¿Qué se sabe del «Rey del cachopo»?

F. Sotomonte REDACCION

ASTURIAS

Imagen facilitada por la Policía Nacional de la detención en Zaragoza de César Román, el empresario conocido como el  rey del cachopo
Imagen facilitada por la Policía Nacional de la detención en Zaragoza de César Román, el empresario conocido como el rey del cachopo

César Román, que fue nombrado embajador gastronómico por Caunedo, se hacía pasar por un cocinero llegado de Venezuela y llamado Rafael

17 nov 2018 . Actualizado a las 14:53 h.

El rey del cachopo no era asturiano, ni tampoco natural de Bilbao, como solía decir a veces, ni tampoco acababa de llegar de Maracaibo en Venezuela en busca de un oficio de cocinero en España por su experiencia «en los fogones». Tampoco se llamaba Rafael Rujano Contreras, que fue su última máscara antes de ser detenido, sino César Román el hombre que emprendió una huida de cuatro meses, dejando atrás una cadena hostelera en Madrid y también un cadáver, horriblemente mutilado, guardado en una maleta, abandonada en una nave de su propiedad y que sólo 24 horas antes de su detención se pudo identificar como el de su última novia, la joven hondureña de 25 años, Heidi Paz.

Román vivió algo más que los 15 minutos de fama prometidos para cualquiera en este mundo futuro por Andy Warhol. En enero del año pasado todavía estaba sobre la cresta de la ola. Lideraba una cadena de restaurantes, bajo la marca A Cañada Delic Experiencie, con cinco locales especializados en cachopo y gastronomía del norte de España ubicada en la capital por donde se dejaba fotografiar con famosos y políticos que alguna vez degustaban sus platos. En una de las imágenes aparece acompañado del entonces presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, la expresidenta de la Comunidad de Madrid, Cristina Cifuentes. Pero había muchos flecos en ese paraíso de dinero. Román creó una flota de motos para el reparto a domicilio, abrió cinco locales de venta al público y también naves industriales para producir en cadena. Pronto llegaron las demandas por impagos de trabajadores y proveedores. 

También comenzaron a tambalearse los cimientos de la leyenda personal que se había creado para promocionar el negocio. En enero de 2017, La Voz de Asturias publicó una entrevista con Ferrán Adriá en la que comparaba el cachopo con una croqueta, Román decidió responderle en las mismas páginas con una tribuna que finalizaba con un extenso currículum: «Chef de la sidrería A Cañada DELIC Experience. Galardonado con el Premio al Mejor Cachopo de España 2016 por la Academia Española del Cachopo. Embajador de la Gastronomía Asturiana 2015 por el Ilustrísimo Ayuntamiento de Oviedo. Presidente de la Asociación de Amigos de la Sidra y el Buen Yantar en Madrid».

Al menos uno de los títulos es verdadero: el rey del cachopo ahora detenido fue nombrado embajador por el exalcalde popular de Oviedo, Agustín Iglesias Caunedo.

Caunedo y el rey del cachopo
Caunedo y el rey del cachopo

Menos cierto era el premio al Mejor Cachopo concedido por la Academia del Cachopo. De hecho el «Cachopogate» coleó varias semanas en la prensa después de que se revelara que no había tal academia ni estaba recogida en el registro de asociaciones y que habían mediado intentos de soborno en competiciones, estas sí, de tenor serio. No sólo eso, la indagación descubrió que Román también había cometido estafas en concursos de pulpa a feira; que en un pasado remoto había sido dirigente del Sindicato de Enseñanzas Medias (Sem) y que dimitió siendo acusado además de ser un «topo de la Falange» dentro de la organización estudiantil. También trató de extender la experiencia de Plataforma por Cataluña de Anglada en Madrid, que terminó con otro fraude, y fue colaborador de varias publicaciones ultraderechistas. En un mundo de pufos sin final, todo aquel que se haya relacionado con él lo define como un mentiroso compulsivo, terminó por recibir palizas, contratar un guardaspaldas y también denunciado por violencia machista por su exmujer. 

En algún momento, y tuvo que ser poco antes de de julio, todo el castillo comenzó a demoronarse y además de manera precipitosa. Román y su novia Heidi Paz desaparecieron. Se cerraron de golpe los cinco restaurantes de la capital como su hubieran sido abandonados de la noche a la mañana. Se empezaron a difundir imágenes del cocinero para alertar de que su familia querría conocer algún dato de su paradero. La familia de Heidi Paz comenzaba a preocuparse, temían que por la deudas acumuladas por Román la pareja hubiera determinado escapar y perderse de la vista de los acreedores. Con Paz había iniciado una relación al tiempo de separarse de su primera mujer y cuando estaba en vísperas de casarse con otra. Los temores de la familia de la joven hondureña (con dos hijos en su país natal) no eran infundados pero la realidad resultó ser mucho más terrible de lo que hubieran imaginado.

Casi al mismo tiempo en el que el rey del cachopo se esfumaba apareció parte de un cadáver en una de su naves industriales en la localidad de Usera, en Madrid. A la policía le costó ligar los dos sucesos, primero porque el ADN del cuerpo estaba muy dañado y resultaba complicado establecer su identidad. Además el cadáver había sido mutilado a conciencia y con un estilo de sicario profesional: además de que le habían cortado la cabeza y las extremidades también le habían amputado los pechos. El propósito era arrancarle los implantes de silicona para evitar que se pudiera rastrear el código de identificación que acompaña a estas piezas. Aunque finalmente el trabajo de la Policía dio sus frutos y este mismo jueves se confirmaba que el cuerpo era el de Heidi Paz.

Sólo 24 horas después llegaba la detención del principal sospecho, el hombre de las mil caras que había intentado desaparecer durante cuatro meses. Se hacía llamar Rafael, decía venir de Venezuela, y trabajaba en un local, Casa Gerardo en Zaragoza. Después de ver su cara en los medios de comunicación, la dueña le reconoció y le denunció a la Policía. «No puede ser, es mi cocinero», se dijo Raquel Contreras a sí misma antes de llamar al 091 donde le recomendaron actuar con tranquilidad hasta que los agentes se presentaran en el local. Y así lo hizo.

«Yo soy el que están buscando», dicen que dijo Román cuando vio llegar a los agentes. Ahora tendrá que dar muchas explicaciones, sobre sus múltiples identidades y también sobre lo que hizo con cada una de ellas, desde las estafas monetarias a las causas y motivos del horrible asesinato de una joven de 25 años.