Mil sabores para un paisaje diverso

Manuel Noval Moro
Manuel Noval Moro REDACCIÓN

ASTURIAS

Productos con el sello Alimentos del Paraíso
Productos con el sello Alimentos del Paraíso Turismo de Asturias

La gastronomía asturiana toma lo mejor de la tierra y el mar para elaborar una amplísima variedad de platos y productos en los que prima la calidad

29 jul 2025 . Actualizado a las 05:00 h.

Asturias tiene en la gastronomía uno de sus grandes atractivos. A pesar de que es una región pequeña, con poco más de un millón de habitantes, reúne históricamente unas condiciones que favorecen muchísimo tanto la diversidad como la búsqueda de la calidad. Por lo pronto, es un territorio con productos de todo tipo. Su línea costera del Cantábrico le proporciona pescado y marisco frescos que aportan muchísimo valor a su dieta. Y por otra parte, tiene valles y montañas propicios para pastos que alimentan un ganado cuya carne es de alta calidad, y un suelo muy fértil donde crecen las frutas y verduras que le dan identidad. 

El plato que constituye su seña de identidad con más solera demuestra perfectamente esta comunión. La fabada, que combina alubias de la tierra, les fabes, con carne de cerdo (chorizo, tocino, morcilla, lacón) en una receta que ha alimentado a miles de hogares a lo largo del tiempo. Un plato contundente y, al mismo tiempo, fino. La faba asturiana es delicada, y tiene una textura única, y la carne que la acompaña, el compango, le da ese sabor fuerte y único. 

Caso curioso es el del plato que más notoriedad ha alcanzado entre quienes visitan Asturias. Hasta hace unas décadas, apenas tenía sitio en la tradición, y de un tiempo a esta parte se ha convertido en el más reclamado por los comensales. Dos filetes de ternera asturiana que envuelven queso y jamón y que se sirven empanados. De un tiempo a esta parte, el cachopo ha conocido numerosas versiones, con rellenos distintos, entre los que se ha hecho un hueco especial la cecina con queso de cabra. 

En la costa, son habituales los pescados y mariscos frescos, que se preparan en caldereta, o los oricios (erizos de mar) que están entre los más populares en los últimos años. La merluza a la sidra es un plato muy extendido, así como los fritos de pixín (rape) y otros muchos platos. Es también muy habitual unir el sabor de la tierra con el mar en platos que se han hecho también muy populares: fabes con almejes es, después de la fabada, el que más predicamento tiene con esta legumbre local. 

Y hay otro cocido que triunfa, venido de las brañas de la montaña: el pote asturiano. Berza, patatas, compango y, en algunos lugares, fabes. O el pote de nabos, más típico del Occidente. Es muy preciado, asimismo, el pitu de caleya, un pollo criado en libertad caracterizado por una carne oscura con un sabor intenso. Es típico comerlo guisado o con arroz, y se encuentra de una a otra esquina de la región. 

A todos estos platos hay que sumar los muchos productos que tiene la región con sello propio. La comunidad cuenta con más de una decena de sellos de calidad: Denominación de Origen Protegida (DOP) e Indicación Geográfica Protegida (IGP). Aunque hay muchos productos de calidad, quizá el más destacable de todos es el queso. No solo porque los quesos asturianos atesoran una enorme calidad sino también porque en la región hay una variedad de quesos sin parangón. Los más de 40 tipos diferentes que se elaboran en un territorio tan pequeño hacen de Asturias el territorio con mayor densidad quesera de Europa. 

Entre todos estos quesos, hay cuatro con DOP: el queso Queso Cabrales DOP, desde siempre muy apreciado fuera de Asturias. Un queso azul fuerte, curado en cuevas naturales con un sabor muy particular que no es para todos los paladares, pero que enamora para siempre a quienes le cogen el gusto; el Gamonéu, un queso ahumado en el oriente Asturiano con sabor y textura muy peculiares; el Queso Afuega’l Pitu , de sabor intenso y textura densa, y el queso Casín, un queso con un fuerte arraigo y un sabor también muy intenso. Por otra parte, está el queso de Los Beyos, con IGP, que tiene un sabor más suave, ligeramente salado y ácido. 

