Este año se cumplen 85 de la batalla de la localidad llanisca en la que la Legión Cóndor de Hitler ensayó sus bombardeos en alfombra e inventó un primitivo napalm

Es el mes de septiembre de 1937. Cerca del pueblo de Cue (Llanes), en una larga franja de terreno elevado con vistas al mar, rugen los motores de modernos aviones alemanes, que llevan en las alas distintivos en forma de aspas negras y blancas. Son los aparatos de la Legión Cóndor, preparándose para atacar a los republicanos que se defienden desesperadamente en el Mazuco (o Mazucu), a pocos kilómetros de allí. Las naves parten de un aeródromo de Cué, hoy convertido en campo de golf, que había sido construido por las fuerzas franquistas para combatir en el Frente Norte.

La batalla del Mazuco, de la que pronto se cumplirán 85 años, será corta, pero muy cruenta y por todos los medios; terrestres, aéreos e incluso navales: el barco Almirante Cervera disparaba desde la costa a los sitiados con armas de gran calibre. Unos 5.000 republicanos resistirán durante tres semanas agónicas las acometidas de 33.000 soldados nacionales, apoyados por la moderna maquinaria bélica nazi, y las pérdidas humanas serán muy considerables en ambos bandos. Hitler aprovechaba, dicen los historiadores, para ensayar en Asturias, tanto en El Mazuco como en Cangas de Onís los bombardeos en alfombra que practicará luego en Francia, Polonia y otros países ocupados, y que ya habían arrasado Gernika.

Posiciones nacionales (Llanes) y republicanas en la batalla del Mazuco, durante la Guerra Civil española. Los aviones de la Legión Cóndor de Hitler partían del aeródromo de Cué
Posiciones nacionales (Llanes) y republicanas en la batalla del Mazuco, durante la Guerra Civil española. Los aviones de la Legión Cóndor de Hitler partían del aeródromo de Cué

Para Juan Antonio de Blas (El Mazuco (La defensa imposible), dentro del volumen La guerra civil en Asturias ), el resultado era más que previsible, en vista de la desigualdad de tropas y armamento. Los republicanos no disponían de aviación y poca artillería, mientras que los sublevados utilizan ampliamente ambos recursos. «Son batallas (Mazuco y Sella) perdidas de antemano», sentencia De Blas.

Atrincherados en un punto estratégico del largo desfiladero que discurre casi paralelo a la costa, los soldados regulares republicanos del comandante Juan Ibarrola y los milicianos liderados por Higinio Carrocera pretender aguantar todo lo posible las embestidas que vienen desde la capital llanisca y desde el sur al mismo tiempo, con intención de resistir, tal vez, todo el invierno, y evitar así la caída de Asturias. Pero, asaltada por el general Dávila, Llanes cayó el 5 de septiembre. Desde ese momento la batalla estaría ya prácticamente escrita y el Frente Norte, sentenciado.

Cadetes españoles adscritos a la Legión Cóndor alemana durante la Guerra Civil Española (1936-1939)
Cadetes españoles adscritos a la Legión Cóndor alemana durante la Guerra Civil Española (1936-1939) BUNDESARCHIV

Entre los días 6 y 22 de septiembre de 1937, con un tiempo desapacible, nublado y frío, que hacía más dura la lucha para ambos bandos, los pilotos de la aviación alemana y franquista machacaron una y otra vez las posiciones republicanas.

De Blas explica que en esas fechas «se suceden los vuelos, constantes desde el amanecer hasta que oscurece. La Legión Condor deja caer sus bombas normales y, al ver que estas no rompen las defensas republicanas, las sustituyen por bombas incendiarias y ametrallamientos a baja altura». El bando franquista concentra su artillería en la zona del Mazuco y los aviones atacan cuando lo permite la visibilidad. «Las bombas incendiarias, un precedente del napalm, queman la vegetación, las rocas y los hombres», asegura el investigador.

