan de filtraciones de seguridad, lo que sería todavía mucho más grave. Con estos antecedentes, solo les queda esperar.