¿Puede el temporal que viene anegar Asturias?

s.d.m.

ASTURIAS

Una carretera inundada en Argame, Soto de Ribera (Asturias), en pleno temporal
Una carretera inundada en Argame, Soto de Ribera (Asturias), en pleno temporal J.L.Cereijido

El sistema de umbrales marca las tendencias de los cauces pero para saber si hay inundaciones es necesario tener en cuenta más factores

14 nov 2019 . Actualizado a las 08:56 h.

Hace 15 días que los asturianos no ven el sol. Salvo tímida apariciones, muy puntuales, para describir el tiempo en el Principado desde que comenzó noviembre solo hace falta una palabra: lluvia. Sin embargo, los cauces de los ríos han estado contenidos. Sólo un episodio puntual a finales del mes de octubre, con más de 110 litros cuadrados en menos de 24 horas, provocó cuantiosos daños en el oriente. ¿Qué ha cambiado entonces con respecto al mes de junio, cuando temporales de menos entidad causaron virulentas inundaciones? ¿Podría este panorama repetirse si las previsiones de la Agencia Estatal de Meteorología (Aemet) se cumplen y el temporal azota otra semana más? En las condiciones actuales, no parece lo más probable.

La escasez de lluvias en octubre explica en gran medida que no se hayan producido todavía inundaciones pese a la intensidad con la que llueve. Elena Fernández, especialista en inundaciones del Indurot y coordinadora del Área de Geomorfología, argumenta que el suelo no estaba saturado de agua. La sequía y las altas temperaturas de las semanas precedentes justifican que el terreno no estuviera empapado, así que las actuales tormentas están, precisamente, empapándolo. El agua se retiene en el terreno y no llega a los ríos. Mientras el suelo no esté saturado no se pueden esperar caudales elevados. Es justo lo contrario de lo que sucede, por ejemplo, en la primavera. En esa época del año, lo habitual es que esté a rebosar. Así que si se suma una época de lluvia con altas temperaturas que derritan la nieve de las montañas, entonces no es de extrañar que la fotografía de Asturias sea la de las crecidas.

¿Quiere decir esto que no puede haber inundaciones tras un inicio del otoño seco? Elena Fernández no va tan lejos. Es algo muy difícil de predecir. Lo que sí puede señalar esta especialista es que son necesarias muchas confluencias. Si sigue lloviendo mucho, si suben las temperaturas y la nieve desaparece, los ríos podrían expandirse con furia. Pero no es algo que, a priori, se pueda concretar a medio plazo.

Para el corto plazo están los umbrales que maneja la Confederación Hidrográfica del Cantábrico (CHC) y que, precisamente, establecieron profesionales del Indurot. Esos umbrales miden el peligro de desborde en los puntos en los que están situadas las estaciones de medición, a lo largo de los caudales de los ríos. Ante el aumento de los niveles establece tres categorías de riesgo: seguimiento, prealerta y alerta. También tiene en cuenta la tendencia, es decir, si cada vez hay más o menos agua. Este método se implantó tras la aprobación de una directiva europea sobre inundaciones que data del año 2007 y que obligaba a todos los países a extremar el control. También se ha trabajado con el visor cartográfico de zonas inundables, disponible en la  web del Ministerio para la Transición Ecológica. En este trabajo se identifican las zonas de riesgo en función de los bienes materiales y también de los recursos humanos de cada territorio. 

Es, no obstante, un trabajo vivo. El Servicio de Emergencias cuenta con unos protocolos de actuación que toman como base todos estos trabajos, en función de la peligrosidad. A día de hoy, se está en pleno proceso de revisión. Todos esos protocolos tienen que tener en cuenta la singularidad de cada cuenca hidrográfica. Elena Fernández explica que, por ejemplo, en la del Ebro existe margen para organizar una respuesta ante una amenaza de riada. Al tratarse de una cuenca grande, con cauces muy extensos y totalmente monitorizados, a medida que las estaciones de la parte alta detectan crecidas se puede dar la voz de alerta y organizar una respuesta. «En Asturias contamos con ríos muy cortos y eso nos deja menos tiempo de reacción», argumenta.

Eso no quiere decir que no pueda hacerse nada. Para eso están los umbrales y los protocolos en función de los estudios y de la experiencia. El Principado dispone en este caso del Planinpa, que se corresponde con las siglas del Plan de Inundaciones del Principado de Asturias. Este documento establece una fase de preemergencia y una de emergencia. Dentro de esta última, se divide en cuatro niveles, dependiendo de la gravedad de la situación. El cero, el más bajo, se activa cuando hay desbordamientos en zonas muy localizadas. Con el 3 ya está en riesgo el interés nacional y excede la competencia del Principado, por lo que tendría que tener el visto bueno del Gobierno central.

A última hora de ayer, este escenario catastrófico parecía muy lejano. La mayoría de los cauces estaban estabilizados o bajando, después de que la lluvia se hubiera relajado. Según los umbrales visibles en la web de la CHC, solo quedaba en nivel de prealerta el Pigüeña, a su paso por el puente San Martín. Estaba en seguimiento el Narcea en tres puntos diferentes, en dos de ellos con mayores volúmenes de agua, y el Caudal, a la altura de Argame, también con una evolución negativa. La situación en tres puntos del Nalón también era de seguimiento pero, en su caso, el caudal se encontraba estabilizado. El Sella en Pervís, otro de los puntos que había preocupado, estaba en pleno descenso. La mayor precipitación acumulada en las 24 horas anteriores se encontraba en Sama de Langreo, con 54.2 litros por metro cuadrado recogidos.