Con calma

Pablo Fernández OVIEDO

AZUL CARBAYÓN

Banquillo del Oviedo durante el partido ante el Cartagena
Banquillo del Oviedo durante el partido ante el Cartagena LFP

Un ambiente relajado, el liderazgo de los centrales del Real Oviedo y el saludo entre el Cuco Ziganda y Borja Jiménez. La contracrónica desde el Tartiere

14 sep 2020 . Actualizado a las 09:11 h.

Casi dos meses después de la última vez, la Liga volvió al Carlos Tartiere. Y el ambiente del municipal ovetense era tan diferente al vivido en aquellas semanas de julio que lo jugado ayer domingo parecía una competición diferente. Seguramente lo fuese, de hecho. El Real Oviedo, alejado de aquella tensión incompatible con la salud cardíaca que impregnó la gran mayoría de encuentros disputados en su casa, comenzó una nueva etapa ante el Cartagena. Y lo hizo con calma. 

El fútbol sin público sigue siendo igual de insípido que antes, pero ahora se nota todavía más. Tras el confinamiento, la Segunda División volvió para decidirse. Desde el primero de los once partidos disputados, los nervios que rodean la lucha por el ascenso directo, el playoff o la permanencia condicionaban cada jugada, cada disputa de los encuentros. A su vez, desde la grada, jugadores suplentes y trabajadores del club ejercían de hinchas tanto para animar a los suyos como para recriminar al árbitro. Ahora todo está más tranquilo. Más saludable, sí, pero también menos atractivo. 

Sin Nereo Champagne, la voz más reconocida del Real Oviedo en la nueva normalidad, nadie rompía el silencio desde la grada del Tartiere. Tampoco en el sector del Cartagena, por cierto, como si todavía no se atreviesen a subir el volumen por eso de ser unos recién llegados. Era dentro del césped donde se estaba gritando todo lo que se podía gritar. Marc Martínez, portero de los albinegros, por un lado. Simone Grippo y Alejandro Arribas, mariscales de los azules, por el otro. 

El equipo del Cuco Ziganda, cuya media de edad de centro del campo en adelante era de menor de 24 años, se apoyó en la juventud para llevar la contraria al habitual ritmo pausado de las primeras jornadas y se mostró muy dinámico con y, sobre todo, sin balón, robando rápido el esférico y no dejando respirar al Cartagena. Era el minuto 10 y Arribas ya había tenido una de las numerosas ocasiones claras que acabaron en el zurrón oviedista.

Femenías, más ocupado en cómo evitar el reflejo del sol que en parar balones, veía cómo el juego se acumulaba en el lado del Cartagena. Borja Sánchez, luciendo el dorsal 10 por aclamación popular, aparecía tímidamente, como el invitado a la fiesta al que todo el mundo espera y que lo tiene muy difícil para sorprender. Juanjo Nieto, por su parte, seguía sorprendiendo igual de bien que hace unos meses. El Oviedo era mejor y hasta el descanso, a pesar del paso adelante del Cartagena, los 'uy' y los balones al poste eran azules. 

Los equipos volvieron tras el descanso y el partido carbayón finalizó allá por el minuto 60. Antes, Javi Mier, Obeng y Viti fallaron tres ocasiones clarísimas. El partido estuvo ahí y Ziganda lo sabía. Por lógica futbolística, dichos errores dieron alas al Cartagena y Femenías comenzó a ver la acción un poco más de cerca. El técnico azul tardó en mover un banquillo que tampoco aportó demasiado y el encuentro se fue muriendo sin ningún amago de gol para los visitantes. 

Grippo y Arribas, afónicos de mandar durante los 90 minutos, volvían a ser el sostén carbayón. El partido llegaba a su fin tras un amago de ocasión: falta en la frontal, de esas que están muy lejas para poner un buen centro y muy lejos para hacer daño al portero con un disparo directo. Tejera en un principio, Cedric al final. Balón a la barrera y a casa.

A falta de saludo en el palco presidencial (no había nadie ocupando dichos asientos), Ziganda y Borja Jiménez sí lo hicieron en la banda. Un saludo raro, de esos que no se quieren dar y que encima van acompañados de alguna reprimenda. Nadie sabe lo que pasó, pero lo que sí sabe todo el mundo es que es muy difícil perturbar el talante del Cuco. Fin del primer acto.