De Kiev a Gijón en coche: el angustioso viaje de una familia ucraniana para refugiarse de la guerra

Esther Rodríguez
Esther Rodríguez REDACCIÓN

ASTURIAS

Vista general de los daños después del bombardeo de un edificio en el centro de Kharkiv, Ucrania
Vista general de los daños después del bombardeo de un edificio en el centro de Kharkiv, Ucrania SERGEY KOZLOV

El padre y los hermanos de la ucraniana Zhytnyk afincada en Asturias ya han llegado a la región

06 mar 2022 . Actualizado a las 05:00 h.

Tras una intensa semana en la que apenas puedo echar ojo, la ucraniana Anastasia Zhytnyk ha vuelto a sonreír. Su padre y sus hermanos han sido unos de los miles ucranianos que han conseguido huir de la guerra y llegar al fin hasta Gijón. Después de «más de 15 horas» para pasar la frontera con Rumania y conducir cerca de 4.000 kilómetros, «ya los tengo aquí conmigo», asegura ilusionada Zhytnyk, quien lleva viviendo en la región junto a su esposo e hijos desde hace dos años. También la acompaña su su madre que. por suerte, no la ha pillado la invasión rusa. «Vino a visitarnos y ya no pudo volver a Ucrania porque se cancelaron los vuelos», añade.

Aunque ahora pueden respirar más tranquilos, el desasosiego les seguirá acompañando día a día, puesto que gran parte de sus seres queridos no han podido salir del país. «Mis tres hermanos mayores, por ejemplo, han tenido que quedarse en Kiev porque deben servir al ejército. Están en edad de ser reservista», lamenta Anastasia Zhytnyk.

Sus abuelos tampoco han podido abandonar Ucrania. Aunque están en un lugar prácticamente seguro, puesto que permanecen en un búnker, la situación en el país de Europa del este «es muy mala, muy pero que muy difícil». «En las tiendas no hay comida, no hay luz, electricidad, a los bebes que nacieron estos días no pueden darle leche para beber porque no hay, hay pueblos que están atascados y por tanto no llega ayuda humanitaria…», cuenta compungida Anastasia Zhytnyk.

Un escenario de guerra, que aunque haya explotado recientemente, «no empezó solo ahora». «Tenemos lugares donde la gente vive con la guerra desde hace 8 años», resalta la ucraniana, quien junto a su familia era consciente de que tarde o temprano Rusia invadiese Ucrania. «Esperábamos que lo fuese a hacer, pero no tan rápido. Cuando mi padre nos llamó el jueves a las 5 de la mañana diciéndonos que había bombardeos pasamos mucho miedo, estábamos muy nervioso», confiesa Anastasia Zhytnyk.

Ante tal noticia, «les advertimos que saliesen cuanto antes del país». De inmediato, su padre y sus hermanos prepararon las cosas para poner rumbo a Gijón. Un viaje que fue un caos desde un primer momento. «Cogieron el coche y fueron a una gasolinera porque estaban sin gasolina. Allí esperaron muchísimas horas porque había una cola muy grande, ya que todos querían marchar de Kiev. Después estuvieron muchísimas horas en la carretera hasta poder pasar a Rumania, había muchos atascos y encima tenían miedo porque no sabes si te van a bombardear o no», detalla la ucraniana.

Ayuda humanitaria

Aunque ahora ya están a salvo, todavía son miles los ucranianos cuyas vidas corren peligro. Es por eso que Anastasia Zhytnyk pide ayuda para sus compatriotas. «Ucrania es fuerte, pero necesita la ayuda de Europa porque si no se frena esta guerra puede extenderse a otros países», advierte, antes de asegurar que «no conozco a ningún ruso, pero me gustaría decirles que pobres. Ahora hay 9.000 soldados rusos muertos, casi todos jóvenes. Son pobres porque no saben lo que hacen. Vienen a Ucrania en sus coches militares pero no saben ni siquiera qué gobierno tienen». «Nosotros no necesitamos salvación porque estamos libres y ellos desinformados. Mueren por un hombre que quiere hacer esto», sentencia.