La Pizarra: Obligados a dar un paso más

Pablo Fernández OVIEDO

AZUL CARBAYÓN

Juan Antonio Anquela en el Real Oviedo-Lugoa
Juan Antonio Anquela en el Real Oviedo-Lugoa Real Oviedo

Analizamos en cinco claves el empate del Real Oviedo ante el Lugo

05 mar 2019 . Actualizado a las 18:22 h.

Partidos como el del domingo en el Carlos Tartiere definen a la Segunda División: un equipo que acumula una sola victoria en las últimas 11 jornadas se lleva un punto del estadio del segundo mejor conjunto de 2019 tras un gol a balón parado en el minuto 90. Curiosamente, el Rea Oviedo con más argumentos desde el banquillo de la temporada no supo cambiar el guión del partido cuando más lo necesitaba. La categoría le manda un aviso a los de Anquela cuando todavía hay tiempo para corregirlo todo.

El único recurso del Lugo

El partido arrancó con el Oviedo asumiendo el control de balón y dejando entrever uno de los grandes problemas a solucionar por el conjunto de Anquela: la ocupación de los espacios en campo contrario. Los pocos riesgos tomados por los centrales azules en salida de balón hacían que Tejera y Javi Muñoz recibiesen muy atrás, Yoel Bárcenas y Viti esperaban abiertos y por dentro solo Joselu parecía dispuesto a recibir. El equipo carbayón tenía el balón, pero muy lejos del área del Lugo.

Por su parte, los gallegos vivían de los errores en el pase de su rival. El Oviedo era una roca cuando el Lugo atacaba en posicional, pero los lucenses dieron un par de sustos aprovechándose de las pérdidas de los carbayones en la circulación de balón. Toni Martínez como punto de apoyo primero, y Lazo siendo profundo por la banda izquierda después eran los grandes argumentos de los de Monteagudo.

El factor Viti

No fue el día de la banda izquierda del Real Oviedo. Las imprecisiones, tanto en los controles como en el pase, impidieron que Mossa y Yoel Bárcenas hicieran daño al Lugo por dicho flanco. Especialmente doloroso para el engranaje del conjunto azul fue el partido del panameño, gran argumento ofensivo en este 2019. Apareció poco e interpretó mal los espacios, bloqueando las subidas del carrilero valenciano y no siendo una ayuda para Tejera en casi ningún momento del encuentro.

Con este panorama, Viti Rozada fue la solución. El canterano, acostumbrado a cumplir siempre que salta al césped, hizo daño por dentro (pase a Bárcenas en la ocasión más clara del primer tiempo) y por fuera. Potenciado por un imponente Alanís (gran partido el suyo) en el desplazamiento en largo, el Oviedo encontró un argumento interesante con el de Laviana, ya que gracias a su profundidad estiraba al equipo y permitía a los azules asentarse en campo contrario.

Tejera y la anestesia

El gol de Sergio Tejera, que alarga su idilio con la grada del Carlos Tartiere una jornada más, cambió el rumbo del primer tiempo. El Real Oviedo leyó bien la situación y desde el minuto 30 al descanso el encuentro fue un monólogo azul en el que no pasó nada, que era justamente lo que debía suceder.

La posesión de los de Anquela no hacía daño al Lugo pero sí lo cansaba. Joselu, mejor lejos del área que en zona de remate, ayudaba con su juego de espaldas a que el balón fuera de lado a lado. Sin casi ocasiones salvo un tiro forzado del onubense a pase de Viti, la anestesia carbayona duró hasta el descanso. 

Los cambios y su impacto en el segundo tiempo

En el día que el banquillo del Real Oviedo reunía mayor talento individual, alguna de las carencias colectivas de los azules salieron a relucir. Con Ibra, Saúl y Omar sobre el campo, el conjunto de Anquela fue incapaz de asentarse en campo rival y jugar cerca del área del Lugo. Conseguir asentar una idea con balón que englobe a todas las líneas, esa es la gran misión del técnico jienense de aquí a final de temporada.

Monteagudo, por su parte, leyó bien el partido. Metió a Muñiz y Barreiro y generó una superioridad evidente por dentro. Seoane, Pita y Tete Morente recibían la ayuda de los extremos, mientras que el punta ejercía de vértice. Sin probar mucho a Champagne, los gallegos demostraban estar vivos y poco a poco se acercaban al área carbayona.

Víctimas de su propia trampa

El partido se pudo acabar gracias a una genialidad de Omar Ramos. Pasado el minuto 85, el tinerfeño recibió en el centro del campo, eliminó a su par gracias al primer control y, tras superar a Vieira con un regate, falló ante Juan Carlos. Después, mientras el Carlos Tartiere, Anquela y hasta Ibra se desgañitaban gritando al equipo que saliese de su campo, el resto de jugadores azules pedía calma.

El Real Oviedo lleva casi dos meses y medio demostrando que pocos equipos de la categoría se manejan también en los minutos finales. Mientras todos los conjuntos tienen pánico a defender el habitual arreón del rival cerca de su área, los carbayones disfrutan. Pero alguna vez tenía que fallar. Los azules no sufrieron tanto como se dijo y el asedio real no duró ni diez minutos, pero Vieira silenció el Tartiere en el 90.