Otro alimento que se ha ganado un merecido prestigio entre los aficionados a la gastronomía es la Ternera Asturiana. Protegida por la IGP, la ternera de la tierra ha sido reconocida por la extraordinaria calidad de su carne. Hay dos razas de ganado vacuno autóctono que alimentan con su carne el prestigio del producto asturiano. La asturiana de los valles y la asturiana de la montaña. Criadas en libertad, en amplios pastizales, son siempre garantía de calidad.

Stand de Ternera Asturiana en una edición anterior del Salón Gourmets
Stand de Ternera Asturiana en una edición anterior del Salón Gourmets
 

Capítulo aparte merece la bebida regional: la sidra. Porque no es solo una bebida sino parte inseparable de la cultura asturiana. De hecho, todo lo que hay a su alrededor ha sido reconocido por la Unesco como Patrimonio Inmaterial de la Humanidad. La sidra asturiana tiene un ritual único en el mundo. Se escancia en vasos anchos a una altura considerable, para que el líquido se oxigene y libere sus aromas. Solo de esta manera se aprecia la fuerza de su sabor. La sidra se bebe nada más servirla y, además, se comparte, y el rito es tan importante como el propio caldo. 

Hay otros productos que han experimentado en los últimos años un auge especial. Por ejemplo, el chosco de Tineo, protegido por una IGP, es un embutido elaborado con cabecera de lomo y lengua de cerdo, ahumado con leña autóctona, que tiene una versatilidad extraordinaria en la cocina. Lo mismo se puede tomar en lonchas que en ensalada que en caliente o formando parte de un cocido. Esta capacidad de ocupa un abanico tan amplio de platos ha hecho que su fama haya crecido sin parar en los últimos años. 

Y en una tierra con tantos bosques y masas vegetales no podía faltar un producto como la miel, que tiene también su IGP, y que ofrece una amplísima gama de variedades, entre las que están la de brezo o la de castaño. La apicultura siempre ha formado parte de la tradición agroalimentaria de Asturias pero ahora ha cobrado un nuevo impulso. 

La cocina asturiana, como la de tantos lugares, nació de la necesidad. La región estuvo muy aislada durante siglos, y sus habitantes tuvieron que arreglárselas con el producto autóctono. Por suerte para ellos, y también para quienes disfrutan hoy en día de esta tradición culinaria, el producto era muy bueno, y los asturianos muy cuidadosos en su elaboración. 

Gracias a esta tradición, el sector alimentario en Asturias supera el 9 % del PIB regional. El turismo gastronómico ha ido creciendo sin descanso en los últimos tiempos. Se ha demostrado que la gastronomía es uno de los factores que más influye en la elección de Asturias como destino turístico, junto al paisaje y la hospitalidad. Las Rutas de los Sabores, desarrolladas desde 2014, ofrecen experiencias que integran visita a productores, talleres culinarios, catas comentadas y rutas paisajísticas. 

Y no es casualidad que Asturias albergue más de una decena de restaurantes con estrella Michelin, además de una amplia red de casas de comidas y sidrerías . Y este es, de hecho, uno de los grandes atractivos de su gastronomía: que combina la alta cocina —cuya cima es Casa Marcial, el restaurante de Nacho Manzano que se ha hecho con tres estrellas Michelín—con los fogones de los chigres más pegados a la tradición. Esta combinación da una riqueza extraordinaria a la experiencia de comer en Asturias.

Y si la hostelería ofrece una variedad extraordinaria de experiencias culinarias, los pequeños productores contribuyen a que esa diversidad se mantenga. Asturias mantiene un gran número de pequeñas empresas de producción agroalimentaria: queserías artesanas muy pegadas al paisaje, obradores de pan y repostería de corte tradicional, conserveras familiares, y también otras de tamaño medio y cuyo volumen hace exportable el producto asturiano.

Todo ello configura un paisaje culinario denso, plural y en constante evolución. Un tejido que, además, se preocupa por la sostenibilidad y la innovación, todo ello con una vocación de conservar la identidad del territorio.

Comer en Asturias es, también, viajar en el tiempo. Desde la cocina de los antepasados que ha conservado su esencia a lo largo de años y años hasta la de los cocineros vanguardistas que, sin renunciar a la identidad y el producto locales, miran al futuro en busca de novedades con las que sorprender nuestros paladares.