¿Es Asturias el espejo de Andalucía en las expectativas de Vox?

ASTURIAS

JORGE GUERRERO

Ambas comunidades comparten un contexto de declive electoral de un partido socialista hegemónico durante décadas

05 dic 2018 . Actualizado a las 10:38 h.

Al término de la Junta de Portavoces celebrada el pasado martes, cuestionaron al diputado de Podemos Asturies Enrique López si le preocupaba la entrada de Vox en el parlamento andaluz y si esperaba que pudiera reproducirse en los comicios asturianos. La respuesta fue «las condiciones de Andalucía son muy específicas: había un PSOE que gobernó con Ciudadanos durante tres años y pico, un partido socialista lastrado por la corrupción con dos expresidentes que están encausados por causas muy graves y está al frente una Susana Díaz que fue la adalid de la defenestración de Pedro Sánchez y también de la abstención activa del partido socialista para que gobernara Rajoy» y dadas las críticas que los morados han lanzado a Javier Fernández a lo largo de la legislatura (que son prácticamente un calco) parecía que la conclusión sería sí; pero López zanjó que «sin hacer de pitonisos de lo que pueda ocurrir en las elecciones y que se van a producir en todo caso dentro de cinco meses, sí creemos que la situación es favorable para que las fuerzas del cambio y progreso sean las que tengan la mayoría en esta comunidad autónoma».

¿Es un augurio certero? Es cierto que Asturias y Andalucía comparten muchas circunstancias similares y otras totalmente distintas. Entre las primeras, según destacó el politólogo Eduardo Bayón, «un partido que ha sido hegemónico y está en continuo declive electoral, algo que ya se ha evidenciado en la pérdida de las cuencas más allá de Laviana, en la pérdida de Gijón, y cayendo cada vez que hay elecciones».  

A todo ello, Bayón suma «una crisis de liderazgo o de alternativa real de gobierno en cuanto a clase dirigente porque probablemente no hay una gran alternativa al partido socialista» en el sentido de que en el principal partido de la oposición está liderado por Mercedes Fernández, que ha acumulado varias intentonas fallidas de superar a los socialistas, de forma también similar a las derrotas de Moreno Bonilla en el PP andaluz.

Pero Asturias tiene también elementos muy singulares. Se trata de una comunidad con una cierta tradición de escisiones para el electorado de centro derecha, con el exitoso caso (en un primer momento) de Foro que llegó a la presidencia del Principado aunque apenas pudo mantenerla durante un año. En todo caso, tal y como resaltó Bayón, aquella victoria de Cascos en 2011 -que se apoyó en buena medida también en el alto grado de conocimiento de su candidato- fue en cierto modo precursora de la crisis de partidos tradicionales que ha marcado los últimos comicios en todo el Estado. «antes de la irrupción de fuerzas similares a Podemos, ya se evidencia un voto de ruptura con lo tradicional y ganó Foro, es cierto que con la persona de Álvarez Cascos, pero con un discurso anti clase política».

Lo cierto es que este análisis ya fue explicitado por la dirección de Podemos Asturies en documentos llevados al congreso de su partido en Vista Alegre, entonces los morados asturianos señalaron a Foro como precedente de «ruptura destituyente» frente al «régimen» que, en su opinión, ha dominado la política asturiana en las últimas décadas con un pacto tácito entre PP y PSOE pero al que también sumaron, de forma tangencial, a Izquierda Unida. No fueron pocos los analistas que destacaron la singularidad asturiana, en la primera llegada de Podemos al parlamento autonómico, de que los morados asturianos hubieran logrado recabar votos en caladeros que en los comicios anteriores apostaron por Francisco Álvarez-Cascos, ¿podrían en el futuro decantarse por Vox si enarbolan un discurso anti establishment, de oposición a las formaciones con experiencia en las instituciones, el descontento indignado de «que se vayan todos?

«El desgaste de los dos partidos tradicionales es algo que viene de bastante lejos, el PSOE en Gijón ha sido la tercera fuerza en las dos últimas generales», apuntó Bayón quien destacó además que Asturias es «una comunidad autónoma envejecida, con unas perspectivas de futuro nulas. Hay un componente regionalista estilo andaluz pero a la vez la identidad española pesa. Creo que hay bastante similitud». El politólogo citó además cómo ha llegado a imponerse, en el caso del impuesto de sucesiones, un relato conservador frente al tributo a pesar de que los datos confirman que, en realidad, afecta a una minoría de la población

También hay circunstancias totalmente distintas en el caso de Asturias y Andalucía. En los resultados de Almería pudo tener un peso relevante el mensaje anti imigración en una provincia con una relevante población extranjera, pero Asturias se cuenta entre las comunidad con menor proporción de inmigrantes. Además aunque la situación del partido socialista asturiano y andaluz comparte muchos puntos en común (por su larga experiencia de gobierno, prolongada por décadas, pero también porque fueron dos territorios en los que sus direcciones manifestaron más intensamente la oposición a Pedro Sánchez), también «es cierto que Javier Fernández no va a ser el candidato, no hay una continuidad del presidente como sí la había en el caso de Susana Díaz en Andalucía», indicó Bayón.

Esas heridas en el seno del PSOE siguen muy abiertas tal y como se puso de relieve a comienzos de esta semana cuando desde Ferraz se señaló a la presidenta andaluza que podría dar un paso atrás después de haber perdido la mayoría suficiente para sostener el gobierno, algo a lo que Díaz se ha negado rotundamente. La tensión entre el gobierno asturiano, que ya está de salida, y la dirección de la FSA liderada por Adrián Barbón es menos evidente pero también intensa. Aunque sea más soterrada, aún se ha dejado ver después de la aprobación de los presupuestos, con la aquiescencia por parte de Barbón a la demanda de Podemos de abrir lo que queda del ejercicio en la Junta General a varias comisiones de investigación (sobre el ERA y los cursos de información) que no sentó bien ni en el Ejecutivo ni tampoco en parte del grupo parlamentario, algo que se hizo explícito con la dimisión de la portavoz adjunta Carmen Eva Pérez Ordieres.