Analizamos en cinco puntos la derrota del Real Oviedo en Tenerife
28 may 2019 . Actualizado a las 23:33 h.Esta vez sí, la cita en el Heliodoro Rodríguez López era la última oportunidad para el Real Oviedo. El estadio tinerfeño podía marcar el final del trayecto para un conjunto carbayón que, con sus idas y venidas, veía que seguía con opciones de luchar por el ascenso a tres jornadas para el cierre de la Liga regular. Pero el césped dictó sentencia. Ante un equipo agarrotado y jugándose la vida, los de Sergio Egea fueron incapaces de ofrecer algo distinto sobre el verde. El playoff pasó de largo y los azules no estuvieron ni cerca de pararse en la estación.
Un cambio de estrategia que no se vio reflejado en el césped
Egea, fiel a los dos delanteros desde su llegada, apostó por dar entrada a Ramón Folch y así conseguir superioridad numérica en el centro del campo. Según pasaban los minutos, no se acababa de entender qué buscaba el técnico argentino con dicha variación táctica.
El Oviedo, con Jimmy de mediocentro y Folch y Tejera de interiores, no apostaba por aprovechar ese 3x2 en la medular y era incapaz de hacerse con el control del balón. Los balones largos de Alanís y Carlos Hernández y las diagonales de los centrocampistas seguían siendo el único argumento ofensivo carbayón, que durante los primeros 45 minutos no fue capaz de hilvanar una acción elaborada cerca del área del Tenerife.
La fluidez brillaba por su ausencia
El Tenerife, al igual que los visitantes, también tenía problemas para llegar a la portería rival manejando el balón. Con las bajas de Racic y Lasso, Milla se quedaba sin socios y los costados era la única salida para hacer daño al Oviedo. Los locales buscaban atraer a la medular azul para luego encontrar a Malbasic en la izquierda y, sobre todo, a Suso Santana en la derecha.
Tras varias intentonas dirigidos por el capitán tinerfeño, un nuevo saque de esquina desde el costado derecho acabó en el claro penalti realizado por un Carlos Hernández incómodo en cada centro lateral. Suso no falló y, con muy poco, el Tenerife ya estaba por delante en el marcador.
Diegui, única arma ofensiva
Sin ideas, el Oviedo encontró en Diegui su única baza para dañar al Tenerife. Con Viti en posiciones interiores para dificultar los inicios de juego locales, el lateral de origen islandés ocupaba el carril derecho y llegaba con peligro al área del Tenerife.
Hasta en tres ocasiones encontró el centro del campo azul a Johannesson en profundidad. En una de las pocas combinaciones entre Jimmy, Folch y Tejera, este último puso un balón largo a la espalda de Héctor Fernández que el canterano, ante la salida de Dani Hernández, no supo convertir. Este fue el único argumento ofensivo real del Real Oviedo.
Egea rectifica en el descanso
Bien por las imprecisiones con balón o porque la segunda amarilla acechaba, el técnico argentino decidió sacar a Tejera del campo y en su lugar entró Ibra, volviendo así al plan de las últimas semanas. La doble punta no cambió casi nada y, si bien los centrales del Tenerife se vieron más expuestos, el Oviedo seguía siendo incapaz de instalarse en campo contrario.
Segundos después de la entrada de Omar Ramos, único jugador carbayón que demostró argumentos para cambiar algo, Carlos Ruiz sentenciaba el encuentro con un cabezazo desde el corazón del área que ni los centrales supieron evitar ni Champagne desviar. El partido ya había finalizado cuando los visitantes todavía no habían empezado a jugarlo.
Una rendija que no se supo aprovechar
Cosas del fútbol, unas inexplicables manos de Alberto tras centro de Omar Ramos le dieron al Real Oviedo una segunda oportunidad. Joselu no falló el penalti y los azules estaban a un gol de cambiar el rumbo del encuentro. Fue un espejismo. Un 'zurdazo' del combativo Ramos y un remate de cabeza de Ibra al que le faltó un punto de fuerza fueron las únicas ocasiones del cuadro carbayón.
La incapacidad de encerrar un rival condicionado hasta el límite por el miedo a un posible descenso define no solo el partido del Oviedo en el Heliodoro Rodríguez López, también su temporada. La ausencia de un plan de juego, unido al bajón de rendimiento de varios futbolistas claves, vuelve a condenar a un equipo que se está empezando a acostumbrar a vagar sin rumbo y a quedarse a medio camino de todo.