La Manada, condenada a nueve años por abuso sexual pero absuelta de agresión

La Voz / Agencias

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Los integrantes de la Manada, en una imagen de archivo. Ángel Boza es el segundo por la derecha, con la cara parcialmente tapada por uno de sus amigos y compañero en el chat, Jesús Escudero
Los integrantes de la Manada, en una imagen de archivo. Ángel Boza es el segundo por la derecha, con la cara parcialmente tapada por uno de sus amigos y compañero en el chat, Jesús Escudero

Los cinco acusados deberán indemnizar a la joven víctima con 50.000 euros. Uno de los tres jueces emitió un voto particular para pedir la absolución

26 abr 2018 . Actualizado a las 15:53 h.

Finalmente, como se había especulado estos días, los jueces han optado por una vía intermedia y han condenado a los cinco integrantes de La Manada a nueve años de prisión por abusos sexual con prevalimiento a una joven durante el primer día de las fiestas de los sanfermines del año 2016.

El tribunal los condena por abusos sexuales y no por agresión sexual, delitos que se diferencian por el uso de la violencia y la intimidación, con lo que entiende que los abusos se produjeron sin consentimiento pero sin que concurrieran esas circunstancias. Por ello absuelve a los cinco acusados (José Ángel Prenda, Jesús Escudero, Ángel Boza, el militar Alfonso Jesús Cabezuelo y el guardia civil Antonio Manuel Guerrero) de los delitos continuados de agresión sexual, robo con violencia e intimidación y contra la intimidad, si bien a uno de ellos lo condena por el hurto del teléfono de la víctima.

El tribunal les condena, además de a 9 años de prisión, al pago de un tercio de las costas procesales. Se les impone también una orden de alejamiento y prohibición de comunicación con la víctima -que ahora tiene 20 años- por 15 años, y se les obliga a indemnizarle conjunta y solidariamente con 50.000 euros, mientras que deberán pagar 1.531 euros al Servicio Navarro de Salud por la atención sanitaria a la chica.

También les condena a cinco años de libertad vigilada que cumplirán tras la pena privativa de libertad, de la que se descuenta el tiempo ya internados en la cárcel, donde llevan desde julio del 2016.

Además a uno de los acusados, Antonio Manuel Guerrero, se le condena por un delito leve de hurto, por quedarse con el teléfono móvil de la chica, por lo que deberá pagar una multa de 900 euros.

La sentencia probablemente no contenta a nadie al conllevar una pena bastante inferior a la que pedían tanto la fiscal (22 años y 10 meses de prisión) como la acusación particular (24 años y nueve meses) o las acusaciones populares del Gobierno de Navarra y el ayuntamiento de Pamplona (25 años y nueve meses) por supuestos delitos de agresión sexual, robo con intimidación por haber sustraído el móvil y contra la intimidad por haber grabado vídeos de los hechos.

Un juez ha emitido un voto particular para pedir la absolución

El debate que parece haber existido entre los tres jueces del caso, y que se destacó como una de las causas que pudo retrasar el fallo, también se ha dejado notar en la sentencia. Uno de los tres magistrados que componen la sección segunda de la Audiencia de Navarra, Ricardo González, ha emitido un voto particular al fallo por el que ha pedido la absolución de los cinco acusados y ha planteado condenar a uno de ellos por un delito de hurto (robo del móvil de la joven denunciante) a una multa de dos meses con una cuota diaria de 15 euros. Este magistrado ha pedido, además, la puesta en libertad de los cinco acusados, que actualmente se encuentran en prisión.

El abogado de la víctima, «decepcionado» con el fallo, ha anunciado que recurrirá la sentencia.

«Es violación, no es abuso», grito en la calle tras el fallo

Nada más conocerse el fallo, varios centenares de personas concentradas desde primera hora a las puertas de la Audiencia de Navarra, muchas de ellas exhibiendo manos rojas -símbolo contra las agresiones sexistas-, han expresado su disconformidad con la sentencia y han gritado consignas como «esta justicia es una mierda», «no es abuso, es violación» o «si tocan a una nos tocan a todas».

