La Pizarra: Saber reinventarse

Pablo Fernández OVIEDO

AZUL CARBAYÓN

Anquela en el Zaragoza-Oviedo
Anquela en el Zaragoza-Oviedo Real Oviedo

Análisis del partido propuesto por Juan Antonio Anquela

26 feb 2018 . Actualizado a las 15:27 h.

Nota: 5. Suficiente.

Como él mismo dice cada semana en rueda de prensa, Anquela no ha engañado a nadie. Ni en lo que se refiere a la clasificación ni en lo puramente futbolístico, el juego. El Real Oviedo sigue siendo reconocible la mayor parte de los encuentros y en La Romareda no fue una excepción. El problema es que las carencias que se han visto en las últimas semanas volvieron a relucir en la capital maña. El conjunto azul casi nunca merece perder, pero cada vez le está costando más merecer ganar. 

Natxo González tenía algo preparado y, aunque de primeras no salió, tanto él como sus jugadores supieron esperar. No sufrieron y, sujetados por un colosal Eguaras, tuvieron paciencia hasta que la calidad individual de sus mejores futbolistas significaron los dos zarpazos con los que se llevaron el encuentro. El Oviedo está tan vivo como el resto de sus rivales, pero debe volver a demostrar que además de defenderse panza arriba también sabe sacar las garras.

El aspecto táctico

Rocha volvió al once y los once de siempre saltaron al césped de La Romareda con ganas de ponérselo muy difícil a un Zaragoza que llegaba en dinámica positiva. Y el Real Oviedo cumplió en el primer tiempo. Con una presión alta muy habitual en los partidos ante rivales que crecen a partir de la posesión, los atacantes azules obligaban a Cristian Álvarez a golpear en largo, justo a la zona de confort de los tres centrales carbayones.

Borja Iglesias y Pombo no eran capaces a guardar el balón en el campo del Oviedo y al Zaragoza se le hacía muy difícil encontrar el camino a la portería de Alfonso Herrero. Con balón, los de Anquela mostraron dos caras en los primeros 45 minutos. Al principio se tocaba con paciencia. Saúl, Mossa, Aarón y Folch combinaban en espacios cortos y les resultaba fácil cambiar el balón al lado más desocupado. Es ahí cuando a Diegui, poco afortunado ayer, se le apagaba la luz.

Con el paso de los minutos al Oviedo le costaba más y más rondar el área blanquiazul. Linares, ese punto de apoyo tan necesario para ejercer de enlace entre las dos bandas, no era capaz de darle fluidez al juego y se mostró impreciso tanto en los controles como en los primeros toques. El Zaragoza fue descubriendo que al espacio mejor que en corto y se fue al vestuario sabiendo que es lo que tenía que hacer.

Y así fue. Tras el descanso los maños entraron al césped con la lección aprendida y Pombo e Iglesias comenzaron a correr y un hiperactivo Buff se convirtió en el mejor socio de Eguaras. Tras 20 minutos en los que no pasaba mucho pero en los que Alfonso siempre tuvo más trabajo que Cristian, en cuatro minutos los tres puntos se quedaron en La Romareda. Primero Borja Iglesias (dando un clínic de cómo jugar de espaldas) y luego una acción en la que es difícil tener más mala suerte acabaron con un 2-0 en el marcador que parecía definitivo.

Anquela dio una vuelta al equipo, sacó a Toché, Yeboah y Fabbrini y la inercia del resultado en contra unido al miedo del Zaragoza hizo que el Oviedo comenzara a jugar en campo rival. El italiano demostró ser algo diferente y capaz de desequilibrar por si solo, dejando un regusto de optimismo para el viernes que viene en el Carlos Tartiere. Llegando por bandas los azules encerraron al Zaragoza en su área. Carlos recortó distancias, pero ya era tarde. 

Tres partidos sin ganar. Un bache lógico en la categoría y que no debería encender las alarmas. Lo importante es saber qué está fallando y encontrar pronto la solución. El Oviedo está en una posición privilegiada y llegar a mayo con opciones de todo está en sus manos, pero Anquela tiene trabajo. Toca reinventarse. 

Los cambios

Con el Oviedo perdiendo por la mínima, el técnico jienense apostó por meter a Toché por un poco afortunado Aarón y sumar un hombre más en el área. Sí es cierto que dicho cambio no incidió para nada en el juego hasta que no salieron Fabbrini y Yeboah, ya con el 2-0 en el marcador.

Con el ghanés en derecha y, sobre todo, con el italiano por todo el frente de ataque, el Oviedo ganó en veneno e imprevisibilidad, algo que últimamente brilla por su ausencia. Unos cambios que pronto, y no saliendo desde el banquillo si no formando parte del once, deben ser importantes en el juego del equipo.