«Una convocatoria no basta: esto es una lucha diaria»

Nacho G. Ruano REDACCIÓN

ASTURIAS

De izquierda a derecha, Tarik Vázquez, Manuel Franco, Alba Rivas y David Mato
De izquierda a derecha, Tarik Vázquez, Manuel Franco, Alba Rivas y David Mato TOMÁS MUGUETA

Cuatro estudiantes implicados en la organización de la concentración multitudinaria del 15-M en La Escandalera explican el éxito de la movilización y el futuro del ecologismo en Asturias

25 mar 2019 . Actualizado a las 05:00 h.

Una fecha tenían marcada estos cuatro estudiantes a fuego en sus cabezas: el 15 de marzo, a la tarde. Un lugar: la plaza de La Escandalera. Un objetivo: gritar alto y claro que «No hay un planeta B». ¿Lograron su objetivo? Las imágenes hablan por sí solas: cientos de personas abarrotaban la céntrica plaza ovetense, que se convirtió en un movimiento vivo, transgeneracional, que movió la conciencia social sobre una problemática que no es indiferente para nadie. Un éxito de asistencia que, sin embargo, no puede quedarse en eso: una mera concentración multitudinaria. «Una convocatoria no basta: esto es una lucha diaria», defienden al unísono Tarik Vázquez, Manuel Franco, Alba Rivas y David Mato, cuatro estudiantes ovetenses que, junto a otras personas y colectivos sociales, organizó una cita que superó todas las expectativas. Un acto que se comenzó a fraguar a finales de febrero, dos semanas antes de la fecha que movió al ecologismo asturiano a formar un frente común por el clima.

«Fue a finales de febrero cuando se empezó a contactar con otros colectivos. Las organizaciones ecologistas estuvieron hablando con los estudiantes. Nosotros siempre hemos tratado de que no se nos encasille en una ideología», explica Alba Rivas, que formó parte del grupo que elaboró el manifiesto sobre el que se edificó el movimiento. Una iniciativa que contaba con el 8-M apenas una semana antes de la concentración ecologista, hecho que dio lugar a que la organización del acto ecologista se tuviese que acelerar días después de la huelga feminista. Sin embargo, el hecho de coger el rebufo del 8-M tuvo sus puntos positivos. «Pudimos aprovechar el trabajo previo de esta movilización para aplicarlo también en la convocatoria ecologista», comenta Manuel Franco.

Un 15-M que tuvo dos caras: la de la marcha de las 12.00 horas, que comenzó en La Escandalera y discurrió hasta la plaza de Porlier, y la de la tarde, que congregó a cientos de manifestantes en la céntrica plaza ovetense. Mientras que la primera apenas contó con decenas de asistentes, la segunda contó con una gran participación. «El movimiento oficial era el de la tarde, mientras que el sindicato de estudiantes organizó uno por su cuenta a la mañana», apunta Tarik Vázquez. Las expectativas de estos jóvenes se superaron ampliamente cuando vieron los cientos de personas que abarrotaban La Escandalera. «Fue una verdadera sorpresa», confiesa Franco. 

El manifiesto elaborado por los organizadores fue una radiografía de los retos ecologistas a los que se enfrenta Asturias. Las energías renovables, la apuesta por la sostenibilidad medioambiental, la transición energética... Un horizonte para el cual, según Alba Rivas, es clave tener claro a qué acuerdo se deben circunscribir los gobiernos. «Los países deben cumplir los Acuerdos de París. El documento elaborado por los integrantes del movimiento lo deja muy claro. Es el principal reclamo que planteamos», apunta. La estudiante considera que «los pequeños gestos y acciones, como el no dejar el grifo del agua abierto importan, pero el quid de la cuestión recae en las medidas que tomen los gobiernos, que son los que deben actuar con más contundencia», remarca.

Futuro del movimiento ecologista

Conscientes de que la lucha contra el cambio climático no es una batalla que se resuelva de una sola vez, estos jóvenes plantean el combate contra esta problemática desde una perspectiva diaria. Para ellos, la educación y la visibilización del movimiento ecologista deben ser las bases sobre las que se cimente el plan de acción que vertebre el discurso contra el cambio climático. Las aulas juegan un papel fundamental en el desarrollo de una conciencia social sostenible con el medio ambiente.