Cinco meses después del juicio

José Francisco Cobo ha dado a conocer el veredicto cinco meses después de que el juicio a los cinco miembros de La Manada quedara visto para sentencia. Lo ha hecho en el Palacio de Justicia de Pamplona a través de una audiencia pública, algo que no suele ser habitual. Sin embargo, el interés mediático que despertó el caso desde el primer minuto y la polémica surgida por la decisión de celebrar el juicio a puerta cerrada ha hecho que los magistrados decidieran hacer la lectura en vista pública.

Como ya se había anunciado, en la sala de vistas no estuvieron presentes los cinco integrantes de La Manada -que sí acudieron a todas las sesiones del juicio celebrado en noviembre, durante el que reiteraron su inocencia alegando que el sexo fue «consentido»-. Tampoco se pudieron tomar imágenes. En el Palacio de Justicia solo estuvieron el tribunal, los abogados de las distintas partes y los periodistas.

La lectura del fallo ha generado una gran expectación mediática. Alrededor de 60 medios se han acreditado para seguirla. En el exterior del Palacio de Justicia se han congregado esta mañana numerosos periodistas a la espera de la llegada de los abogados de la defensa de los acusados así como de los representantes de la joven denunciante.

El abogado de cuatro de los acusados, Agustín Martínez Becerra
El abogado de cuatro de los acusados, Agustín Martínez Becerra VINCENT WEST

Todo apunta, sin embargo, a que esta lectura no pondrá punto final al caso ya que en estos cinco meses de espera todas las partes han mostrado su intención de recurrir.

¿Por qué ha tardado tanto el fallo? 

José Francisco Cobo, el mismo que llevó el primer caso de violencia machista con juzgado popular en Navarra, asunto que acabó con una condena de 22 años de cárcel para el autor de la muerte de Alicia Aristegui, y los jueces Raquel Fernandino y Ricardo González, han tenido que tomarse su tiempo para poder hilar muy fino las pruebas presentadas durante las vistas celebradas entre el 13 y el 28 de noviembre durante uno de los juicios más mediáticos de los últimos años en España.

Entre ellos parece haber habido bastante debate durante estos meses, lo que ha podido retrasar la sentencia. Los dos primeros, por ejemplo, votaron en contra de la excarcelación de los acusados las tres veces que estos la demandaron. El tercero, Ricardo González, dio un voto particular a favor de la libertad provisional de los cinco jóvenes sevillanos, en prisión preventiva desde que fueron detenidos el mismo día de los hechos, el 8 de julio del 2016 (tres están en el centro penitenciario de Pamplona y los otros dos -por ser uno militar y el otro guardia civil- en la prisión militar de Alcalá de Henares).

En su razonamiento, este juez defendió que no había motivos para mantener en prisión a los jóvenes al no valorar riesgo de fuga, de que volvieran a delinquir o de que destruyesen pruebas del caso. Para González, los motivos que alegaron sus otros dos compañeros de sala, José Francisco Cobo y Raquel Fernandino, fueron «inconsistentes e insuficientes». 

Distintos medios también pusieron a este magistrado en el foco tras una pregunta que habría hecho durante el juicio a la víctima y de la que se interpreta que podría contemplar la existencia de un error en el consentimiento de las relaciones sexuales. 

¿El sexo fue consentido, o no? La clave

Y es que uno de los factores claves del veredicto, junto a la credibilidad o no de la joven denunciante, está en si el tribunal considera probado que hubo o no consentimiento por parte de la víctima -que ahora tiene 20 años- con lo sucedido aquella noche en un portal de Pamplona. 

Los cinco acusados reiteran el sexo fue consentido. Solo uno se declaró culpable de un delito de robo. El abogado de tres ellos llegó a manifestar durante el juicio que «el silencio de la víctima pudo haberse entendido como un sí».

Para el Ministerio Fiscal, sin embargo, el sexo no fue consentido. Es más, los hechos «bajo violencia e intimidación», como alegó en su día la fiscal en el juicio.

