«Si mantenemos la guardia en alto, en Asturias veremos el descenso de la curva antes que en otras comunidades»

Elena G. Bandera
E. G. Bandera REDACCION

ASTURIAS

Daniel López-Acuña, en una imagen de archivo
Daniel López-Acuña, en una imagen de archivo

El exdirectivo de la OMS Daniel López-Acuña, confinado en su casa de Gijón, lanza un mensaje de esperanza: «Hay luz al final del túnel; China nos lo muestra después de dos meses y medio y Corea del Sur lo logró en seis semanas»

24 mar 2020 . Actualizado a las 05:00 h.

«Tenemos que tener esperanza porque hay luz al final del túnel; China nos lo muestra después de dos meses y medio y Corea del Sur lo logró en seis semanas», asegura Daniel López-Acuña, que durante décadas trabajó en la Organización Mundial de la Salud (OMS), en la que precisamente fue director de Acción de Salud en Crisis. Confinado en su domicilio de Gijón, analiza algunas de las claves del actual escenario de la epidemia de coronavirus en España y, de mano, hace hincapié en que es importante entender que el comportamiento de la epidemia está siendo distinto en las diferentes comunidades autónomas. Considera incluso que Asturias, de seguir con disciplina el confinamiento domiciliario y el resto de medidas puestas en marcha para contener la propagación del virus, podrá ver la luz al final del túnel antes que otras comunidades más afectadas.

«Hay cuatro zonas en donde no sólo tienen muchos casos positivos sino también transmisión comunitaria sostenida, que es el caso de la Comunidad de Madrid, de La Rioja, de Navarra y de algunas regiones del País Vasco», indica, explicando que un segundo conjunto de comunidades autónomas (Cataluña, Castilla-León y Castilla-La Mancha) presentan un número intermedio de casos y una incidencia acumulada de los últimos 14 días algo por encima de la media española, por lo que en ellas «hay que tener particular cuidado para controlar que no se generalice la transmisión».

«El resto del territorio, por fortuna, tiene todavía un patrón de epidemia en donde están razonablemente circunscritos los casos y sus contactos y en donde, con las medidas a rajatabla del confinamiento domiciliario, de la reducción de la movilidad, de la reducción de la interacción de personas y de la investigación y control de los casos sospechosos, todavía podemos controlarla razonablemente», asegura. En este tercer grupo se encuentra Asturias, además de otras comunidades como Galicia, Andalucía, Murcia y «posiblemente» la Comunidad Valenciana. «Si mantenemos la guardia en alto, en Asturias y estas comunidades creo que vamos a ver la estabilización y el descenso del pico de la curva antes que en algunas otras en las que la curva va a tardar un poco más en ir cediendo», mantiene.

Por ello, recalca que va a ser «muy importante» que no haya trasiego de las zonas de alta transmisión a las de baja transmisión. «Creo que hay esperanza en varias de las comunidades autónomas en mantener a raya y sin que sature o se colapse la infraestructura sanitaria de una manera terrible, como lo que estamos viendo en la Comunidad de Madrid, y sin que se produzca un número muy alto de muertos. Eso sí, tenemos que tener mucho cuidado con los colectivos vulnerables, que son sobre todo las personas mayores».

Y, como ha ocurrido en esta última semana, con especial incidencia entre las personas mayores que viven en residencias geriátricas. «Están juntos, son una población de mayor riesgo, en la que hay más severidad de la infección y más letalidad, y por eso es vital blindar las residencias de mayores: no permitiendo visitas ni salidas, teniendo controles muy estrictos del personal y, en cuanto las pruebas diagnósticas hayan llegado y estén a disposición, utilizándolas para hacer tamizaje del personal sociosanitario y del propio colectivo de los residentes. Hay que evitar que entre la infección a las residencias y controlar los brotes en donde los haya habido o los pueda llegar a haber», indica, insistiendo en que también las personas mayores, y sobre todo aquellas con patologías previas, que están en sus domicilios tienen que «estar muy blindados y protegidos». Tienen que ser conscientes, añade, de la importancia que tienen las medidas de confinamiento domiciliario que «vamos a tener que sostener por lo menos por tres semanas más».

Mortalidad en España

De los brotes que se han detectado en las residencias de mayores en Asturias, dice que «por fortuna no se han generalizado como es el caso de la Comunidad de Madrid». Pero insiste: «Sí tenemos que blindarlas muy bien para que en donde no hay coronavirus no entre. En las que sí lo ha habido, hay que canalizar a los enfermos con severidad hacia un ingreso hospitalario y mantener el aislamiento, el distanciamiento y las prácticas para evitar contagio dentro de las residencias».

En este sentido, es partidario, «con todo el atrevimiento», de que se medicalicen aquellas residencias que no lo están, interviniendo sanitariamente mediante dispositivos especiales preventivos y de protección. «En ellas tenemos uno de los talones de Aquiles de la epidemia, especialmente en los temas de ingreso de casos severos, ingresos en UCI y posibles defunciones, por tratarse de una población que es la más vulnerable. Las cifras que se publicaron sobre la letalidad por edades en España muestran que se dispara enormemente después de los 70 años, pero sobre todo después de los 80 y ese es el colectivo de las residencias geriátricas. Tenemos que protegerlo a como dé lugar», persevera.

