Los desatinos de los urbanitas: «Llamó diciendo que iba a rescatar a un cordero abandonado y se presentó con un xato»

Luis Fernández
Luis Fernández REDACCIÓN

ASTURIAS

Una campaña impulsada por el Ayuntamiento de Llanes, similar a otra de Ribadesella de hace un año, recuerda a los visitantes las costumbres de los pueblos

20 nov 2022 . Actualizado a las 05:00 h.

La vida en el pueblo no siempre es tan idílica como parece en las películas. Los gallos cantan temprano, el cucho de los animales huele y no todos los caminos están bien asfaltados. Con todo, los atractivos del mundo rural son muchos y, por ello, cada vez son más los visitantes que quieren disfrutarlos. La mayoría de ellos entiende que se adentra en un escenario con costumbres propias que poco tiene que ver con el de las ciudades. Pero hay excepciones. Por este motivo, y para recordar a los turistas dónde están, el Ayuntamiento de Llanes ha colgado unos carteles en los que explica las peculiaridades del rural. Ya lo hizo el Ayuntamiento de Ribadesella el verano pasado y su mensaje ha calado, aseguran desde el consistorio. Algunas de las quejas y de las escenas protagonizadas por los urbanitas rozan el surrealismo.

«Acaban de pasar unas vacas por delante de casa y han dejado aquí sus deposiciones». Un turista llamó al Ayuntamiento de Ribadesella para denunciar esta situación. Es una de las quejas más sorprendentes, pero ni mucho menos la única. Otra vecina llamaba insistentemente porque un gallo cantaba muy temprano y le molestaba. «Coincidió que habíamos visto un letrero de estos en un pueblo francés, nos había hecho gracia y lo adaptamos», explica Ramón Canal, alcalde Ribadesella.

«Atención pueblu asturianu. Usted accede asumiendo los riesgos: aquí tenemos campanarios que suenan regularmente, gallos que cantan temprano, rebaños que viven cerca e incluso algunos llevan lloqueros (cencerros) que también emiten sonidos, tractores propiedad de agricultores que trabajan para alimentarte y caminos asfaltados, no autopistas (conductor circule con precaución)», rezaba el cartel municipal. «Lo curioso del tema es que lo que no pretendía ser nada del otro mundo, solo unos carteles informativos con los que se quería concienciar, curiosamente se convirtió en una campaña publicitaria increíble», asegura Canal, que añade que fue «la más barata y la que más repercusión tuvo». «Nos llegaron a pedir desde Venezuela permiso de una universidad para utilizar el cartel como ejemplo de lo que significa una cosa y la otra. Además, nos mandaron recortes de periódicos de media Europa».

Al margen de la repercusión, el alcalde considera que «mucha gente se concienció de la situación. Se dio cuenta de que la gente de las aldeas también tiene sus derechos». «A veces vienen y protestan absolutamente por todo, pero no vamos a cambiar el modo de vida de nuestros vecinos para que unos señores no huelan el cucho». «Si una vaca deja una boñiga en un camino, no vamos a mandar un destacamento a limpiarla», enfatiza el regidor.

El éxito de la campaña fue tal que este verano repitieron. «Pusimos unos cuantos más y, entre gracia y gracia, la gente toma nota», señala Canal.

El cordero que era un xato en Llanes

La historia de los carteles de Llanes es muy similar. El concejal Xuan Valladares explica que la inspiración también les vino de unos carteles que vieron en Francia. «Decidimos ponerlos aquí porque los conflictos entre visitantes y locales han ido en aumento en los últimos años. El objetivo es poner freno a esos enfrentamientos», afirma.

Valladares reconoce que «a uno de cada diez le parece mal los carteles, pero nos damos cuenta de que la brecha de la incomprensión cada vez es mayor. Si alguien se ofende es porque se siente identifacado, pero la mayoría de la gente sonríe con complicidad o le resulta indiferente». En opinión del concejal, se trata de «un problema que hay que atajar. Es importante que el visitante del medio rural sepa que el ayuntamiento apoya institucionalmente y da fe de que existen unas costumbres que hay que respetar».

Hasta llegar a esta situación, son muchas las llamadas y las quejas que los urbanitas han puesto en el ayuntamiento. Valladares cita alguna de las más llamativas. «Este verano nos llamaron desde el monte diciendo que había un cordero abandonado y que lo iban a rescatar. No saben que el ganado en el monte está suelto. Pero el caso es que luego se presentaron en el ayuntamiento con lo que en realidad era un xato de casín recién nacido para que nos hiciéramos cargo».

Y no es la única anécdota surrealista. «Un ganadero estaba ordeñando a mano una vaca y entró un matrimonio con sus hijos y empezaron a llamarle maltratador» asegura. Y todavía hay más. «Llamaron quejándose del mismo vecino por una cosa y la contraria. Uno se quejó porque tenía al perro amarrado, decía que estaba maltratado, y otro día que estaba suelto dijeron que estaba abandonado», relata Valladares.

El concejal sostiene que esto no dejan de ser «anécdotas», pero añade que «lo malo es que cada vez son más frecuentes». «Estamos entrando en una fase de locura colectiva y queremos dejar claro que somos un concejo rural en el que hay que respetar lo que hay». «No tenemos ningún problema si esto ofende a alguien y se pierden visitantes de este perfil», concluye.