La víctima aseguró, por su parte, que entró de forma voluntaria en el portal en el que supuestamente fue violada, pero no para mantener relaciones. Según su propio relato, quedó en estado de shock y no pudo oponer resistencia. Una reacción que corroboraron tanto la pareja que la atendió llamando al 112 cuando la hallaron acurrucada en un banco después de lo ocurrido como los policías que acudieron al lugar tras recibir el aviso.

«Me vi rodeada por aquellos cuatro, noté que me quitaban la riñonera, el sujetador y me desabrochaban el jersey atado a la cintura. Empecé a sentir más miedo cuando me agarraron de la mandíbula y me acercaron para hacer una felación, y otro me agarraba de la cadera y me bajaba los leggins. En ese momento estaba totalmente en shock, no sabía qué hacer, quería que todo pasara rápido y cerré los ojos para no enterarme de nada y que pasara rápido». Así describe la joven la brutalidad de la agresión y el miedo atroz que sintió durante la violación.

Los vídeos, prueba clave

Otro de los puntos claves para una sentencia absolutoria o condenatoria está en los vídeos tomados por uno de los presuntos agresores la noche del 7 de julio del 2016 y que fueron visualizados en la sala durante el juicio. Son 96 segundos de los poco menos de veinte minutos que transcurrieron desde que entraron en el portal donde ocurrieron los hechos hasta que ellos lo abandonaron. 

Su visionado fue uno de los motivos para que las sesiones se realizaran a puerta cerrada. El abogado de la joven madrileña denunciante de la violación, Carlos Bacaicoa, afirmó que uno de los audios demuestra que la relación fue «de todo menos consentido». La acusación los tildó, directamente, de «repugnantes».

Por su parte, el abogado de cuatro de los procesados, Agustín Martínez Becerra, que durante todo el proceso defendió que se trató de una «relación sexual consentida y placentera», consideró que de los 96 segundos de grabación «no se puede extraer la existencia de una agresión sexual». Para el letrado, «es una película porno y en ningún caso es una película de ciencia ficción».

La presión de la opinión pública

El juicio a La Manada, uno de los más mediáticos, seguidos y escrutados por la opinión pública en los últimos años, ha representado, desde la perspectiva social de la violencia sexual, «un antes y un después» en la sociedad, como reconoce la periodista Graciela Atencio, de Feminicidio.net. La también investigadora llegó a reconocer hace menos de dos meses que si finalmente hay «absolución o penas en las que -los acusados- no entran a la cárcel va a haber una revuelta social». «Este caso ha despertado la sensibilidad de otros sectores más allá del ámbito feminista como puede ser el académico», insistió, y donde la ciudadanía pide cada vez «sentencias más severas» contra este tipo de violencia sexual. Y es que para muchos la indignación surgida durante el juicio a los cinco jóvenes sevillanos fue uno de los motivos que alentaron a las masivas manifestaciones del pasado 8 de marzo.

Ya durante la celebración del juicio hubo varias manifestaciones o concentraciones de apoyo a la víctima al entender que se estaba cuestionando su moralidad.«Yo te creo» y «Escucha hermana, aquí está la manada», fueron algunas de las consignas más coreadas en España durante noviembre del 2017.

La ira de la ciudadanía creció -y se extendió por las redes- nada más arrancar el jucio cuando transcendió la admisión a trámite de un informe encargado a un detective por el letrado de uno de los acusados sobre la actividad en las redes sociales de la joven violada después del suceso, la aceptación también de una foto subida por ella a una red social en la que se veía a una tercera persona con una camiseta con el lema «Hagas lo que hagas, quítate las bragas», popularizado por la concursante de un reality show, o el hecho de que no fueran admitidos los mensajes de WhatsApp que enviaron los miembros de La Manada durante los días anteriores al suceso -solo se aceptaron los del día de autos-.

Muchos usuarios defendían que el proceso ponía así el foco en la víctima (tratando de desacreditar su versión y apuntando que no existía un trauma para ella) y no en los cinco acusados de La Manada sobre los que pesaba una imputación por un delito continuado de agresión sexual, otro contra la intimidad y un tercero por robo con intimidación. Indignados veían, además, en la decisión del tribunal una vulneración de los derechos de la víctima. También ponían el foco en la supuesta, según ellos, hipocresía que conlleva el hecho de admitir ese informe sobre la vida posterior de la joven y, en cambio, no tomar en consideración todo el material que los acusados tenían antes de los hechos en sus móviles, en los que quedaba claro cómo iba a ser su expedición a tierras navarras.

