La denuncia de una alumna discapacitada: «Me siento como un perro»

J. C. G. GIJÓN

GIJÓN

La joven Victoria Fernández González junto a su madre, Covi González
La joven Victoria Fernández González junto a su madre, Covi González

La madre de una naviega que estudia Integración Social en Gijón afirma que el IES Roces le pidió que no asistiese a clases durante cuatro días por no disponer de sustituto para su auxiliar educador

19 dic 2018 . Actualizado a las 15:26 h.

«"Me siento como un perro". Eso es lo que mi hija me dijo ayer. Que una hija tuya te diga eso es algo terrible, te crea una rabia y una impotencia enormes. Y además creo que hay perros que en este momento se sienten mejor que ella». Covi González escuchó esas duras palabras de boca de su hija, Victoria este mismo lunes: una expresión que «nunca antes» le había oído pronunciar. Victoria Fernández González tiene 19 años, es de Navia y padece una tetraparesia espástica que afecta a su movilidad y la tiene sujeta a una silla de ruedas como consecuencia de un parto prematuro. El pasado septiembre se matriculó en el IES Roces de Gijón para estudiar el ciclo superior de Integración Social que imparte el centro, que ayer les comunicaba a ella y a su madre que el auxiliar educador que tiene asignado tomaba cuatro días de vacaciones, que no se iba a cubrir la sustitución y que -relata Covi González- «era mejor que la chica no fuese» el resto de esta semana porque «no podían hacerse cargo de ella» y «podía pasar algo». Una situación que ha indignado a la madre y ha hecho que la joven se sienta «menospreciada y minusvalorada por primera vez en su vida», y también «asombrada ante una incongruencia que considera incomprensible»: «Estamos hablando de integrar y a la primera que no integran es a mí», le ha comentado a su madre.

«Es una vocacional», asegura Covi de su hija. Su propia experiencia, su carácter empático y el contacto y la colaboración para trabajar con niños con discapacidad psíquica en los mismos talleres donde recibía desde pequeña atención temprana la decidieron a matricularse en Integración Social. No se le puso por delante el hecho de tener que mudarse a Gijón. «Es una nena fuerte, psicológicamente fuerte. Siempre se le ha enseñado a pelear, dentro de sus posibilidades, para ser independiente dentro de su dependecia. Ha sido como los demás y ha actuado como los demás. Fue ella misma la que decidió irse a Gijón», aclara su madre.

Vida normal

Y fue lo que hizo. Desde el inicio de curso vive en una casa de alquiler donde una persona se ocupa de atenderla y «dentro de sus posibilidades, hace una vida completamente normal», moviéndose por la ciudad con su silla de ruedas al igual que lo hacía en Navia, asegura su madre. Un equipo de valoración de la consejería de Educación evaluó sus necesidades educativas y estimó que necesitaba un auxiliar educador, un fisioterapeuta y transporte adaptado, que le fueron concedidos. Todo funcionaba con normalidad dentro y fuera de las aulas, Victoria estaba contenta, obtuvo sus primeras buenas notas y esperaba al final de las clases antes del periodo navideño. Lo que no esperaba es que el centro se lo adelantase de la forma en que, según Covi González, lo ha hecho.

Ni ella ni su hija entienden, «en primer lugar, que la consejería haya dedicido no sustituir al auxiliar, que está en su pleno derecho de pedir sus 'moscosos'». Y menos aún que el centro tome la decisión que, según Covi González, le comunicó primero su hija y después telefónicamente la directora el lunes a las 14,20: «Me dijo que la chica no puede ir al centro y que era mejor que se quedase en casa porque no podían hacerse cargo de ella y por si pasaba algo». «Pero es que "algo" puede pasar estando o no estando el auxiliar, porque Victoria solo necesita ayuda para ir al baño y sus propios compañeros pueden ayudarle puntualmente a sacar las cosas de la mochila si hace falta», asegura. El estupor se transformó en algo más cuando su hija le refirió que «llegaron a decirle que llevase una braga-pañal y orinase en ella». También cuando -prosigue Covi- «la directora me comunicó que, aunque tienen la norma de que las faltas de asistencia no se pueden justificar ni siquiera por consulta médica, las faltas de mi hija quedarían justificadas porque no querían que estuviese en el centro». «Si no es legal una cosa, no lo será la otra», apostilla.

Plaza sin cubrir

No quedó más satisfecha -al contrario- al recurrir a la mañana siguiente a la consejería para exponer la situación. Aunque comprobó en la web de la consejería de Educación que casos similares de ausencia temporal de auxiliares educadores habían tenido sus correspondientes sustituciones, la conversación telefónica con un funcionario de la consejería resultó infructuosa: «Función Pública considera que no hay que cubrir la plaza y que mi hija se tiene que quedar en casa», explica Covi González. A partir de ahí decidió denunciar la situación a sabiendas -anticipa- de que «no voy a conseguir nada».

« Lo único que intento es que no vuelva a suceder. Que una nena de 19 años no se sienta menospreciada ni minusvalorada. Que no te diga "me siento como un perro" y que no sienta el abandono total y absoluto que me ha dicho que siente», concluye la madre de Victoria, que recogerá este mismo miércoles a su hija para unas Navidades tras las cuales se reincorporará a sus estudios.