El ejemplo de superación de una asturiana con cáncer de mama: «Aprendí a vivir con casi nada»

Esther Rodríguez
Esther Rodríguez REDACCIÓN

ASTURIAS

Ana Torrico
Ana Torrico

Cuatro años después y un tedioso divorcio de por medio, Ana Torrico cuenta cómo hace frente a esta dura enfermedad y qué mecanismos le están ayudando para estar bien psicológicamente

03 oct 2021 . Actualizado a las 09:33 h.

Después de llevar un tiempo sometida a un tratamiento de fertilidad, Ana Torrico tuvo que abandonar sus deseos de ser madre para combatir un cáncer de mama. Desde hace cuatro años esta vecina de Blimea y de 48 años lucha contra esta dura enfermedad que ha cambiado su vida por completo. Además, durante este periodo ha tenido que afrontar un tedioso divorcio con una larga batalla judicial que le consumió parte de la poca energía que le quedaba y que necesita para hacer frente a la adversidad en la salud, puesto que a día de hoy no está del todo limpia. «Me quedé en la miseria emocional absoluta», confiesa. No obstante, la grave patología le ha servido para mantener siempre una actitud positiva, ya que «aprendí a vivir con casi nada»

El detonante de todo fue un viaje de trabajo a Valencia en mayo de 2017. «Estaba en una pensión con unas amigas que íbamos a un congreso y mirando al espejo de la habitación, que estaba más bajo de lo habitual, me vi como que el pecho estaba un poco desplazado y con una simetría hacia ese lateral», cuenta. En ese momento, una nube de preocupación inundó su mente, impidiendo centrarse en otras cuestiones puesto que «el bulto cumplía con una serie de características». «Cómo en todo este tiempo de tratamiento que es hormonal no me hicieron una exploración completa», se preguntaba.

Error de diagnóstico

Tras regresar, y después de comentarlo con sus familiares, decide acudir al médico. «Fui a trabajar las primeras horas de mi turno en la residencia geriátrica, pero del nerviosísimo que tenía fui directamente a Urgencias. Debía de saber algo para así poder dejar de tomar las pastillas de fertilización porque sabía que estaba relacionado», cuenta. No obstante, al realizar la primera exploración, «me dicen que no es nada preocupante, pero me emplazan para seguir esos estudios. Me da cierta tranquilidad, sin embargo, decido ir a mi médico privado para hacerme una ecografía, ya que él había llevado mi anterior embarazo y me había tratado una mastitis», cuenta Torrico.

«Desde la pública me decían que tenía un fibroadenoma -bultos sólidos y no cancerosos en las mamas-, pero en el privado me dijeron que había unos cambios en las ecografías y el informe me dejó petrificada: había más bultos y multifocales», asegura. Con esa documentación, Ana Torrico decir acudir al médico que le iba a hacer las biopsias en el público. «Este me dijo que las máquinas de ahí no eran tan potentes como las suyas y pese a que estaban hablando de dos partes más importantes, que se describían en las imágenes perfectamente, solo decide biopsiarme una. Escogió la parte que era la que mejor estaba y de esa que estaba alterada al 75%, fue a coger las tres muestras de ese 25% que estaba sano», señala antes de denunciar que «es ejemplo de la mala práctica, fue a la esquina de la esquina de la esquina».

Primera operación, sin éxito 

No obstante, en octubre de ese mismo año, la sanmartiniega entra en quirófano de la Sanidad Pública. «Al operarme, cuando abren no saber ver los tejidos y el color del cáncer» y por ello a los 21 días la vuelven a llamar y le dicen que había células que «no les gustaban nada». Por tanto, hay que hacer una resonancia para ver el alcalce del tumor. Ante esta noticia, Ana Torrico bloquea la emoción de tristeza. «Estaba trabajando con un grupo de pacientes en la residencia geríatrica, y algunos estaban en sillas de ruedas, muchos no podían expresarse, otros no entendían bien... y no podía decaer ante ellos. Tampoco mis compañeras podían ver que estaba preocupada». Una aptitud que la logopeda adoptó y que a día de hoy aún mantiene, a pesar de que no podría creerse que padeciese cáncer. «Como puede ser que lo miren y una vez que entran, están con el tejido y no saben verlo… Si cortan y cortan mal, tus células pueden ir a tomar por el saco. Y ellos cortaron por el medio, que es muy difícil saber acotar las mismas», clama.

De esta manera, toca volver a entrar en quirófano. Aunque Ana Torrico podía permitirse pasar por la sanidad privada ya que «partía de una situación económica muy buena», esta vez tras hablar con un amigo apuesta por el Hospital Universitario Central de Asturias (HUCA). «Este me dijo: ‘De qué te van a operar sino saben qué tipo de cáncer tienes. Tienen que estadiscar porque sino no pueden hacer un tratamiento. Además, cómo pueden operarte si hay casos en los que hay que hacer radiología antes. Tu cáncer es multifocal y necesitas un cirujano plástico al lado y en el Valle del Nalón no lo hay. Y en estos casos el nivel estético es muy importante porque el pecho no te va a quedar como quieres y como se merece cada mujer’», relata. 

