El asturiano que dio de comer al juez Garzón o a la actriz Gemma Cuervo en República Dominicana

LA VOZ DE OVIEDO

Este vecino de Oviedo regenta en el país americano un restaurante que se ha convertido en un auténtico referente. A sus 62 años cuenta cómo ha conseguido cosechar ese éxito, aparte de mostrar su lado más personal
27 oct 2023 . Actualizado a las 09:38 h.A Santi Hernández le dijo un día un buen amigo suyo que su hermana había vendido todas sus pertenencias, se había ido a vivir a República Dominicana y que no le podía ir mejor. Él, sin pensárselo un segundo -ni siquiera se planteó si lo que le dijo era verdad o no- decidió hacer lo mismo. Dejó su trabajo, preparó las maletas y puso rumbo al país americano sin saber si la suerte iba a correr de su lado. Pero vaya que sí corrió. El ovetense, aparte de conocer a la que hoy en día es su mujer, con la que lleva 23 años de casados, consiguió convertirse en un referente en el mundo empresarial. Desde entonces, en el amor y en el trabajo está más que servido.
En el momento en que aterrizó en República Dominicana, a diferencia de otros comienzos que no le resultaron tan fáciles, Santi Hernández encontró su primer puesto de trabajo. Por aquel entonces tenía 33 años. Podía emplearse en cualquier supermercado, ferretería o comercio de la capital del país dominicano, dado que allí la mayoría de los empresarios son asturianos, pero decidió dedicarse a poner música en los bares y discotecas de la península de Samaná.
En esta región situada al noroeste del país, el ovetense, además de ir haciendo caja, conoció a una dominicana que al poco tiempo se convirtió en su esposa. La joven era natural de Limón, un pueblo perteneciente a Samaná donde Santi Hernández apostó por crear una empresa de turismo. Al principio compaginó su trabajo como disyóquey con la organización de excursiones para que los visitantes conocieran la zona durante el resto del día.

Desde descubrir las diferentes playas vírgenes que se extienden por la amplia costa de Samaná hasta descubrir la flora y la fauna del Parque Nacional Los Haitises. Desde admirar el gran salto de agua que hay en el Limón hasta avistar la «impresionante» migración de ballenas que tiene lugar desde el 15 de enero hasta el 30 de marzo. Son algunas de las salidas que organiza Santi Hernández en dicha península dominicana.
Con una «atención personalizada», cada una de estas actividades de ecoturismo están en todo momento dirigidas por guías locales y organizadas para pequeños grupos. Todo ello hace que la experiencia sea «espectacular» y que la mayoría repitan. «Un 35% de los participantes son personas que ya han hecho alguna excursión con nosotros o incluso vienen recomendados. Al final lo hacemos muy de corazón. Somos muy amables, eso sí, con quienes son amables», asegura Santi Hernández.

Gracias a ese buen hacer, poco a poco, fue consiguiendo que en el mundo laboral le fuese cada vez mejor. Tampoco le iba nada mal en el amor. Él y su mujer habían decidido formar una familia. Sin embargo, en esta ocasión la suerte, por desgracia, no corrió de su lado. En el nacimiento de su primer hijo, Santiago, su mujer falleció. Pese a este duro suceso, Santi Hernández hizo de tripas corazón y continuó trabajando para poder sacar a su primogénito adelante y darle la mejor educación posible.
A los pocos meses y sin siquiera esperarlo, el ovetense encontró una luz en el duro camino. Conoció a Suni, una «encantadora» mujer para la que no tiene más que buenas palabras. Al poco tiempo se fueron a vivir juntos y años más tarde contrajeron matrimonio, un 12 de octubre del 2000. «Ella no quería casarse con un español», pero finalmente cayó rendida ante Santi Hernández, con quien tuvo una hija a la que llamaron Ainhoa. Además, se hicieron cargo de la educación de Víctor Carlos, conocido cariñosamente como Cuco, a quien con siete años sacaron de la calle donde trabajaba de limpiabotas y ahora es uno más de la familia.

