Rozada y su primera cita con el Tartiere

Pablo Fernández OVIEDO

AZUL CARBAYÓN

Rozada y Mosquera se saludan antes del Real Oviedo-Extremadura
Rozada y Mosquera se saludan antes del Real Oviedo-Extremadura LFP

El municipal ovetense cerró filas con el nuevo técnico y recibió al Real Oviedo con aplausos

20 sep 2019 . Actualizado a las 19:10 h.

El Carlos Tartiere recogió el guante lanzado por Javi Rozada el miércoles en sala de prensa y el Real Oviedo saltó al césped entre aplausos. Las recriminaciones, si tenían que llegar, serían al final del encuentro. El técnico ovetense, al igual que en su etapa en el Vetusta, cedió la dirección del calentamiento a Alberto Martínez, preparador físico azul.

Rozada saludó a Manuel Mosquera, su homólogo en el Extremadura, y se posicionó en la banda para presenciar su primer encuentro como técnico del primer equipo del Real Oviedo. Activo desde el principio, pero a la vez relajado. No se dejó llevar por las emociones y durante el primer tramo dirigió con indicaciones básicas y sin muchos aspavientos.

Con el paso del tiempo, Rozada se fue metiendo cada vez más en el encuentro. El entrenador abarcaba toda la zona técnica y no paraba de corregir a un equipo al que todavía le falta mucho trabajo semanal, de ese que echó en falta en unos días frenéticos como los últimos. Edu Cortina fue el protagonista de las jugadas que más sobresaltaron al ovetense: su remate al larguero y la tarjeta vista por el mediocentro.

El 0-1 y el factor Borja Sánchez

El gol de Kike Márquez fue un mazazo para todo el Carlos Tartiere y también para Javi Rozada. Como dijo en rueda de prensa, el Extremadura marcó en una de las poquísimas llegadas de las que dispuso en el segundo tiempo y los veinte minutos que restaban para el final del encuentro parecían cinco. 

Si la bola quemaba en el primer tramo del encuentro, con el 0-1 nadie salvo Saúl quería el esférico. El técnico azul dijo el miércoles que quería que el Tartiere se sintiese orgulloso de su equipo y fue la afición carbayona la que volvió a hacer méritos para que los jugadores les den las gracias una y otra vez. La grada no cayó en la tentación del silbido y animó a un equipo que se acercaba al abismo. Llegó el empate y, un poco, la tranquilidad. 

Borja Sánchez, última bala de Rozada, hizo que el oviedismo se marchase a casa con la pequeña sensación de que no todo está perdido. Está claro que eso lo tiene que conseguir el equipo y no solo un jugador, pero eso ya es trabajo del entrenador. Que tenga tiempo, el Real Oviedo lo necesita.