Los asturianos que conviven con la nueva cepa del coronavirus

ASTURIAS

Los asturianos afincados en Reino Unido. De izquierda a derecha: Gloria González, Carlos González, Laura García y Laura Rodríguez
Los asturianos afincados en Reino Unido. De izquierda a derecha: Gloria González, Carlos González, Laura García y Laura Rodríguez

«Es un caos y está muriendo gente porque las medidas del gobierno británico son muy laxas»

26 dic 2020 . Actualizado a las 05:00 h.

Justo cuando las vacunas empiezan a dar esperanzas para acabar con esta pandemia, las autoridades británicas han identificado una nueva variedad del coronavirus. Las alarmas ya han saltado en todo el mundo. Por el momento, esta variante del virus no ha generado síntomas más agresivos, pero lo que preocupa es que es mucho más contagiosa. «La nueva situación se está viviendo con mucha incertidumbre y es todo un caos», asegura Gloria González.

Esta allerana, afincada en Londres desde hace siete años, afirma que cada vez se llevan a cabo más medidas para evitar la propagación del virus. «Hace una semana ordenaron cerrar restaurantes. Pero, desde el sábado ya hay un confinamiento más estricto. Solo están abiertas las tiendas esenciales y no se puede viajar salvo por motivos de fuerza mayor», explica González. «La normativa es mucho más restrictiva que en la primera oleada. La gente está comprando como loca por qué no saben qué va a pasar. Muchos han cambiado los planes navideños, ya que ahora no puedes reunirte con otra gente. No sabes lo que te espera. Las medidas se anuncian de un día para otro e, incluso, de unas horas para otras y no te da tiempo a reaccionar. Es todo muy complicado», relata.

Por su parte, Laura García, quien reside en las afueras de Brighton desde hace un año, también considera que las nuevas normas son más restrictivas que en las dos oleadas anteriores. «Tiene sentido ya que este país ha estado en el pico de casos y ahora es «responsable» de permitir la mutación del virus», explica. Pero, «generalmente, aquí» en Reino Unido siempre se aplican las normas y cuarentenas más tarde que en otros países», añade.

Esta gijonesa desde que empezó a extenderse el virus no ha salido mucho de casa. «Lo justo para trabajar, hacer la compra y ver a algún amigo de vez en cuando. Por eso, con esta nueva cepa y restricciones, a nivel personal, no he notado demasiada diferencia. Si que es cierto que había planeado ir a España unos días durante las fiestas, pero finalmente desistí debido al gasto extra que suponía hacerse un PCR, el aislamiento post viaje y un largo etcétera de añadidos, que fueron surgiendo hasta el punto en el que nos encontramos ahora en el que se insta a los ciudadanos a posponer sus viajes», relata.

La situación es caótica en toda la región, pero las medidas sanitarias impuestas dependen de la zona. Hay hasta cuatro niveles de alerta. «Fue extraño porque hasta entonces solo había 3 niveles. Todas las zonas en nivel 3 pasaron a nivel 4», explica Laura Rodríguez. Por el momento, la capital británica es la que más preocupa a los expertos. «En Hampshire, al sur de Inglaterra permanecemos en nivel 2. Lo llevamos con más normalidad. Todo está abierto con algunas restricciones de horarios o número de personas. El uso de la mascarilla es obligatorio en espacios cerrados, pero por la calle no es necesario. Lo nuevo que introdujeron es la figura de la burbuja, para poder reunirte con alguien que no viva bajo tu mismo techo. De momento, en esta zona, no hay confinamiento», afirma esta gijonesa, afincada en Reino Unido desde hace casi tres años.

Tampoco se endurecieron las medidas al noroeste de Inglaterra. «A día de hoy no hay diferencia. Aquí sí que es obligatoria la mascarilla en los lugares públicos y solo puedes reunirte con gente con la que convivas. Además, los bares están cerrados. Pero acabaremos en otro confinamiento porque la situación de los hospitales es muy preocupante. Solo en el mes de noviembre la mitad de las camas estaban ocupadas por pacientes con coronavirus», explica el allerano y enfermero Carlos González, quien lleva seis años viviendo en Scunthorpe.

No solo Reino Unido y la nueva cepa del coronavirus unen a estos asturianos, sino que, también, la opinión que tienen sobre la gestión de la pandemia. Consideran que es muy caótica, pero eso sí quieren pensar que los políticos lo están intentando hacer lo mejor que pueden. «La enfermedad es nueva para todos los países y gobiernos por eso es muy difícil tomar medidas. Pero está siendo muy duro para muchos sectores. Sobre todo, para las tiendas que no pueden vender su stock de cara a las navidades y para los restaurantes, que no pueden abrir, aunque sean lugares seguros. Tienen las mesas separadas y hay bastante control de limpieza», explica Gloria González.

También a Laura García le cuesta decidirse por si la gestión del gobierno británico es buena o no. «Considero que, con el aumento de restricciones y el endurecimiento de las normas, se cae en un recorte total de libertades y una vulnerabilidad social. Pero, si se mantienen intactas, debido a la falta de responsabilidad, que tenemos algunas personas, aumentaría considerablemente el número de infectados»

Además, «siempre he sido muy escéptica con respecto a lo que veo en las noticias ya sea aquí? o en España, ya que considero que no hay total transparencia con el tema. Muchas de las medidas son pura burocracia porque no se llevan a cabo debidamente, o son totalmente inútiles frente a un virus tan contagioso. Pero son obligatorias a la hora de rendir cuentas con las autoridades», apostilla García. Con la única medida adoptada por el gobierno británico que si está de acuerdo es con la aprobación de los ERTE. «Ha sido positivo el hecho de que a los trabajadores que no podían ejercer en su puesto de trabajo o desde casa (por el cierre temporal de la empresa) tanto autónomos como por cuenta ajena, recibirán el 80% de su sueldo por parte del gobierno inglés», defiende.

Por su parte, el allerano Carlos González cree que se deberían de endurecer aún más las medidas. «Está muriendo gente porque el gobierno británico ha sido muy laxo. La gente que no trabaja en el ámbito sanitario no sabe lo que pasa. No son conscientes. La realidad es más dura y se necesitan más restricciones», denuncia. Una opinión que también comparte Laura Rodríguez. «Se actúa sobre la marcha y tarde. Desde el gobierno pensaban que no les iba a afectar como al resto de países, pero después fuimos viviendo todas las situaciones que dos semanas antes habíamos leído o nos habían contado sobre España, como la falta de equipos de protección. Luego está el tema de las mascarillas. Levantaron más la mano, pero ahora con la Navidad puedes ver calles atestadas de gente sin ella. En verano la gente salía más a las afueras, pero con el frío se quedan paseando por las calles de la ciudad, haciendo las compras navideñas y viendo las luces. Lo que hace que haya calles por las que no puedas avanzar si chocarte con alguien», relata.

Además, a toda esta situación hay que sumarle el Brexit, «que no queda nada y aún hay mucha incertidumbre sobre que va a pasar después del 31 de diciembre», recalca Rodríguez. Todo ello hace que la salud, tanto la física como la mental, se esté viendo perjudicada, simultáneamente, porque la incertidumbre está a la orden del día en todo el país.