¿Qué se celebra el Martes de Campo?: Así es la fiesta con más siglos de historia de Oviedo

Esther Rodríguez
Esther Rodríguez REDACCIÓN

LA VOZ DE OVIEDO

Celebración del Martes de Campo hace años
Celebración del Martes de Campo hace años Sociedad Protectora de La Balesquida

La festividad ha llegado hasta nuestros días gracias a la labor de la Sociedad Protectora de La Balesquida

22 may 2023 . Actualizado a las 09:41 h.

No hay afición que más guste a los ovetenses que celebrar, si es en familia y al aire libre, mejor todavía. Y es que ya lo dice el propio refrán: «Xente d'Uviéu, tambor y gaita». Por eso, antes de iniciar el año, los habitantes de la capital asturiana, como si de un ritual se tratase, marcan de rojo en el calendario los días en los que pueden abandonar sus obligaciones laborales para festejar. Aunque las fiestas más populares son las de San Mateo, conocidas incluso fuera de nuestras fronteras, la romería por antonomasia de Oviedo es la de la Balesquida. Conocida también como el Martes de Campo, se trata de la celebración más tradicional y antigua de la ciudad, que este año tiene lugar el próximo 30 de mayo.

La fiesta de la Balesquida tiene siglos de historias. Sus orígenes se remontan a 1232, momento en el que «Doña Velazquita Giráldez (una dama de la naciente burguesía de artesanos de la época) cedió el hospital y otros bienes a la cofradía de los sastres (que después cambió de nombre en su honor) y a todos aquellos vecinos y hombres buenos de Oviedo para distribuir entre los más desfavorecidos de la ciudad», asegura José Antonio Alonso, presidente de la Sociedad Protectora de la Belasquita, antes de señalar que puso al frente del complejo sanitario a diez mujeres a cambio de comida y alojamiento. También dio orden en su testamento de crear la cofradía de la Balesquida, además de «pagar diezmos al párroco de San Tirso para que todos los sábados dijese misa». De la misma manera, ordenó que se celebrase la fiesta de Pentecostés (por eso varía cada año) «porque quería que la ciudad fuese alegre y tuviera vida».

Antiguamente la fiesta se realizaba un domingo de mayo, con la procesión de la Virgen de la Esperanza desde la capilla de la Balesquida —situada en un lado de la plaza de Alfonso II el Casto frente a la Catedral y haciendo esquina con la Plaza Porlier— hasta Santa Ana de Mexide, en Montecerrao. Finalizada la misa, se procedía a la entrega del almuerzo a los asistentes, consistente en torrezno, bollo de pan de escanda y vino. Al regreso, se cantaba un responso en San Tirso ante al sepulcro de la fundadora.

Actualmente los actos religiosos comienzan el miércoles anterior al Domingo de Pentecostés, con la procesión de la virgen desde su capilla hasta la Iglesia Parroquial de San Tirso el Real y finalizan el Martes de Campo con la misa.

Reparto del bollo el Martes de Campo
Reparto del bollo el Martes de Campo Sociedad Protectora de La Balesquida

Ya en el siglo XVIII se hizo popular el almuerzo en el Campo San Francisco. Desde entonces, con el objeto de cumplir los deseos de doña Velazquita Giráldez, los ovetenses salen a la calle el primer martes después del domingo de Pentecostés y acuden a las zonas verdes de la capital asturiana donde extienden un mantel y establecen un campamento base para comer el bollo preñao y beber un buen vino, mientras disfrutan de la compañía de sus familiares y amigos. Antiguamente el almuerzo que se daba era un pan de figa con torrezno y un cuartillo de vino pasado el monte.

Con el paso del tiempo, la festividad fue adquiriendo cierto renombre y consolidándose como la más popular de la capital asturiana. Sin embargo, en el año 1929 su celebración pendía de un hilo. La Cofradía Antigua de la Balesquida estaba en quiebra y no podía hacer frente al gasto que conllevaba realizar las fiestas. Ante esta situación, «tres ovetenses acuden al Ayuntamiento y piden ayuda al alcalde, que por aquel entonces era Martín Caicoya Vigil-Escalera. Este les da 1000 pesetas y a su vez interviene para que el presidente de la Diputación también colaborase», cuenta José Antonio Alonso.