En el ámbito laboral, después de trabajar durante cuatro años como disyóquey, el ovetense decidió abandonar el mundo de la noche para volcarse de lleno en su empresa de turismo. También para centrarse en el restaurante que había abierto al poco tiempo de aterrizar en Samaná con el objetivo de que la experiencia turística de dominicanos y extranjeros fuese perfecta en todos los sentidos.
Como es evidente y puesto que se gana la vida dando a conocer la península de Samaná, en el restaurante de Santi Hernández se sirve «auténtica» comida criolla. «Siempre quisimos que los turistas probaran este tipo de gastronomía porque al final comen de todo menos esto. Ofrecemos arroz con coco o con habichuelas, pollo, pescado con coco, sancocho —se trata de un potaje elaborado a base de carne y verduras—, así como cualquier otro plato local», detalla el ovetense.

También sirve tortilla de patata y en la carta figuran elaboraciones asturianas como pueden ser las sartenes de huevos fritos con patatas y chorizo o jamón. Además, cuentan con «pan de verdad», un producto que valoran especialmente los visitantes españoles, ya que en República Dominicana es más bien «pan-bollo». «Lo compramos en Las Terrenas, un pueblo a 14 kilómetros de Limón, porque allí viven desde hace muchos años europeos y hay alguna que otra panadería», cuenta.
De esta manera, al contar con una amplia carta y ofrecer productos de calidad, Santi Hernández ha conseguido que su restaurante se convirtiese en un referente de Samaná. Por sus puertas no solo han pasado alemanes, ingleses, norteamericanos o canadienses que se han visto atraídos por la gran bandera de Asturias que luce en el exterior, sino también personalidades de todo el mundo.

«Una vez estaba aquí tan tranquilo y de repente entró el juez Baltasar Garzón. Le pregunté qué hacía aquí y me dijo que estaba de visita porque había venido a dar unas conferencias y a tratar un asunto. A los dos minutos entraron el ministro de Medioambiente, la gobernadora de Samaná y como 20 escoltas más. Venían todos a comer y sin avisar. Pero bueno, en una hora y cuarto ya estaban despachados», relata Santi Hernández.
También por el restaurante de este ovetense se dejaron caer el actor Jorge Sanz o la mismísima Gemma Cuervo. De la misma manera, los futbolistas de la Selección Dominicana de Fútbol no se han resistido y también han caído en la tentación de probar los platos que sirve Santi Hernández. Y fuera del mundo del famoseo, «están viniendo más españoles que nunca». «Es como un descubrimiento un poco tardío para ellos, pero me enorgullece porque con muchos de ellos creamos una gran amistad», reconoce.
Santi Hernández hace un balance positivo de su estancia en República Dominicana, donde asegura que le ha ido «muy bien», salvo en algunos episodios de su vida personal. Desde hace un tiempo, el ovetense ha empezado a relegar sus funciones. «Por el momento, tengo de gerente a un valenciano que se llama Guillermo. También está Cuco con nosotros. El año que viene mi hijo Santiago comenzará a emplearse con nosotros», cuenta antes de señalar que su hija Ainhoa no formará parte todavía de ese relevo generacional. Actualmente la joven está trabajando en un restaurante de la Costa Brava donde «tiene muy buenas condiciones».
Al fin y al cabo, «mi aspiración en la vida es no trabajar o hacerlo en otra cosa porque llevo 30 años en la hostelería y ya estoy cansado», confiesa. También aclara que no podrá jubilarse ya que en República Dominica se cotiza por lo mínimo y si quieren «llevar una vida como la de España» tienen que «tirar de ahorros porque las cosas están mucho más caras, un 30% más». Y mientras persigue su propósito, a sus 62 años seguirá regresando a su tierra natal para reencontrarse con los suyos. «Continuaremos yendo y viniendo y ahora más que nunca, que ya he conseguido la doble nacionalidad», apostilla.