«La educación ambiental debería incorporarse a la formación integral. Si desde pequeño lo ves como algo normal, es más sencillo de asimilar y ponerlo en práctica», afirma Vázquez. Sensibilizar a los niños de la importancia de combatir el cambio climático, llevando a cabo pequeñas acciones diarias que contribuyan a llevar un estilo de vida sostenible, es capital a la hora de cimentar una base sobre la que luchar contra este desafío global.

La capacidad de organización del movimiento ecologista es otra de las bazas que augura un buen futuro del colectivo en la región. Para ello, David Mato apunta a el asamblearismo como forma de articular nuevas actuaciones dentro del ecologismo asturiano. «No solo es necesario visibilizar y gritar alto y claro que es un problema real, sino que nos debemos seguir organizando actuaciones, y aquí entra en juego las asambleas, que son una forma de coordinación muy importante», subraya. Mato reafirma la voluntad de llevar a cabo nuevas movilizaciones para lograr más visibilidad hacia este movimiento, el principal objetivo a corto plazo que, en opinión de estos jóvenes, debe perseguir el ecologismo en Asturias.

Los fines a perseguir en el medio y largo plazo son más ambiciosos: cristalizar las demandas del colectivo en políticas que luchen de verdad contra el cambio climático. Una meta que estos cuatro estudiantes todavía ve lejana. Sin embargo, con sus concentraciones y acciones de sensibilización, confían en que el crecimiento del sentimiento social por la sostenibilidad ambiental acabe generando una corriente ciudadana que acabe empujando a la clase política a legislar de forma contundente contra el cambio climático.

Las empresas y la política de transición energética

Los cuatro jóvenes tienen muy claro que la política de transición energética adoptada en España ha sido un error. La ausencia de una planificación a largo plazo de las políticas de descarbonización y el querer «dejarlo todo para última hora» han lastrado a un sector clave en Asturias. Para Tarik Vázquez, «se ha hecho todo deprisa y corriendo a última hora para evitar las multas, para que la gente no proteste porque les afecte el bolsillo». En su opinión, se debía haber realizado un proceso más justo, ya que «de esta actividad dependen muchísimas familias». 

David Mato considera que gran parte del problema estriba en la escasa motivación de las empresas en renovar los equipos y apostar por maquinarias más modernas. El joven estudiante apunta a la falta de rentabilidad, aunque con matices, como forma de explicar esta dejadez de las compañías a la hora de modernizar los equipos. «No veían rentable cambiar las máquinas y seguían manteniendo las antiguas, pero ahora sí es viable económicamente», asevera. Vázquez, por su parte, considera que las economías circulares, como es el caso de la compañía asturiana Ence, son el futuro. La clave, según él, radica en que las compañías puedan aprovechar e integrar todos los recursos que generan en el proceso productivo. «Reutilizar todo lo que puedan», señala. Aboga también por premiar e incentivar a aquellas empresas que son sostenibles, en vez de «simplemente multar o castigar a las que no respetan el medioambiente mientras que no se visibiliza a las que sí cuidan el entorno».

Renovables y el medio rural: pilares fundamentales

El futuro energético, apunta Mato, debería basarse en dos fuentes: la solar y la eólica. «No es de recibo que en Alemania, habiendo mucho menos sol que en España, tengan muchísimos más paneles solares», apunta. Dos energías cuyo impacto medioambiental es mucho menor que otras como la hidroeléctrica, según el estudiante. El problema de las hidroeléctricas, estima Vázquez, reside en que, «en vez de construirse presas pequeñas que ayudasen a dar vidilla al mundo rural, se apostaron por macropresas, por lo grande». Una decisión que, asegura, no fue la más adecuada. 

El mundo rural, defiende, debería ser uno de los pilares sobre los que se sustente la sostenibilidad tanto ambiental como económica. Apuesta por fomentar la autosuficiencia en los pueblos, volviendo a la forma tradicional de concebir el espacio rural, aprovechando los recursos con los que cuenta el medio natural asturiano. La dejadez a la que está sometido el entorno rural de la región la aduce a que «se prefirió invertir en las grandes ciudades y no en lo más local». «Asturias disfruta de mucha materia prima energética que no se está aprovechando», señala.

Un futuro prometedor para el movimiento ecologista se abre en Asturias. La concentración multitudinaria del 15-M fue un llamado de atención de que es necesario un paso más en la lucha contra el cambio climático. Un combate que no se gana en una sola batalla, sino que es una contienda del día a día. «Una convocatoria no basta: esto es una lucha diaria», claman los cuatro jóvenes. La Escandalera marco el camino a seguir, pero cualquier minuto vale. «No hay Planeta B».