Creación de la Sociedad Protectora de La Balesquida

Al año siguiente, con el objeto de salvar la «insostenible» situación económica de la Cofradía, «cinco ovetenses de pro» acordaron promover y constituir una sociedad que respondiera al título de «Protectora de La Balesquida». Firmaron sus estatutos el 22 de febrero de 1930 y, a partir de ese momento, se las ingeniaron como pudieron para sacar a flote el Martes de Campo y mantener más viva que nunca una fiesta que ya forma parte de la identidad de los carbayones. Los pioneros fueron don Ramón Prieto Pazos, don José Álvarez. Buylla, don Alfonso Muñoz de Diego, don Aurelio Ruiz y don Ricardo Casielles.

«Hasta el día de hoy, quitando los tres años de la Guerra Civil y el año 2020 debido a la pandemia, la Sociedad Protectora de la Balesquida organiza y celebra la parte más lúdica del Martes de Campo, para mantener esa tradición», apunta el actual presidente de la entidad.

Fotografía antigua de una familia que celebra el Martes de Campo
Fotografía antigua de una familia que celebra el Martes de Campo Sociedad Protectora de La Balesquida

Como prólogo al Martes de Campo, día grande de las fiestas, la Sociedad Protectora de La Balesquida organiza a principios de primavera un ciclo de conferencias sobre Oviedo. «En ese mismo período de tiempo presentamos el anuario, que ya va por su octava edición, y en el que participan articulistas con un nivel medio-alto, ya que hay catedráticos, periodistas y demás individuos con cierta relevancia», detalla José Antonio Alonso, antes de aclarar que la portada y la contraportada de la publicación se configura a partir de «cuadros que nos donan pintores o escultores».

El patrimonio de la Sociedad Protectora de la Balesquida está conformado por 45 obras con sello asturiano. «Aunque no tenemos mucha cantidad, el nivel de nuestra pinacoteca es bastante alto. Tenemos cuadros de Álvaro Delgado, César Pola, Miguel Ángel Lombardía, Miguel Ángel Linares e incluso de Rafael Rodríguez Urrusti. También una escultura de Fernando Alba y otra de José Luis Fernández, quien realiza la estatuilla de los premios Goya», detalla.

Cuadros que forman parte de la pinacoteca de la Sociedad Protectora de La Balesquida
Cuadros que forman parte de la pinacoteca de la Sociedad Protectora de La Balesquida

No obstante, el pistoletazo de salida al programa festivo se da con el tradicional pregón a cargo de una personalidad unida a la fiesta. Un acto que tiene lugar en el Teatro Filarmónica y en el que también se concede el premio al socio de honor, antes de finalizar con un concierto. «Este es elegido según se haya distinguido en la ciudad. Se trata de personajes muy conocidos, como pueden ser Jaime Buylla, que fue un gran médico y presidente de la Sociedad Filarmónica de Oviedo. También fueron reconocidos Muñoz Santos, fundador de la Sociedad de Festejos de Oviedo, Carmen Ruiz-Tilve, cronista oficial de Oviedo, y la pianista Purita de la Riva», señala José Antonio Alonso.

Además, el domingo previo a este martes señalado, tiene lugar la tradicional cabalgata del Heraldo de la Balesquida. Una costumbre que se recuperó en el año 2002 gracias a la labor de la entidad. «Desde el siglo XVII había desaparecido y no se sabe muy bien por qué», asegura José Antonio Alonso. Conocido también como de la Fama, este jinete vestido de blanco de cabeza a los pies recorre distintas calles de la ciudad para anunciar el Martes de Campo a lomos de su caballo y acompañado de una comitiva de figurantes «de aquella época».

El Heraldo de La Balesquida
El Heraldo de La Balesquida Sociedad Protectora de La Balesquida

«Va leyendo el bando festivo hasta que llega al Ayuntamiento para solicitar permiso al alcalde para que nos deje celebrar la fiesta y, por tanto, repartir el bollo en el campo». Tras recibir el consentimiento por parte del regidor local, el caballero del Heraldo se dirige a la plaza de la Catedral, atravesando las calles Cimadevilla y Rúa, para poner fin a la cabalgata con una danza prima y una exhibición de cetrería.