Uno deslizó en el grupo de WhatsApp de «La Manada» la posibilidad de llevar burundanga (una sustancia tóxica que anula la voluntad de la gente y que se ha empleado en algunas agresiones sexuales). A lo que respondió de inmediato el miembro de la Guardia Civil: «Yo llevo la pistola. No quiero mamoneos. Cuando estemos borrachos, se saca la pistola».  

Otro de los mensajes que en su día sacó a la luz el portal Noticias de Navarra fue este: «Tengo reinoles (otro medicamento) tiraditas de precio. Para las violaciones».

La rabia social dio paso durante esos días a una justicia alternativa, la de los usuarios que buscan hacer frente a la estrategia de la defensa de presentar a los acusados como víctimas y la de intentar que se respete su intimidad. El juicio se desarrolló a puerta cerrada para proteger «el derecho fundamental a la intimidad» de la denunciante, así como para salvaguardar a ella y a los cinco acusados de una «indeseada e indeseable exposición pública aireando aspectos relativos a su intimidad corporal y vida sexual» que pertenecen a la esfera personal.

Sin embargo, las redes quisieron poner rostro y nombre a los acusados y, por ello, nada más arrancar el escrutado juicio se compartió -y ya se viralizó- una imagen de los cinco acusados con este texto: «El juez admite como prueba un informe de un detective privado que se le puso a la víctima por parte de uno de los acusados para que vigilara su vida posterior a los hechos denunciados. Mientras tanto, La Manada exige respeto a su intimidad y que no se difundan sus nombres y caras en las redes sociales. Sería una pena que se viralizase esta imagen, ¿verdad?». 

Quién es quién en La Manada

Estos son los cinco miembros de La Manada. Al menos tres de ellos son miembros de la peña ultra del Sevilla Biris.

-Alfonso Jesús Cabezuelo Entrena (1988). Militar de la Unidad Militar de Emergencia en Morón de la Frontera con antecedentes por lesiones, riña tumultuaria y desorden público. En mayo del 2015 la Audiencia Provincial de Sevilla le condenó a dos años de prisión por un delito de lesiones cometido el 15 de diciembre del 2013.

-Ángel Boza Florido (1991). Fichado por delitos de robo con fuerza y contra la seguridad vial. 

-Jesús Escudero Domínguez (1990). Peluquero de 27 años que trabajaba en el salón de belleza que su tío regenta en el barrio sevillano de Triana. 

-Antonio Manuel Guerrero (1989). Su nombre no puede publicarse por resolución judicial. Guardia civil de 28 años, fue detenido mientras se encontraba realizando las prácticas de la Benemérita en la localidad cordobesa de Pozoblanco. Fue él quien meses antes del viaje a Pamplona, convocó a los otros miembros de La Manada -a excepción de Ángel Boza- para trasladarse a la localidad cordobesa de Torrecampo, donde había fiestas patronales. Allí, presuntamente, abusaron de una joven. 

-José Angel Prenda (1989). Con antecedentes por riña tumultuaria. El Juzgado de lo Penal número 4 de Huelva lo condenó a dos años de cárcel en el 2011 por un delito de robo con fuerza cometido dos años antes.

Lo que supuestamente pasó aquella noche

Según se desprende de las distintas declaraciones, la víctima y los cinco acusados se encontraron en la céntrica plaza del Castillo de Pamplona la noche del 6 al 7 de julio del 2016, durante la celebración del San Fermín. Ella entabló conversación con uno de los acusados (El Prenda). En un momento dado, la víctima dijo que se iba al coche con el que había viajado a Pamplona y donde un amigo se encontraba durmiendo. Los cinco encausados se ofrecieron a acompañarla. Ella caminaba junto al joven con el que más había contactado mientras que los otros cuatro iban por delante. Según los autos judiciales, los cuatro primeros llegaron a entrar en dos hoteles de las cercanías en busca de habitación, pero en ninguno de los establecimientos tenían habitaciones libres.