Segunda operación y complicaciones

Una decisión que «ha sido la mejor que tomé porque en la unidad de mama del HUCA desde el primer instante me hicieron todas las pruebas, biopsias… Además, en todo momento, me sentí como en casa». Antes de entrar a quirófano, Ana Torrico se enfunda su mejor sonrisa porque «sé que me van a quitar algo que no quiero». Sin embargo, en su mente ronda la preocupación. «Tenía la tensión acumulada de que yo iba a estar vendada con compresión y de que además a mi madre -quien también en ese tiempo enfermó de cáncer- la iban a operar al día siguiente y en su caso era una cosa de vida o muerte. Lo pasé muy mal».

Salió bien. «Me aseguraron que no tenía el ganglio afectado y eso es una muy buena noticia», afirma. Sin embargo, a los dos días «ven que el grado de reduplicación del tumor es muy alto» y deciden someterla a tratamiento de quimioterapia. «Es muy duro en todos los sentidos. El cambio estético ya de por sí es muy fuerte y con esto te quitan la regla, cuando tú querías ser madres. Incluso quería dejar de tomar la medicación para cumplir mi sueño y en el confinamiento volví a menstruar, pero los médicos me dieron un tiro de orejas: ‘No puedes ser madre porque tus hormonas se multiplican’. Debería de haber medios para ayudar a cumplir ese propósito. También te cae el pelo y tienes una infinidad de síntomas más como ese mal sabor de boca, vómitos... que tienes que ir ocultando porque estaba sola en mi casa con mi hijo», clama.

Claves para mantener una actitud positiva

Aun así, Ana Torrico sacó fuerzas de donde no tenía para poder hacer frente a su delicada situación de salud, a la enfermedad de su madre y al divorcio. «El cáncer es como un exterminio, pero que un así te pone de relieve que no todo el mundo es como yo. No todo el mundo puede y sabe». Para ello se reconfortó en sus seres queridos y sus mascotas. «Fueron mi salvación», asegura. También le ha ayudado acompañar a mujeres de otros lugares que están en su misma situación o parecida, así como gestionar las emociones. Para «no perder la sonrisa ni la vida», Ana Torrico se apuntó a coaching y a interpretación para así ser dueña de su propia historia. «Le di mucha importancia a mi cara, ya que verme con alegría me pone más alegre. He tenido una resurrección y por eso vivo mi segunda viva con experiencia. Aprendí a que puedo vivir casi sin nada. A valorar las cosas porque económicamente se destruyó todo y estoy disfrutando de bucear entre los restos de Ana para reconstruirme de nuevo hacia donde quiero ir, que es un camino hacia la salud y a una conexión conmigo misma», subraya.

«He tenido una resurrección y por eso vivo mi segunda viva con experiencia»

Asociación Kurere

También formar parte de la asociación Kurere, palabras que curan, (contacto: hola@kurere.org) le ha supuesto un chute de energía. Este colectivo es un espacio donde las personas, ya sean pacientes, personas que cuidan y/o entorno cercano, pueden encontrar, contar y compartir historias de resiliencia. En este sentido, la sanmartiniega detalla que «los conocí cuando fui a un congreso. Estaba sana y no sabía que todo esto me iba a pasar. Me pareció que el nombre era mágico y atrayente y que tenía que hacer algo una sinergia. En febrero de 2018, tengo un viaje con ellos por un proyecto que estamos llevando a cabo y me dicen que tenía que poner mi testimonio para que hubiese credibilidad. Me pareció la oportunidad perfecta, aunque a mi marido de por aquel entonces no le gustase y fuese la gota que colmó el vaso de nuestra relación. Yo tenía que expresar lo que tenía porque sabía que iba a estar más reconfortada. Tenía que mostrarme tal cual estoy y gracias al cáncer me conecté con mi vida», asegura para animar a todo aquel que haga frente a la adversidad en la salud a proporcionar su testimonio puesto que «te ayuda a ti, ya que una emoción no está completa hasta que no se expresa, y también sirve a los demás, puesto que eres un ejemplo».

«Gracias al cáncer me conecté con mi vida»

Actualmente, Ana Torrico pese a que tiene que comenzar un tratamiento a base de unas inyecciones que «a nivel emocional achacan bastante» y este se prolongará en el tiempo durante al menos dos años, mantiene una mente «superfuerte». «Al cambiar el significado de las cosas para seguir adelante, aproveché la enfermedad para salir más airosa y ahora brillo con luz propia», sentencia orgullosa.