La Universidad de Oviedo colabora en un descubrimiento que desafía los paradigmas científicos

La Voz REDACCIÓN

ASTURIAS

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El hallazgo, liderado por el Instituto de Estudios Espaciales de Cataluña (IEEC), redefine la forma de concebir la creación de sistemas planetarios

26 sep 2019 . Actualizado a las 20:07 h.

Los paradigmas sustentan la base de pensamiento de la comunidad científica y, en ocasiones, existen descubrimientos que ponen en duda estas ideas estandarizadas. Un exoplaneta gigante gaseoso orbitando alrededor de una estrella enana roja ha puesto en entredicho la forma de concebir la creación de sistemas planetarios que hasta la fecha ha imperado en la ciencia. El estudio, liderado por el Instituto de Estudios Espaciales de Cataluña (IEEC), y en el que ha participado la Universidad de Oviedo, abre un nuevo horizonte en este campo, y que obliga a repensar los mecanismos de creación que producen estos sistemas planetarios. Los planetas que se suelen encontrar alrededor de estrellas enanas rojas suelen ser de un tamaño cercano al del planeta Tierra, mientras que el cuerpo hallado en esta investigación es de un tamaño muy superior. El papel de la institución educativa ovetense en este descubrimiento histórico consistió en la búsqueda de la fotometría de la estrella, como señala Enrique Díez Alonso, investigador de la Universidad de Oviedo.

Hasta la fecha, las ideas que vertebraban el pensamiento sobre la creación de sistemas planetarios se basaba en el siguiente proceso: primero se forma un núcleo rocoso, como la Tierra o una supertierra, sólido, rocoso, y en torno a ello se va acretando gas y se acaba dando lugar a un gigante gaseoso, del tipo de Júpiter o Saturno. Ese mecanismo funciona bien en estrellas como el Sol, más masivas, en las que cuando se forma la estrella hay mucho material alrededor, hay un disco portoplanetario que es muy abundante en gas y en polvo. Sin embargo, en una estrella enana roja, como la estrella de esta investigación, que tiene la décima parte de la masa del Sol, los discos que quedan alrededor son muy pobres, y dicho mecanismo va a resultar muy poco eficiente, por lo que no se pueden formar así.

Este descubrimiento abre nuevos horizontes al campo científico, y supone contemplar ideas como que esas estrellas sí que tengan un disco, aunque no tan masivo, y que una parte del mismo pueda llegar a colapsar debido a las inestabilidades, dando lugar a la formación de un planeta de forma repentina, sin necesidad de que primero se forme algo pequeño, rocoso, y se vaya acretando gas. De no ser así, no se explicaría que un planeta como el que acaba de localizarse esté en una estrella no mucho mayor que él, con una diferencia de masa muy pequeña en comparación con la que hay, por ejemplo, entre el Sol y Júpiter. 

La labor de la Universidad de Oviedo en este hallazgo

Enrique Díaz Alonso, del Instituto Universitario de Ciencias y Tecnologías Espaciales de Asturias (ICTEA), ha participado por parte de la institución académica asturiana en este estudio. El propio investigador explica el papel que ha realizado la Universidad de Oviedo en este descubrimiento fue clave por la importancia de la fotometría en la identificación de estos cuerpos como planetas. «Para saber que se trata de un planeta, es necesario descartar que la señal no la esté produciendo la rotación de la estrella, y para ello hay que conocer el periodo de rotación de dicha estrella mediante fotometría, obteniendo datos de fotometría en búsquedas ya preexistentes e intentando obtener de ahí el periodo de rotación de la estrella. Las estrellas al rotar pueden generar señales similares a las que produciría un planeta cuando las mides», comenta. El sistema planetario anómalo que se ha descubierto se halla alrededor de la enana roja GJ 3512, que tiene solo una décima parte de la masa del Sol y se encuentra ubicada a unos 30 años luz de la Tierra.