Del aplauso a los insultos, los médicos de familia sufren la crispación

L.O.

ASTURIAS

La brecha digital de la atención telefónica ha disparado la tensión en los planes para aumentar las consultas presenciales

21 may 2021 . Actualizado a las 05:00 h.

Apenas hace un año, cada jornada a las ocho de la tarde, todo un país se echaba a los balcones a aplaudir la lucha de los sanitarios frente a la pandemia. En mayo de 2021, con el ritmo de vacunación muy avanzado en Asturias y con la perspectiva de recuperar de forma gradual cada vez más atención presencial en los centros de Atención Primaria, los médicos de familia sufren reproches de una parte de la población que les califica de «vagos» y brama en redes sociales que «no quieren trabajar». Hay un debate entre los profesionales y la Administración asturiana sobre cómo debe ir ampliándose la atención en persona tras las restricciones de la pandemia, pero de forma paralela se ha ido alentando un malestar y una polarización que todo lo salpica y también las relaciones en los centros de Salud.

Tan es así que esta semana, el Colegio de Médicos de Asturias emitió un comunicado pidiendo que se bajara el tono y recordando que la atención presencial nunca dejó de prestarse, ni siquiera en los momentos más duros del impacto de coronavirus y que la tensión ha ido creciendo en las últimas semanas contra los médicos de familia «cuando estos profesionales se han sentido agraviados por las medidas propuestas desde la Administración en relación a la desescalada y, en ocasiones, ofendidos por las manifestaciones públicas de ciudadanos molestos por el modelo de asistencia recibida».

«Hay mucha crispación social; el otro día en una tertulia en televisión hablando de la presencialidad, la presentadora me decía que estaba recibiendo whatsapp de gente que decía 'que se dejen de tonterías y se pongan a trabajar'», relata el médico ovetense y presidente de la Sociedad Española de medicina Familiar y Comunitaria (Semfyc), Salvador Tranche. Todavía apenas unos días atrás el propio Tranche vio como un paciente le recriminaba «a ver cuándo abrís» en plena consulta que, obviamente, estaba abierta.

¿Cuál es el motivo de este malestar? Una suma de factores, la propia 'fatiga pandémica' ha enrarecido el ambiente en general y la política se ha polarizado aún más. Pero en el caso de la Atención Primaria, al menos en Asturias, se unen más elementos, y uno muy relevante en una población especialmente envejecida y donde los más mayores además son principales usuarios de los centros de salud: la atención telemática supone para mucho un verdadero obstáculo, una brecha digital imposible de franquear a determinadas edades.

Con la propia campaña de vacunación, que está automatizada en las citas, cada asturiano ha escuchado de primera mano el caso de una paisano que «no se arregla para hablar con la máquina». Para Tranche, es relevante que «sigue habiendo muchos problemas con el acceso telefónico, la gente tiene que llamar muchas veces para conseguir una cita». Ha habido toda la pandemia, y lo seguirá habiendo a lo largo del verano porque los controles de aforo permanecen, un celador a la entrada de los centros sanitarios que organiza el acceso. Es cierto que nada es igual a como era antes, y que además los médicos de familia tampoco quieren volver a un modelo que veían lastrado por la sobrecarga de trabajo.

En los planes de la Consejería está que se haga un triaje en las citas y que se limiten las atenciones presenciales lo que requiera estrictamente una visita en persona. Los trámites administrativos, un justificante, una receta electrónica, se harán por vía telefónica. Y no todo el mundo se adapta por igual.

«Los primeros que estamos incómodos con la actividad no presencial somos los médicos de familia, por lo difícil que es con el teléfono saber lo que le pasa al paciente, sin verlo, sin esa comunicación no verbal, sin poder explorarlo», señala Tranche quien añade que «el problema es que esto va ligado a unas consultas inaceptables, por encima de 40, no se puede trabajar así a destajo». Y esto es algo en lo que coinciden todos los colectivos sanitarios, las asociaciones, los sindicatos, todos destacan que hasta la pandemia se llevaban a la consulta cuestiones que podía resolverse sin la atención directa del médico y también que la sobrecarga de trabajo afectaba a la calidad de la atención. «Yo entro a trabajar a las siete de la mañana, a las ocho estoy llamando a pacientes y la mayoría de los días no he terminado nunca a las tres, sin parar un minuto y con una sensación de desazón, de que no lo estás haciendo bien», destaca el presidente de Semfyc.

En la presentación de los planes para el verano de Atención Primaria, la gerente del Sespa, Concepción Saavedra señaló que ue los servicios de atención primaria apenas habían disminuido un 10% durante la pandemia mientras que, según destacó, en atención especializada habían caído un 40%. Pero los ambulatorios y los centros de salud son la primera barrera de relación con el paciente, donde se puede tener incluso un conocimiento personal con el médico, y por eso se ha resentido más la opinión pública. «Tenemos un compromiso muy directo con la atención a los ciudadanos y siempre hemos defendido el sistema público asi que nos duelen mucho algunas afirmaicones que se hacen desde la administración, y a veces estas que se hacen por la crispación social de algunos ciudadanos porque en absoluto obedecen a la realidad».