Así actúa la variante brasileña en su país de origen: pacientes más jóvenes y más graves

E. G. B. REDACCION

ASTURIAS

PILAR OLIVARES

Surgió en Manaos, una ciudad del Amazonas, y se le atribuye parte de la virulencia de la transmisión comunitaria que ha convertido a Brasil, que vive el mayor colapso hospitalario de su historia, en el epicentro de la pandemia en el mundo

28 mar 2021 . Actualizado a las 05:00 h.

La variante brasileña que esta semana llegaba a Asturias, con al menos cuatro casos confirmados, le ha dado la vuelta a la evolución de la pandemia de coronavirus en Brasil, el segundo país del mundo con más contagios y más muertes tras Estados Unidos. Las cifras son demoledoras en un país con 212 millones de habitantes que están viviendo una pesadilla con mayúsculas. Solo el pasado viernes, 26 de marzo, se daban a conocer 100.000 nuevos contagios y se superaban por primera vez desde el inicio de la pandemia las 3.000 muertes diarias. A ello se suma el mayor colapso sanitario y hospitalario de su historia, con tasas de ocupación de pacientes covid en las camas de las unidades de cuidados intensivos (UCIs) que superan el 80% en 25 de los 27 estados del país y que, en las grandes capitales, pasan del 90%.

La situación es desesperante, pero no puede achacarse únicamente a la variante de Manaos, como se la conoce en Sudamérica por haber surgido -probablemente en noviembre, aunque empezó a mostrar su potencial a principios de año- en esta ciudad de dos millones de habitantes situada en el extenso estado del Amazonas. El presidente brasileño, el ultraderechista Jair Bolsonaro, es -o era-uno de los líderes negacionistas de la covid e incluso ha criticado las restricciones adoptadas por alcaldes y gobernadores para evitar la propagación del virus ante el meteórico ascenso de la variante de Manaos, que ha convertido a Brasil en el epicentro de la pandemia en el mundo. En una bomba de relojería ante la que los países vecinos, también afectados por esta cepa, se blindaban a mediados de este mes cerrando sus fronteras.

Esta mutación del SARS-CoV-2 sigue en continuo estudio, pero sí se sabe con certeza que hay dos maneras fundamentales de combatir su mayor capacidad de transmisión -e incluso de reinfección como podría haber ocurrido ya en Asturias-: las medidas preventivas (uso de mascarillas, distanciamiento social y evitar aglomeraciones) y la vacunación.

Dejando a un lado la crisis política o la falta de responsabilidad social, tanto de quien gobierna como de la ciudadanía, el ritmo de la vacunación en Brasil -ahora Bolsonaro ha anunciado que en los próximos meses llegaran 500 millones de vacunas- de momento no resuelve la dramática situación a la que se enfrenta el país con una variante, de la que existen hasta una docena de mutaciones, que le ha dado la vuelta al perfil de paciente covid grave.

Entre el 13 de marzo y el pasado viernes, según datos difundidos por el Ministerio de Sanidad de Brasil, esta segunda ola que vive el país está afectando a grupos de edad cada vez más jóvenes. La edad media de los pacientes en los hospitales, completamente saturados, ha bajado la mitad en comparación con 2020 y los casos aumentan entre quienes tienen 20 y 54 años.

El perfil del nuevo paciente grave

El relato de sanitarios que reflejan los medios de comunicación que siguen en primera línea lo que acontece en el país siempre es el mismo desde que la propagación del virus inició en febrero una carrera imparable. Están viendo más y más pacientes muy jóvenes, incluso de entre 20 y 40 años, en estados muy graves cuando en la primera oleada más del 80% de los que se encontraban en esa misma situación eran personas mayores o con patologías previas. Ahora, más de la mitad tienen menos de 50 años y no presentan enfermedades previas.

La mitad de las camas en algunas capitales están ocupadas por personas de 30 años y, además, la estancia media llega incluso a triplicar a la del año pasado. Las personas de entre 30 y 59 años han pasado de ser mayoritariamente asintomáticas a estar gravemente enfermas. En Sao Paulo, por ejemplo, cada vez se infectan más personas de entre 20 y 54 años y la estancia media en las UCIs ha pasado de entre 7 y 10 días de media por paciente a mínimo más de dos semanas.

Además, dentro del cúmulo de fatalidades, las personas infectadas cada vez llegan en estadios más graves de la enfermedad a los hospitales porque esperan más tiempo para buscar atención médica. Al tratarse de una variante más infecciosa, el agravamiento de la enfermedad llega al quinto o sexto día de entrar en contacto con el virus. En algunas zonas del país, como Manaos, ya ni siquiera tienen opción a tener cama en un hospital e incluso se ha tenido que pedir ayuda exterior ante la escasez de kits de intubación.

Hasta un 35% de decesos en los casos graves

El porcentaje de pacientes graves que acaban falleciendo llega incluso al 35%. En lo que va de marzo, fallecían unas 2.000 personas de 30 a 39 años, más del doble que en enero. Entre los de 40, en enero habían fallecido unos 1.800 por los más de 4.000 de marzo y, entre los de 20 y 29 años, se pasó de 242 a 505 decesos. Según datos del Gobierno. Los incrementos porcentuales en el número de muertes entre las personas de 30 a 59 años, según los datos que también presentaba recientemente Fiocruz -un prestigioso centro científico brasileño-, superan el 300%.

La explicación a lo que está ocurriendo, aparte de la relajación de las medidas de prevención y al lento proceso de vacunación, se atribuye a mayor virulencia de la variante de Manaos que, según los últimos datos publicados, ya supone un 64% de los nuevos contagios de Sao Paulo y un 83% de los de Río de Janeiro -el resto serían de la cepa británica-, dos estados que ya han tomado medidas para evitar la movilidad. Fuera de Brasil, la variante de Manaos tiene mayor presencia en sus países vecinos y hay consenso científico en que es fundamental seguir insistiendo en la secuenciación genómica de los nuevos contagios siempre que se tenga capacidad para ello como es el caso y se está haciendo en Asturias.