El estrés de una médica de Urgencias: «Vivimos con miedos que no solemos tener»

Carmen Liedo

ASTURIAS

Rocío Fernández, médica en el Hospital de Arriondas
Rocío Fernández, médica en el Hospital de Arriondas

Rocío Fernández, médico de Urgencias y del SAMU en el hospital de Arriondas, asegura que «la sensación de improvisación ha generado mucho estrés» al personal sanitario, que ha tenido la capacidad de adaptarse a los protocolos cambiantes

20 abr 2020 . Actualizado a las 08:45 h.

Ni los cientos de turnos de Rocío Fernández como médico del servicio de Urgencias del Hospital de Arriondas y del SAMU ni el haber estado al pie del cañón cuando el brote de SARS, la epidemia de la Gripe A o del Ébola tienen «nada que ver» para esta sanitaria con la realidad de la pandemia que está siendo el COVID-19. «No llegamos ni a intuir su repercusión», asegura la misma, que después de cinco semanas reconoce que el nivel de estrés y de tensión es tal que ni siquiera se desconecta de lo que está pasando en el centro hospitalario y a nivel hospitalario en las jornadas de descanso. «Se duerme mal y te despiertas mucho durante las horas de sueño por el nivel de estrés aunque llegues a casa derrotada», manifiesta esta médico que también admite que a eso han de sumar la «debilidad emocional» que les está generando esta enfermedad, una debilidad a la que los médicos están poco acostumbrados porque «aprendemos a contenernos», confiesa. Por eso, la misma añade que «vivimos esta pandemia con sentimientos encontrados y miedos que los médicos no solemos tener».

Y lo argumenta muy bien: «normalmente cuando ves a una persona en estado grave, te lanzas a ella, no lo piensas, quieres salvarla, y ahora tienes que medirte y generar barreras por ella y por ti o viceversa. No estamos acostumbrados a esa protección y tampoco a valorar el miedo. Y ahora tienes miedo por protegerte, por proteger al paciente, miedo por la gente que te rodea…». Todo esto asegura que conlleva «un nivel de estrés» desconocido al que hay que añadir el desconocimiento del virus, porque si algo quiere dejar claro esta sanitaria de Urgencias es que «hasta la semana del 8 al 13 de marzo, cuando se decretó el estado de alarma, esto era un gripe, así que te empiezas a dar cuenta de la realidad a la vez que el resto de la población» de la magnitud «en volumen y en letalidad, de que no tiene nada que ver con cualquier otra realidad».

Así, señala que organizativamente «no estábamos preparados» y que, por tanto, «la sensación de improvisación ha generado mucho estrés» entre el personal sanitario, profesionales que, dice con rotundidad, han tenido capacidad de adaptarse a los protocolos, «porque los protocolos han venido cambiando diariamente». «En esta crisis nos hemos adaptado los profesionales para gestionar nuestra actividad de manera distinta, y se ha visto que nuestro papel merece mas escucha», un ámbito en el que echa en falta «liderazgo y reconocimiento».

En cuanto a los materiales de protección, Rocío Fernández apunta que «nosotros sólo hemos insistido en pedir equipos para protegernos» y no entiende «los vaivenes» que se han producido en temas como el reciclaje de mascarillas o la falta de agilidad en la homologación de medios como pantallas. «Parece que el SESPA no quiere mojarse en homologar pero eso genera falta de seguridad», advierte la misma. No obstante, dice que hoy por hoy si trabajan «con la seguridad de que hay equipos», unos equipos que suponen «un ritual tanto ponerlo como quitarlo, y eso añade otra carga de estrés».

«No te evades nunca»

En lo personal asegura que con esta circunstancia su percepción es que «nos han robado a todos nuestra forma de entender la vida» que en su caso, añade, «es disfrutarla a tope, supongo que para compensar enfermedades o accidentes irremediables que no puedes resolver». «Ahora te faltan los amigos, la familia, las rutinas (gimnasio, cafés, paseos...) que en otras situaciones de dificultad equiparable como la Gripe A no perdimos», señala Rocío Fernández, para quien «quizás en este caso la afectación es más grave porque tiene la vertiente laboral y social. No te evades nunca». Ni siquiera en los trayectos a su trabajo, en los que invierte entre tres cuartos de hora y una hora. Ese tiempo lo aprovecha para contactar con familiares, amigos y compañeros, para interesarse por su estado, para contrastar o para intercambiar información relevante sobre la crisis sanitaria y la pandemia. Y también lo dedica a pensar. A pensar en las consecuencias que este confinamiento puede conllevar para los más pequeños y para la gente mayor, para quien entiende que estos meses suponen un desgaste físico y emocional equivalente a años.

No obvia que ser delegada sindical y la labor del gabinete de crisis hace que esté «continuamente pendiente del móvil para tratar de solucionar problemas, muchas veces no laborales en sí, sino asistenciales». En este sentido apunta que desde que comenzó la crisis sanitaria han emitido un informe diario y que eso hace «que te sientes ocupada y útil. Y supongo que también eso evita la sensación de culpa que a veces tienes cuando estas en casa» incluso cuando «no te toca turno». 

Transformación de la cultura sanitaria

Rocío Fernández considera que después de que pase esta crisis sanitaria habría que analizar «que es necesaria una transformación de la cultura sanitaria sobre la urgencia y el sobreuso» porque «ahora se está viendo que hay muchas consultas a servicios de urgencias injustificados. Ahora como hay miedo, no vienen», señala. Lo que duda es que ese temor y ese respeto vaya a ser duradero porque «ya vemos que la gente se está relajado y vuelve a saltarse la atención primaria viniendo al hospital a hacerse pruebas no indicadas o adelantar consultas». Por tanto, duda que esta crisis logre cambiar el estilo de uso de las urgencias de la gente, aunque considera que son «nuestros responsables» los que deben abordar las cuestiones clínicas. «En esta crisis la atención primaria se ha dejado ver demostrando su importancia en asistencia y seguimiento de pacientes, porque los médicos de familia conocen el entorno de la comunidad y es fiable su seguimiento aún telefónico», reivindica esta médico como «una batalla a ganar».