Mientras la crisis venezolana se agrava cada día que pasa, el ex-presidente español, el del «dialogo de las civilizaciones» le ha cogido gusto al turismo diplomático por el Caribe para convencer a las partes en conflicto -un Gobierno que hoy ya rechaza más del 80 % de la ciudadanía y una oposición que hace poco más de medio año ganó por goleada las últimas elecciones parlamentarias- pero los resultados, al menos por el momento, no le permiten entrar en la lista de aspirantes al próximo premio Nobel de la Paz
JULIO Á. FARIÑAS