También cuenta este hecho el experto en historia militar Antony Beevor (La guerra civil española): «Los aviadores alemanes no consiguen bombardear con eficacia las posiciones republicanas enquistadas en los puertos de montaña, por lo que inventan una especie de napalm primitivo a base de sujetar latas de gasolina a las bombas incendiarias y a las de diez kilos».

Es un combate ciertamente desigual: «Los efectos de este castigo son sangrientos, ya que contra los aviones los soldados asturianos no tienen más protección que tenderse, disparar sus fusiles y confiar en que las bombas no les alcancen», dice De Blas. La única acotación que habría que hacer es que buena parte de los resistentes eran vascos, de la 50ª división, con el comandante Ibarrola al mando.

Halcones nazis

De Blas, citando a su vez varias fuentes, asegura que en El Mazuco operaban tres escuadrillas de cazas: Dos de Messerschmitt 109 y una de biplanos Heinkel 51 al mando del famoso as de la aviación Adolf Galland, que da detalles en sus memorias de cómo atacaban a la infantería con ametralladoras sin apenas oposición.

En el bombardeo, por otra parte, habrían participado los modernos aviones Dornier Do 17 (apodados bacalaos por los españoles, por su forma estilizada), así otros desde La Albericia (Santander) y los aviones de la fuerza sublevada española (varios grupos de aviones Fiat italianos, hidroaviones y Junkers). También participó «un grupo artillero de la Legión Cóndor que se instalaría en la zona de Cabrales».

Un bombardero Dornier Do-17 (apodado «El bacalao» de la Legión Cóndor, preparado para cargar bombas durante la Guerra Civil española. Este modelo participó en la batalla del Mazuco
Un bombardero Dornier Do-17 (apodado «El bacalao» de la Legión Cóndor, preparado para cargar bombas durante la Guerra Civil española. Este modelo participó en la batalla del Mazuco BUNDESARCHIV

La Luftwaffe, comandada entonces por el siniestro Hugo Sperrle, estrenó en combate real los Messerschmitt Bf 109 en España y, gracias a ello, comenzaron a producirse en masa y se convirtieron en el icono de la fuerza aérea alemana hasta la derrota del eje. En cuanto a los bombarderos bimotores Do 17, no es de extrañar su devastador efecto: En la versión E1, que operaba en la Cóndor, podían cargar diez bombas de 50 kilos o una, tremenda, de 500 kilos.

Según Karl Ries y Hans Ring, la Legión Condor completa trajo a España 600 aparatos durante la guerra, una cifra muy considerable teniendo en cuenta la fuerza de los contendientes. De ellos, 139 Me Bf 109, unos 130 Heinkel 51 y también 31 aparatos Do 17, de los que algunos estaban configurados en versión de reconocimiento, identificados con la letra P. (Ries y Ring, The Legion Condor: A history of the Luftwaffe in the Spanish Civil War (1936-1939), Schiffer Military History, 1992).

Los combates seguirán, dice De Blas, «monótonos e implacables». Tan cuerpo a cuerpo se combatía en tierra, que los nacionales se veían obligados a señalar sus líneas avanzadas con paneles y banderas para no perecer bajo fuego amigo. «Una y otra vez se repetía el mismo espectáculo sangriento. Después de los cañonazos de la artillería y de las bombas y ametrallamiento de los aviones, las fuerzas navarras saltaban de sus parapetos para ser segadas por las ametralladoras de los republicanos». Y vuelta a empezar. «Toneladas y toneladas de explosivos machacaban la zona pero, cuando parecía que nada vivo debía quedar en la zona, volvía a escucharse el tableteo de las ametralladoras republicanas y se frenaba el avance nacional».

Y se acerca el final, cuando la VI Brigada de Navarra consigue alcanzar Peñas Blancas. Tres días antes, el líder de la sección áerea de la Cóndor, Von Richstoffen, había propuesto bombardear los puertos leales al Gobierno, en especial El Musel. Por eso el consejo de Asturias ordenó evacuar a un numeroso grupo de niños, los niños de la guerra, con destino a Europa y la Unión Soviética. Incluso había un barco prisión con reclusos del bando nacional, dice De Blas. Pero esto no detuvo al general Dávila, ni a los aviones nazis.