A la altura del número 5 de la calle Paulino Caballero, los jóvenes observaron que una vecina entraba en el portal por lo que aprovecharon para sujetar la puerta y empujaron a la joven al interior. Allí, según el escrito de la acusación, los imputados taparon a la joven la boca, la rodearon, le bajaron su ropa interior y le obligaron a realizar felaciones a los cinco, y la penetraron, uno de ellos anal y vaginalmente, sin usar ninguno preservativo. Incluso uno de ellos grabó la escena con su teléfono móvil y, posteriormente, compartió dichas imágenes con otros amigos. Cuando «se dieron por satisfechos» y antes de abandonar el lugar, según el escrito, arrojaron a la joven al suelo, presuntamente le quitaron el teléfono móvil -con lo que se aseguraban de que «no pudiera solicitar auxilio», según el escrito de la acusación- y la dejaron tirada en el portal. Según la descripción que dio la joven, los cinco acusados fueron identificados en las imágenes de seguridad del encierro y nada más terminar la popular carrera fueron detenidos por la Policía Foral.

El supuesto abuso de La Manada en Pozoblanco

Cuatro de los jóvenes sevillanos que hoy conocen su futuro en Pamplona también están a la espera de otro juicio por presuntos abusos sexuales a una joven en Pozoblanco, en Córdoba. Según transcendió en las últimas horas, parece que será señalado antes de que acabe el año. 

El caso llegó al juzgado cordobés tras apreciar el juez instructor de Pamplona durante su investigación que miembros de La Manada podrían haber cometido otro delito de abuso sexual. El juez se basó en un vídeo que los acusados compartieron en un grupo de Whatsapp, compuesto por 21 personas, donde aparece una joven cordobesa inconsciente en un coche, sentada en la parte de atrás entre dos de los acusados, mientras que un tercero conducía y el cuarto investigado iba de copiloto.

El juez considera que existen «indicios» de que «abusaron sexualmente de la joven de 21 años a la que conocieron en el 2016 durante la fiesta del municipio de Torrecampo y junto a la que se trasladaron hasta Pozoblanco. También sostiene que «existen serios indicios de que podrían haberse utilizado sustancias específicamente destinadas para provocar la inconsciencia de la víctima», a pesar de que la Fiscalía ve «complicado» probar si se usó burundanga. Por este caso, los cuatro acusados declararon en dos ocasiones por videoconferencia desde la cárcel.

La joven supuestamente agredida en Pozoblanco solo recuerda haberse subido al coche del militar para que la llevase a casa. Cuando se despertó estaba en la parte trasera, desnuda y con la ropa rasgada. Lo que sucedió entre medias se aprecia en vídeos que en los últimos meses salieron a la luz: manoseos, besos y sucesivos tocamientos. 

Al despertar, la joven estaba en el coche solo con el militar, ni rastro de los otros tres acusados. Sería en ese momento cuando, según un vídeo que publicó La Sexta, el conductor le habría pedido que le hiciese una felación, algo a lo que la agredida se habría negado. El miembro de La Manada la habría golpeado en la cara y en el brazo y la había empujado. Mientras la echaba fuera, le habría gritado «puta».

La joven asegura que en ese momento no denunció porque ningún amigo la creyó y no conocía la identidad del sevillano. «Tenía un lapsus que no recordaba, desconocía la identidad del chico y me autoconvencí de que no tenía pruebas suficientes», explicó. Aún así, sí que denunció meses después, cuando la policía se puso en contacto con ella tras la investigación de la presunta violación en los sanfermines.

La Manada volvió a dejar rastro con vídeo de su «hazaña». Una grabación que fue enviada el 1 de mayo, tan solo 22 minutos después de haberse cometido, a dos grupos de WhatsApp, en los que participaron 21 personas, y en donde se recogen frases como «Vino de follarse a la bella durmiente» (aludiendo el estado de inconsciencia de la víctima) o «Le echasteis a la chavala burundanga? Qué bueno».