«Esto es una broma, el último comité fue una batalla campal»

ASTURIAS

Mercedes Fernández
Mercedes Fernández Alberto Morante

El PP asturiano afronta el epílogo de las elecciones con una sensación de abatimiento por los resultados y una división que amenaza con crecer

30 may 2019 . Actualizado a las 19:39 h.

La polémica fue abierta y cuando se cerraron las puertas al público en el comité regional del PP no continuó. La candidata Teresa Mallada y la presidenta Mercedes Fernández se enfrentaron ante los micrófonos por la evaluación de los resultados de las elecciones autonómicas y también fue ante los medios que el candidato a alcalde de Oviedo, Alfredo Canteli, recibiera aplausos por su apelación a frenar las confrontaciones. En el orden del día se siguió con una relación de los puros datos de balance municipal y la despedida de Carlos Suárez, que fue diputado y regresa al HUCA a ejercer como médico. La sensación general es de abatimiento por lo enquistado de la situación y además con pocas soluciones que no impliquen un desgarro mayor a corto plazo. Las perspectivas no son buenas porque además la tensión viene de largo, «este comité fue una broma al lado del último, como el último yo no había visto cosa igual en mi vida. Lo de ayer fueron cuatro dardos, eso fue una batalla campal» señaló un destacado dirigente del partido presente en las reuniones.

El anterior comité regional se celebró el 3 de mayo, justo después de las celebración de unas elecciones generales que había dejado al PP con el peor resultado de su historia en el Congreso y sólo uno de los siete en disputa en el Principado para los conservadores. A aquella se reunión se llegaba con una expectativa de recrudecimiento de las relaciones entre Mallada y Cherines antes de las autonómicas. La candidata exigió tener mano en la confección de las listas y también en las propuestas del programa. En la lista a la Junta General ya no habría partidarios de la presidenta y sólo de la candidata; se intentó que algunos de los diputados que finalizaban el mandato ocuparan un lugar en puestos orgánicos, nombramientos que habitual se asienten a mano alzada terminaron por disputarse en reñidas votaciones. Hubo reproches, insultos y hasta renuncias pero no hubo calma y no volvió a esperarse en la campaña. En este contexto, Génova suspendió de forma temporal al secretario general Luis Venta, mano derecha de Fernández, por el presunto envío de una carta con amenazas a un concejal de Gijón. Pablo González pidió después que se impusiera una gestora.

Ya en aquel tres de mayo, Mercedes Fernández señaló que su legitimidad frente a la candidata tenía el mismo origen que la de Pablo Casado. «Todos tenemos que darnos legitimidades recíprocas», destacó para añadir que «si nosotros creemos en el sistema nacional de primarias y en la victoria irreprochable de Casado, también hay que creer en la nuestra, democrática, pulcra e irreprochable». En las dos semanas previas a la apertura de las urnas asturianas, Cherines y Mallada intentaron coincidir lo menos posible, en la noche del recuento cuando llegó la primera la segunda cambió de acera mientras hablaba por teléfono. En el hotel, avanzada la noche cuando ya se conocían los resultados, llegaron a cruzarse palabras subidas de tono.

«La noche electoral sentí vergüenza ajena cuando los vi saltando de alegría, no lo entendí, me daba vergüenza», destacó un dirigente regional quien expliccó que «la tónica general que hay en la inmensa mayoría de militantes de Asturias es que las cosas se hicieron muy mal en enero, esto se podía haber hecho en septiembre de otra manera, se hizo muy mal, un dedazo nunca gusta y hacerlo así tampoco» en referencia a la manera en la que se designó como candidata a Mallada desplazando a una Mercedes Fernández que había asumido el liderazgo del partido en su peor momento, tras la escisión de Foro, y que había conseguido hacerle recuperar la primacía del centro derecha asturiano.

Pero «quienes recibieron el dedazo lo hicieron peor todavía porque claro, vinieron a arrasar, y así les va a ir», señaló la misma fuente. Pese a las intermitentes publicaciones y rumores sobre la imposición de una gestora en el partido para apartar definitivamente a Fernández, nadie reconoce haber visto ninguna reclamación formal y el malladismo espera que caiga por su propio peso contando con que Génova les ha ido respaldando en cada momento.

«La sensación que hay es de brutal cansancio», destacó el responsable regional quien resaltó además que la pelea se había cobrado muchas víctimas colaterales y que el conflicto «se llevó a mucha gente por delante». A diputados pero también a concejales «que hicieron un trabajo magnífico y se quedaron fuera de la lista». Todo para que al final, insisten, «el resultado, por más que se quieran poner, es un resultado malísimo». En estos días se ha encargado de ponerle números Mercedes Fernández quien destacó que no se trata de que la mengua de diputados sea corta (de once a diez) sino de la distancia que se abre con los socialistas, que ahora les doblan en escaños. Además esa diferencia de proporción hará que de los dos senadores por designación autonómica que elige la Junta General, ninguno sea para el PP.

«La cuestión es que quienes pretendían que el cansancio con Cherines, que yo no voy a negar, derivara en una ilusión por Mallada han conseguido lo contrario, hay casi el mismo cansancio», sentencia.