El barrio menos conocido de Gijón rebosa vida a 12 metros de profundidad

J. C. G. GIJÓN

GIJÓN

Álex Galán presenta «Los vecinos del mar», un sorpendente documental sobre la biodiversidad en el litoral urbano gijonés encargado por la Empresa Municipal de Aguas

09 oct 2019 . Actualizado a las 19:03 h.

Mientras, casi 33 años después de su hundimiento, tierra adentro se sigue discutiendo si el carbón que cada tanto alfombra la playa de San Lorenzo proviene o no del 'Castillo de Salas', sus restos, sumergidos frente a la bahía de Gijón, se han convertido en un arrecife rebosante de vida y un ejemplo sobre el tesón del mar para hacer suyo cualquier elemento extraño. «Un parque temático que nadie quisiera que estuviera ahí», pero que está, como están el resto de la geografía sumergida, los habitantes y las rutinas de la vida en el barrio de Gijón más extenso y seguramente el más poblado, pero también el más desconocido y el menos visitado de la ciudad. A lo que sucede en él apenas uno se adentra unos metros Cantábrico adentro, o a lo que sucede al borde aunque apenas reparemos en ello, ha dedicado el joven documentalista gijonés Álex Galán Los vecinos del mar, un viaje audiovisual de algo menos de media hora que ha estrenado este mediodía en un multitudinario pase en la Escuela de Comercio. El documental le fue encargado por la Empresa Municipal de Aguas (EMA), que invirtió 7.000 euros en la producción en un momento en el que los vecinos de tierra adentro y los visitantes son especialmente sensibles a todo lo que sucede en las aguas del litoral gijonés. La película será colgada próximamente en la web municipal así como puesto a disposición de los centros educativos del concejo.

Los vecinos del mar ha sido descrito por su autor como una «ventana abierta» que «rompe barreras» y que busca «enamorar» a los espectadores para, a través de esa fascinación, despertar también la conciencia sobre la necesidad de cuidar las aguas costeras de la ciudad. «Es un documental sobre la biodiversidad marina, no solo sobre 'eso de los peces'», ha precisado Galán que, en efecto, no solo se sumergía entre los meses de septiembre y octubre pasado en un mundo «espectacular» y «sorprendente por su colorido y su vida». También filmaba, por ejemplo, las aves marinas que buscan su alimento entre las charcas y los pedreros, y que en ocasiones se mantienen tan fieles como los turistas más fieles a la costa gijonesa, viajando cada año desde latitudes tan distantes como Siberia. Y dejaba constancia de la jornada de limpieza de los castigados fondos del Puerto Deportivo que voluntarios y submarinistas protagonizaron en octubre. Como ha recordado el documentalista, se sacaron más de 600 kilos de basura en apenas dos horas.

Apoyado por submarinistas del Club Orca, Álex Galán descubre la explosión de vida que prospera en zonas tan cercanas al casco urbano como Las Gemelas -muy cerca de la isla de la Tortuga, frente a La Providencia- o en los colonizados pecios del 'Castillo de Salas'. También contextualiza sus inmersiones y sus vigías de aves marinas en tierra con espectaculares tomas aéreas obtenidas mediante drones para que el espectador repita más de una vez la frase que se dijo el mismo en muchos momentos de su rodaje: «Esto no es Gijón, no puede ser». Pero lo es. Y, en nombre de la buena vecindad, Álex Galán ha pedido para ese otro Gijón que bulle a 12 metros de profundidad o que es también el de la basa de la dársena local, un poco de cuidados. Porque -insiste- «no se puede quejar uno de que no se puede ir a la playa y luego tirar basura al mar». Al fin y al cabo, ha reiterado, el Gijón sumergido «es también parte de la ciudad».