Villaviciosa, Bimenes, Valdés, El Franco: la zona rural de Asturias gana población en la pandemia

Esther Rodríguez / Juan M. Arribas

ASTURIAS

Esperanza Bernárdez, en su nueva casa en La Caridad, en el concejo de El Franco
Esperanza Bernárdez, en su nueva casa en La Caridad, en el concejo de El Franco

La escasa contaminación ambiental, la baja incidencia de la covid y el teletrabajo están propiciando los nuevos empadronamientos

23 nov 2020 . Actualizado a las 05:00 h.

La crisis del coronavirus ha llevado a muchos españoles a escapar de los entornos «más contaminados» y apostar por lugares más tranquilos y abiertos. Así lo reflejan los datos estadísticos de Asturias. La comunidad está registrando en los últimos meses nuevos empadronamientos y las zonas costeras son las que más reclamo tienen para vivir. ¿Qué buscan? Espacios para desconectar del ritmo de vida y para aislarse de la pandemia, con el teletrabajo como punto común. 

Por primera vez en 27 años, Villaviciosa superó la marca de los 15.000 habitantes, según informó la alcaldía, tras sumar casi mil nuevos vecinos en los últimos siete meses. Al igual que Ribadesella que desde el inicio de la pandemia registró 256 empadronamientos nuevos, sin contar los nacimientos.

Desde el ayuntamiento riosellano aseguran que el aumento es significativo, ya que se trata de un concejo pequeño. Además, señalan que «hay mucho flujo de madrileños que vienen a vivir aquí». También Carreño sumó 400 vecinos más.

Pero no solo los madrileños apuestan por ir a vivir a las zonas más rurales. Tal y como asegura Aitor García, alcalde de Bimenes, hay una marcada tendencia por la «vuelta a los orígenes». Hasta 80 personas se empadronaron en Bimenes durante los últimos siete meses. «La mayoría de la gente son hijos y nietos de nuestro concejo», señala García, quien asegura que desde el ayuntamiento trabajan para que más gente vaya a vivir allí. 

El Franco y Valdés son dos de los concejos del occidente que también aseguran que el número de empadronados ha aumentado. «Existe un aumento considerable del número de empadronamientos», afirma tajante Victoria Zarcero, concejala de Cultura de El Franco. Zarcero explica que del total de 93 nuevos habitantes en el concejo, son más de la mitad, 48 concretamente, aquellos empadronamientos que se han llevado a cabo en el período de marzo a septiembre.

Esos más de 90 empadronados son ya «casi el total del año pasado, y aún nos quedan dos del 2020», cuenta la concejala. En cuanto al perfil de los nuevos habitantes, se trata de familias con segundas residencias, aunque también afecta el bum de las casas de campo. «Es un momento fantástico para fijar gente en los pueblos, porque es lo que se anda buscando: naturaleza, tranquilidad y pocas aglomeraciones». Los nuevos han llevado al concejo de El Franco un descenso de la media de edad: los hombres se sitúan en los 47,83 años -frente a los 48,43 del 2019- y las mujeres, en 51,01 años -51,57 el pasado año-. La media conjunta no llega a los 50 años, 49,42, frente a los 50,10 de hace un año.

«Mi pueblo es único»

Un ejemplo de nueva vecina franquina es el de Esperanza Bernárdez. Perteneciente a una familia de La Caridad y nacida en Oviedo, tras vivir en diversos lugares como Barcelona, Madrid, Cádiz o incluso Guinea Ecuatorial cuando era pequeña, llevaba un año viviendo en Sevilla cuando tuvo que volver a El Franco para cuidar de su madre. «Las circunstancias solo aceleraron el proceso, pues ya estaba haciéndome una casa para venirme al pueblo una vez jubilada», asegura. Se empadronó en junio, cuando terminaron las obras de su nuevo hogar. Y es que no tiene dudas: «Sevilla es increíble, pero mi pueblo es único».

El alcalde de Valdés, Óscar Pérez, coincide con la edil franquina en lo que respecta a nuevos empadronamientos. «Respecto a otros años, Valdés ha vivido un aumento de casos. Sobre todo se trata de familias que ya contaban con una segunda residencia en la zona y de gente que ya vivía, pero ha tomado la decisión de empadronarse ahora por si hay un nuevo confinamiento», asegura el alcalde.

El municipio ha registrado desde el día 1 de marzo hasta el 25 de septiembre un total de 123 altas en el padrón correspondientes a cambio de residencia, frente a 62 bajas, que dejan un total de 61 nuevos habitantes. El año pasado la cifra de altas fue superior, con 161, pero la de bajas también aumentó, con 143, siendo solo 18 los nuevos empadronamientos.

Esto se traduce en que cada vez más hay una marca tendencia por vivir en cualquier punto de Asturias. De acuerdo, con Sadei, la compraventa de viviendas aumentó en Asturias casi un 47% en septiembre. Ramón Peréz, de la agencia inmobiliaria Inmogestión Asturias, asegura que «hay un incremento de la venta de las viviendas unifamiliares, de las casas para reformar y también de las parcelas».

«Los madrileños, principalmente, vienen a vivir aquí porque quieren zonas abiertas. Prefieren trabajar de forma remota, pero, eso sí, que les permita alejarse de la contaminación», apunta. El entorno rural es el destino perfecto en estos tiempos de pandemia.

A pesar de que en los últimos días se han cerrado restaurante y bares y, por tanto, se reducen las opciones para entretenerse, Asturias reúne cualidades para desconectar. «Puedes pasear, tanto por la zona de montaña como por la costa, mientras observas el paisaje. En definitiva, esta comunidad es sinónimo de oxígeno», sentencia Pérez.

Mientras que los precios de la vivienda en las grandes ciudades como Barcelona y Madrid han estado cayendo desde que España salió de su primer bloqueo en junio, en Asturias aumentaron casi un 3% en el tercer trimestre en comparación con el segundo.

Pérez afirma que el interés por comprar en Asturias es muy grande, aunque no realizan inversiones elevadas. «Como mucho pueden desembolsar una cantidad de aproximadamente 250.000 euros. Además, algunos apuestan por comprar parcelas o casas para remodelar, pero los precios oscilan entre los 60.000 y 130.000 euros, respectivamente.