La pantera amenaza con rugir

ALFONSO SUÁREZ OVIEDO

AZUL CARBAYÓN

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Ibrahima, durante el partido ante Osasuna Real Oviedo

La figura de Ibrahima Balde se hace grande tras su actuación ante Osasuna

21 oct 2018 . Actualizado a las 20:33 h.

Llegó a Asturias tras un periplo de seis temporadas fuera de España. Seis cursos entre Rusia, Francia o Rumanía. Su fichaje no hizo demasiado ruido. Tampoco fue señalado como pieza fundamental del proyecto. Sin embargo, Ibrahima Baldé (Dakar, 04/09/1989) está consiguiendo ganarse a la afición y, sobre todo, la confianza de su entrenador

Su altura (190 centímetros) es un arma para cualquier entrenador. Pero las virtudes de este atacante senegalés van mucho más allá que el simple juego aéreo. Así lo demostró en pequeñas pinceladas en el Wanda Metropolitano hace siete días. Ayer, ante Osasuna, elevó su apuesta personal a otro nivel. 

Un terremoto desde el banquillo

El delantero del Real Oviedo no ha disfrutado de ni una sola titularidad esta temporada en Liga (sí lo hizo en el encuentro copero en Son Moix). Le ha costado entrar en el equipo, pese a sus buenos minutos en la jornada inaugural contra el Extremadura, donde disputó 26 y gozó de una gran ocasión para conseguir la victoria. 

La llegada de Joselu y la titularidad inicial de Toché le cerraron las puertas en Córdoba, aunque volvió en Cádiz en una situación peligrosa para su equipo y con el marcador desfavorable. El papel de apagafuegos comenzaba a crearse. 

El delantero azul desaparecería del césped durante muchos encuentros. El senegalés no disputó un solo minuto ante Zaragoza, Lugo o Elche. Reaparecería frente al Alcorcón. De nuevo, última solución ante un 2-0 desfavorable para los intereses asturianos. Además, también tendría un papel testimonial en la victoria ante el Albacete, donde saltó al campo en el minuto 86. 

Su ímpetu, energía y ganas de luchar por un puesto de titular en cada entrenamiento han sido recompensadas con la confianza de su entrenador, que ya recurrió a él en el Metropolitano para tratar de decantar el encuentro a su favor. Pese a la derrota final, la sensación es que Ibra había sido un soplo de aire fresco. 

Ayer, cuando Osasuna amenzaba con un triunfo en el Carlos Tartiere, el africano saltó al césped con la única misión de revolucionar el partido. Lo consiguió sobradamente. Contagió a todos sus compañeros, que arrollaron a los rojillos en la última media hora, estaba listo para rematar el centro de Tejera que se convirtió en el 1-1, consiguió provocar la expulsión de Lillo y fue una ayuda para Joselu en todo momento. Juan Antonio Anquela tiene en «su negrito» (como reconoció el delantero que le llama) una potente arma para cambiar el rumbo de cualquier encuentro.