Tests diagnósticos

Otra clave que considera «muy importante» es la protección «decidida» del personal sanitario «tanto por su salud como para que no se convierta en un factor de transmisión y para que no diezme la capacidad de la infraestructura sanitaria en la atención, no sólo de los casos de coronavirus, sino de las operaciones regulares». Considera que, a medida que vayan llegando los tests diagnósticos y vayan estando disponibles, deberán llevarse a cabo con un incremento escalonado que, primero, se centre en los casos sospechosos y en sus contactos, en las personas de las residencias geriátricas, en los trabajadores sociosanitarios de estas residencias y en los trabajadores sanitarios. «No descuidaría también las fuerzas del orden que tienen que contener en primera línea muchas situaciones», añade.

Situaciones que, al menos en Asturias, se están contando con decenas de sanciones diarias por incumplir el decreto del estado de alarma. «Tiene que haber mucha más conciencia ciudadana solidaria en términos sanitarios: tenemos que entender que la salud de todos depende de las acciones individuales de todos y de cada uno de los ciudadanos. Esta es una enfermedad cuyo gran factor de transmisión es el contacto humano. Por ello necesitamos más disciplina de no salir a la calle y seguir a rajatabla el confinamiento domiciliario, así como reducir en todo lo que sea posible la movilidad. Un sacrificio que hagamos ahora, relativamente corto dentro de lo que cabe, en dos o tres semanas nos va a dar la posibilidad de respirar más adelante», señala.

Racionalizar las salidas para abastecerse

López-Acuña también considera que, salvo la producción que no está directamente relacionada con las líneas vitales como la alimentación y la compra de medicamentos, el resto debería hacerse a distancia o cancelarse o posponerse si no es posible el teletrabajo. «Hay que reducir el uso del transporte público cuando hay desplazamientos laborales justificados y, sobre todo, hay que sellar las salidas que no son para sobrevivir en lo esencial. No podemos asumir una conducta como si estuviéramos en territorios sitiados, pero tenemos que sellar al máximo el trasiego, el movimiento y el contacto de personas, manteniendo las líneas de supervivencia, sí, pero racionalizándolas: no podemos ir todos los días a buscar alimentos, hay que tratar de hacerlo una vez por semana o lo que sea razonable según nuestra capacidad de almacenaje y consumo».

Su mensaje es muy tajante en este aspecto: «No se puede salir todos los días, hay que aguantarse, hay que hacer el esfuerzo de aguantar y decir pues no hay salidas, no hay café, no hay bar, no hay paseo, no hay la ronda de amigos y vecinos; tenemos que vivir un poco más hacia dentro, en introspección, con rutinas de trabajo y de ejercicio dentro de casa y con conductas que nos estructuren el máximo de higiene mental, por así decirlo, dentro del confinamiento. Tenemos que acostumbrarnos a que vamos a tener que estar tres semanas como mínimo en esta situación».

Y, cuando se realicen esas salidas para abastecerse de productos básicos, «lo importante es no tocar, lavarse las manos con agua y jabón, usar el gel de desinfección hidroalcóholico, no tocarse la cara después de haber tocado algo, por supuesto toser en la flexión del codo y, si hay sintomatología respiratoria, no exponer al resto de personas a una posible contaminación y quedarse en casa, aislarse preventivamente. Y si existe la sintomatología sugestiva de un caso de coronavirus, llamar a los números establecidos para la atención sanitaria».

En definitiva, aunque esta sea una situación excepcional e inédita en todo el mundo, debe imponerse el sentido común. «Todos tenemos que colaborar con disciplina y no usar los servicios sanitarios si no son estrictamente necesarios. Sólo para lo esencial en estos momentos para no saturar las infraestructuras sanitarias. Tenemos que entender que uno de los elementos más importantes es que aquellos que pueden ser positivos, aunque tengan síntomas leves o no los presenten, aún así pueden transmitir la infección. Por ello es fundamental que se mantengan en casa si no requieren de ingreso hospitalario», insiste López-Acuña.

La disciplina ciudadana fue fundamental en Corea del Sur

Pone como ejemplo lo ocurrido en Corea del Sur, de «donde tenemos que aprender que los ingredientes fundamentales del éxito para controlar la epidemia en unas seis semanas fue una gran disciplina ciudadana con confinamiento, con una reducción sustancial de la movilidad y de los desplazamientos y, por supuesto, de las interacciones entre personas». Otro factor clave, del que dice que espera que en las próximas semanas se lleve a cabo en España de forma más intensificada, fue la realización de «muchas pruebas para diagnosticar casos positivos que puedan infectar pero que no presentan síntomas y que necesitamos vigilar de una manera muy tajante».

La adquisición de estos tests diagnósticos, que son relativamente nuevos al haberse desarrollado su producción en el transcurso de la expansión de la epidemia, se está llevando a cabo con las dificultades extra de un mercado internacional agresivo. «Es imaginable pensar que los pocos productores de los tests tienen una demanda irrefrenable de todo el mundo que está haciendo acopio de ellos», dice el exdirectivo de la Organización Mundial de la Salud, que considera que «debería de intensificarse una acción más centralizada por parte de la OMS por un lado y por parte de la Comisión Europea, por otro, para hacer acopio de una manera masiva y que garantice las necesidades de los países, pero hay que entender que hay un cuello de botella que está dado por una producción todavía escasa y por una dificultad de acceso». Advierte, además, de que, una vez disponibles, el reto para España en las próximas dos semanas va a ser desarrollar la infraestructura necesaria para hacer pruebas diagnósticas de manera masiva como ocurrió en Corea del Sur.