Otro de los actos que conforman el programa festivo del Martes de Campo es el concierto de la Banda de Música Ciudad de Oviedo, que tiene lugar en el patio histórico de la Universidad. «Antes lo hacíamos en la plaza Porlier, pero como era al aire libre, la acústica no existía. Gracias a la Universidad lo hacemos ahí y tiene un éxito impresionante», agradece José Antonio Alonso, antes de señalar que dicha actuación tiene lugar el lunes anterior a Pentecostés.

Llegado el Martes de Campo, «lo anunciamos con alboradas, grupos folclóricos, charangas y con las actuaciones de la Banda de Música Ciudad de Oviedo y de la Real Banda de Gaitas Ciudad de Oviedo». Tras recorrer las calles de la ciudad, los grupos se juntan en la plaza Porlier y ponen rumbo al Campo San Francisco, «donde tenemos el clásico reparto de bollo y vino a los socios». Además, al popular almuerzo se suman las autoridades locales, dado que «desde un principio y hasta el día de hoy, el Ayuntamiento siempre ayudó para hacer estas fiestas. Hay un entendimiento muy grande».

Como colofón a la jornada festiva, la romería continúa por la tarde con actuaciones de canción asturiana. «Con la pandemia habíamos eliminado esta actividad, pero este año esperamos recuperarla», resalta el presidente de la Sociedad Protectora de La Balesquida. Además, durante todo el día, «en la zona de la Rosaleda tenemos juegos infantiles para que los más pequeños puedan disfrutar también porque al fin y al cabo el Martes de Campo es una fiesta con un ambiente familiar, que es muy bueno», comenta.

La Sociedad Protectora de La Balesquida reparte un cucurucho de castañas durante el amagüestu
La Sociedad Protectora de La Balesquida reparte un cucurucho de castañas durante el amagüestu

No obstante, el Martes de Campo no es la única fiesta que la Sociedad Protectora de La Balesquida organiza. En el mes de noviembre tiene lugar en la plaza Porlier el tradicional amagüestu, un evento con el que se celebraba la entrada al invierno. «Esta costumbre se había perdido en el siglo XVIII, pero la volvimos a recuperar en 1989, con el reparto de castañas». Al año siguiente, «se pasa a dar también a los socios un vaso de sidra del duerno o sidra dulce». Para amenizar el festejo, la Real Banda de Gaitas Ciudad de Oviedo ofrece un concierto durante el reparto, al igual que algún que otro grupo folclórico que la entidad contrata para este día.

Recuperar tradiciones y aumentar el número de socios

Todas estas tradiciones han llegado hasta nuestros días gracias a la labor de la Sociedad Protectora de La Balesquida, que cuenta con el apoyo de sus socios. Actualmente la entidad tiene 3.800 afiliados, pero quieren 4.000: «Debido a la pandemia, perdimos muchos al haber, por desgracia, muchas defunciones». De todos los asociados, «el mayor ya ronda los 100 años, mientras que el más pequeño es recién nacido». En este sentido, José Antonio Alonso señala que «estamos muy satisfechos respecto a los socios porque se dan de alta matrimonios jóvenes con sus hijos, que son el futuro. Pero claro, tenemos la obligación de crecer en socios para tener unas fiestas mayores y mejores».

El precio de la cuota es de 12 euros al año. Incluye el bollo y la botella de vino que se reparte el Martes de Campo, el cucurucho de castañas y el vaso de sidra dulce que se da cuando se celebra el amagüestu y permite entrar en el sorteo de 50 cestas de Navidad, además de recibir el anuario. No obstante, desde la entidad señalan que lo más importante es que, al ser socio, se ayuda a mantener una tradición. «Lo bonito era como antiguamente, cuando más de medio Oviedo era socio, pero hoy en día el tema económico está como está. Tenemos socios mayores, sobre todo viudas, que nos dicen que no nos pueden pagar porque la pensión no les llega casi ni para comer… pero aún así nos da mucha moral los mensajes que recibimos a través de las redes sociales, donde nos apoyan y felicitan por nuestra labor, que es mantener las tradiciones de Oviedo», sentencia José Antonio Alonso.