Del mal arranque de campeonato a la racha final de resultados, el conjunto carbayón ha sufrido una gran mejoría
19 jul 2020 . Actualizado a las 12:59 h.El arranque de campeonato fue muy irregular para el Real Oviedo. Sus malos resultados en los dos primeros meses de campeonato le abocaron a luchar por la salvación casi desde el pitido inicial, debiendo olvidarse de cotas más ambiciosas. Todas las energías y esfuerzos debían centrarse en escapar de las garras de Segunda B.
El equipo tuvo casi que reinventarse para poder convertirse en un aspirante a la salvación. Cambios, cambios y más cambios hasta dar con la tecla justa en el momento ideal para certificar la permanencia.
- La defensa: Sin dudas, el cambio más profundo de la temporada se ha visto en la parcela defensiva. El Real Oviedo ha pasado de ser el conjunto más goleado a exhibir una notable solidez. El caso más llamativo es el de Alejandro Arribas, criticado y pitado en los primeros meses, el madrileño se ha convertido en líder y referente. Además, Simone Grippo ha justificado su fichaje y Juanjo Nieto se ha convertido en indiscutible e imprescindible en su primer año en el fútbol profesional.
- El mercado de invierno: El primer examen de Francesc Arnau al frente de la dirección deportiva se ha saldado con una buena nota. Fueron cinco las incorporaciones que se realizaron para reforzar al equipo en el mercado de invierno. Tres de ellas terminaron como indiscutibles. Además del citado Grippo, Andriy Lunin ha sido una de las claves más importantes para la permanencia, lo mismo que Luismi Sánchez. Rodri Ríos tuvo su momento en las victorias ante Tenerife y Extremadura. El menos destacado, Sebas Coris, también ha aportado su grano de arena en las últimas jornadas.
- El vacío de Saúl Berjón: El capitán azul va a terminar la temporada con su número más bajo de partidos en las tres últimas temporadas. Dos lesiones le han alejado demasiado tiempo de los terrenos de juego, aunque no le impedirán terminar el curso como uno de los mejores asistentes de la categoría. Sin él, el Real Oviedo perdió imaginación y liderazgo en la parcela ofensiva. Su hueco debía ser ocupado por Omar Ramos o Yoel Bárcenas. Sin embargo, fueron Borja Sánchez y Marco Sangalli los que dieron el paso adelante necesario y se convirtieron en el eje sobre el que hacer girar al equipo.
