Cómo la prevención te puede ayudar a salvar la vida

M.N.M.

ASTURIAS

La alimentación rica en frutas, verduras y legumbres y pobre en procesados, grasas, carnes rojas y alcohol contribuye a la prevención del cáncer
La alimentación rica en frutas, verduras y legumbres y pobre en procesados, grasas, carnes rojas y alcohol contribuye a la prevención del cáncer Víctor Lerena | EFE

Mirar por la salud de toda la sociedad antes de que aparezcan las enfermedades es clave para dar un salto de gigante en nuestro bienestar

01 dic 2022 . Actualizado a las 05:00 h.

El mundo de la salud es complejo y cambiante. Desde hace miles de años, los seres humanos buscamos la forma más adecuada de enfrentarnos a la enfermedad, de conseguir un mayor bienestar y aumentar nuestra esperanza de vida. La medicina ha evolucionado extraordinariamente, sobre todo desde finales del siglo XIX hasta nuestros días, y son muchas las enfermedades a las que les hacemos frente con éxito.

Sin embargo, así como los humanos buscamos sin descanso nuestro bienestar, también atentamos contra él con hábitos poco saludables, que hace que muchas enfermedades se adueñen de miles de personas a veces de forma evidente y, otras, de forma silenciosa. Entre los problemas relacionados con nuestros hábitos, quizá los más dañinos sean la mala alimentación, el tabaquismo y el consumo de alcohol y el sedentarismo. Estas prácticas ayudan a que se manifiesten numerosas enfermedades como las cardiopatías, los accidentes cerebrovasculares, el cáncer o la diabetes. Muchas veces, la enfermedad puede ser mortal, y aunque no siempre está derivada de los malos hábitos, ya que hay un componente genético y ambiental que no puede obviarse, sí es cierto que adoptar hábitos saludables puede salvar muchas vidas a medio y largo plazo.

La prevención es una palabra que aparece cada vez más entre los objetivos de la medicina actual, y tiene varias vertientes, que analizamos a continuación.

Prevención individual

Es, quizá, la más importante. Concienciar a la población de que adopte unos hábitos saludables es un objetivo que no se puede obviar. Las personas que mejoran sus hábitos mejoran su calidad de vida, tienen menos enfermedades y aumentan su esperanza de vida. La prevención nunca es una ciencia exacta ni se da necesariamente en toda la población, porque puede haber problemas genéticos, accidentes de todo tipo o dolencias ocultas, pero no se puede negar que la vida de muchas personas puede mejorar visiblemente.

Si hablamos de prevención y de hábitos saludables, hay dos aspectos que están relacionados con muchas de las enfermedades cuya prevalencia crece en la actualidad: la alimentación y el ejercicio físico.

Respecto a la alimentación, los médicos insisten una y otra vez en la necesidad de alimentarse de forma equilibrada, de comer frutas y verduras, de no abusar de alimentos ultraprocesados y bebidas azucaradas o de limitar el consumo de carne. Cocinar los propios alimentos es muy importante. La comida precocinada, salvo excepciones, suele estar más cargada de aditivos y tener más sal y azúcar que la que prepararíamos en casa. El consumo excesivo de sal puede producir hipertensión, una dolencia que constituye un factor de riesgo de enfermedades coronarias y accidentes cerebrovasculares, con lo que limitar la sal es siempre una buena idea. En cuanto al exceso de azúcar, puede derivar en diabetes tipo 2, una enfermedad que aparecer de forma soterrada y que con el tiempo, si no se trata a tiempo, tiene consecuencias graves para quienes la padecen.

Asimismo, el exceso de grasas poco saludables (grasas saturadas y grasas trans) en la comida puede tener consecuencias graves y provocar numerosas enfermedades. Estas aparecen, también, en los productos ultraprocesados, en la comida precocinada y en la bollería industrial. Todas estas formas de alimentarse están proliferando y convirtiéndose en un problema creciente. Las grasas que deberíamos consumir deberían ser saludables. Lo son las del aceite de oliva virgen, los aguacates, los frutos secos y también las que aparecen en algunos pescados y verduras.

Por otra parte, los médicos subrayan cada vez más la importancia del ejercicio físico. El sedentarismo es otro de los problemas graves del mundo actual. El ejercicio ayuda a prevenir numerosas enfermedades como la diabetes o las dolencias cardíacas, mejora la circulación, contribuye a la eliminación de toxinas, mejora las vías respiratorias, ayuda a luchar contra la depresión y la ansiedad, y en general contribuye a que el organismo funcione mejor.

La combinación de la buena alimentación y el ejercicio físico es fundamental para tener una buena salud. Y la ausencia de ambos hábitos es motivo de muchos de los problemas del mundo actual. Por ejemplo, el sobrepeso y la obesidad se están extendiendo por todo el mundo, con consecuencias muy negativas para la salud de las personas y, salvo en algunas excepciones debidas a trastornos metabólicos u otros problemas afines, se pueden combatir simplemente cambiando los malos hábitos por los saludables.

Si a estos problemas añadimos hábitos nocivos como el tabaquismo o el consumo excesivo de alcohol, los problemas aumentan todavía más. Dejar de lado el tabaco y reducir a la mínima expresión el consumo de alcohol juegan también a favor de nuestra salud.

Prevención sanitaria

Además de los hábitos que cada uno adopte para cuidarse, hay otros relacionados con el aparato sanitario que son también muy buenos para prevenir enfermedades. La atención programada en los centros de salud y los hospitales puede ayudar, por una parte, a inculcar a los ciudadanos los hábitos saludables de los que hemos hablado más arriba y, por otra, a atajar a tiempo un buen número de enfermedades.

La atención programada pasa por hacer una serie de chequeos médicos con cierta periodicidad a las personas para prevenir enfermedades de todo tipo: análisis de sangre, toma de la tensión, campañas preventivas de algunos tipos de cáncer como el de mama o el de colon y un largo etcétera. Esta atención programada y continuada, que propicia el contacto periódico de los pacientes con sus médicos, es muy beneficiosa para la salud de todos ellos. Las enfermedades que aparecen se abordan en sus etapas más tempranas, lo que ayuda a afrontarlas antes de que se compliquen demasiado, y por otra parte se aplican programas de vacunación y prevención que evitan que muchas dolencias puedan siquiera aparecer.

Prevención social

Como señala la Organización Mundial de la Salud (OMS) respecto al crecimiento de la prevalencia del sobrepeso y la obesidad, «a menudo los cambios en los hábitos alimentarios y de actividad física son consecuencia de cambios ambientales y sociales asociados al desarrollo y de la falta de políticas de apoyo en sectores como la salud, la agricultura, el transporte, la planificación urbana, el medio ambiente, el procesamiento, distribución y comercialización de alimentos y la educación».

La salud puede considerarse tanto un asunto personal como social. Los hábitos saludables son más fáciles de adoptar en sociedades concienciadas con su desarrollo, preocupadas por la salud de todos los ciudadanos. De ahí que se haga necesario no solo concienciar a la población sino también adoptar políticas para mejorar la alimentación y dar las mayores facilidades a los ciudadanos para que se ejerciten físicamente. Solo así se conseguirán frenar en un alto porcentaje de los ciudadanos la tendencia al sedentarismo y la propensión a comer de forma inadecuada.

Estos tres pilares de la prevención, el individual, el sanitario y el social, han de ir de la mano para frenar las enfermedades antes de su aparición. Los beneficios, si se actúa a conciencia, pueden ser muy grandes. Para la sociedad, para la economía y, sobre todo, para la salud y el bienestar de las personas, que debe ser siempre el objetivo principal.